El Futbolista y yo

10

El día después de nuestra inesperada intimidad, me sentí como si estuviera caminando en una cuerda floja entre lo conocido y lo desconocido. Cada vez que cruzaba miradas con Damián en los pasillos del colegio, una sensación extraña me invadía, como si hubiéramos compartido un secreto que solo nosotros dos conocíamos. Esa complicidad no dicha, pero presente en cada sonrisa y mirada fugaz, creaba una atmósfera tensa pero a la vez emocionante.

Cuando finalmente nos encontramos en el pasillo entre clases, Damián se acercó con una sonrisa cálida en el rostro, como si nada hubiera cambiado entre nosotros. Sin embargo, podía sentir la tensión en el aire, una corriente eléctrica que parecía unirnos de una manera diferente.

—Hola, Damián, —dije, devolviéndole la sonrisa, pero con un nudo en la garganta que no podía ignorar.

—Déjame mostrarte algo, —dijo, sacando algo de su mochila. Era un pequeño oso panda de peluche, con ojos brillantes y una sonrisa tímida cosida en su rostro de felpa. —Espero que te guste, —agregó, con una mirada expectante.

—¡Oh, es adorable!— exclamé, tomando el peluche entre mis manos y sintiendo una oleada de calidez en mi pecho. —Gracias, Damián.

—Hasta que puedas cuidar uno de verdad, —añadió con una sonrisa

Mientras tanto yo trataba de ocultar el rubor que amenazaba con subir por mis mejillas.

—¿Hora libre? —Pregunte

—Sí, ¿tú? ¿Vas a la cafetería o…?

—Cafetería, no he podido avanzar con mi ensayo. El maestro Ciro quiere que lo termine para la siguiente semana

—¿Qué te falta?

—Todo. No he tenido conexión con el tema en cuestión

—¿Qué es?

—El último año, que era vivir la experiencia del último año, los sentimientos de crecer y abandonar el colegio.

—¿Que sientes al terminar el colegio?

—Me es irrelevante, en realidad ¿Debería sentir algo? Porque no lo siento solo es un paso más

—¿No extrañarás a tus amigos? ¿A mí? —Lo miro —Eso duele Lombardo

—Es que nunca lo vi así, sabes es complicado —Cierro mi casillero

Nos quedamos callados y comenzamos a caminar juntos por los pasillos, el silencio entre nosotros era casi palpable, como si estuviéramos tratando de encontrar las palabras adecuadas para romper el hielo después de lo que sucedió la noche anterior. Damián jugueteaba con la correa de su mochila.

—Para mí el último año es mis últimos momentos de diversión, antes de ir a la universidad. De pasar con la gente que me agrada y quiero.

—Donde has dejado a más de un corazón roto

—¿Te incluyes?

—En tus sueños

—Vamos Lombardo, aunque sea dime que me vas a recordar un poco —Lo miro —Yo, por otro lado, estoy perdido

—Mentiroso —Le digo —Te va a crecer la nariz como pinocho

—Mira Lombardo ¿Cómo puedo demostrarte que me importas? ¿Quieres que le diga a todo el colegio que me gustas?

—¿Cómo que te gusto? —me detengo en medio del pasillo —Soy tu tutora y…

—Ayer eso no parecía importar —Siento las mejillas rojas

—Lo de ayer… Damián mira, no podemos, es que sí pasa algo. No quiero que interfiera. Tus exámenes son importantes.

—Voy a pasar los exámenes, pero quiero algo a cambio. Sí paso quiero una cita contigo. Una solo dame una oportunidad Sophie. Solo una y te prometo que no voy a fallar.

Paso mi peso de una pierna a otra. Miro el suelo y luego a él. Tomo aire.

—¿Estás hablando en serio?

—¿Me ves riéndome? —Me pregunta

Se acerca más a mí, dejándome sin salida, poniendo sus dos brazos a cada lado de mi cabeza. Besa mi mejilla.

—Damián…

—Ya te dije que quiero ser tuyo

—¿Y eso cuento te va a durar? —Pregunto —Seamos sinceros —Lo aparto —Mírame, yo no soy como las chicas con las que sales. Apenas y salgo y…

—Sophie, ¿quieres que sea sincero? —Asiento —Me gustas porque me desafías, no te importa si juego futbol o no. Te importo yo. Apenas y me paras bola. —Me rio.

—Bien. Si pasa tendremos una cita. —Sonríe —Si no seremos amigos y olvidaremos todo lo que ha pasado ¿Trato?

—Trato.

—Ahora vamos a comer que tengo hambre.

En la noche me pongo todas las películas de preparatoria. No sé qué busco, pero necesito inspiración para saber qué escribir en ese informe. Mi teléfono suena y lo busco por las cobijas y almohadas.

—Hola —Saludo cuando respondo

—Lombardo, pensé que estabas dormida —Sonrió

—No, tengo un desorden que si lo vieras te daría urticaria

—Créeme imaginármelo, ya me lo provoco

—¿Qué necesitas?

—Ya tengo fecha —Dice y pauso la tele —El profesor me dio fechas para este viernes después de clases

—Bien podremos reforzar mañana para el gran día

—¿En mi casa?

Me quedo pensado

—Solo a estudiar

—Solo a estudiar, pero, si quieres darme un intensivo —Me rio —No me opongo

—No, vamos a exprimirte hasta la última neurona —Sonrió —Para el viernes

—Con respeto a ese día, tal vez podrías acompañarme. No quiero dar solo esas pruebas

—Claro, nos vemos en las canchas, es que el viernes, tengo cultura física

—Bien te veo ahí

Damián me espera a la salida. Ya tengo un nuevo estudiante al que debo enseñar. Tengo la carpeta con las hojas para mañana. Es un chico de un año menor. Lo veo donde dijo que estaría, me acerco y le doy la carpeta.

—El lunes empezamos las tutorías en la biblioteca todos los días. Me gustaría que repasaras estas hojas y que las llenaras para saber desde donde tenemos que empezar

—¿Podríamos ir a mi casa?

—No doy tutorías fuera de la casa

—Lástima, bonita

—Hola —Damián aparece a mi lado —¿Tú eres?

—Ricci, soy parte del equipo —Damián me mira —Y ella es mi tutora

—¿Su tutora?

—Eso para el lunes —Le digo

Miro a Ricci y lo tomo del brazo llevándolo a su auto.

—¿Su tutora?

—No se te olvide que soy tutora. Ya tengo un nuevo estudiante. Si apruebas claro.

—Una razón para no hacerlo



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En el texto hay: nerd, futbol, futbol y mucho amor

Editado: 01.10.2024

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