Capítulo 2: La Historia del Reino Caído y el Legado de la Orden Esmeralda

Silveri siguió al Maestro y a los Caballeros Felinos a través del frondoso bosque, maravillado por la belleza y la magia que lo rodeaban. Finalmente, llegaron a una pequeña aldea oculta entre los árboles.

"Bienvenido a nuestro humilde hogar, elegido", dijo el Maestro. "Aquí es donde residimos y entrenamos a los futuros Caballeros Felinos de la Orden Esmeralda".

Silveri observó con asombro las moradas de los gatos, los campos de entrenamiento y los alrededores llenos de vida. El Maestro lo guió a través del pueblo, presentándole a los habitantes y explicándole la historia del reino.

"Hace mucho tiempo, este reino florecía bajo el liderazgo de la Orden Esmeralda. Nosotros, los Caballeros Felinos, éramos los protectores y guardianes del reino, velando por la paz y el bienestar de nuestro pueblo. Pero entonces llegó la traición".

El Maestro hizo una pausa, su mirada entristecida.

"Uno de nuestros propios miembros, seducido por el poder, se volvió en contra de nosotros. Formó una orden secreta y malvada, utilizando artes oscuras para derrocar al reino. Fue una batalla feroz, y lamentablemente, la Orden Esmeralda fue derrotada. Nuestro reino se sumió en la oscuridad y la desesperación".

Silveri escuchaba atentamente, su corazón latiéndole con fuerza.

"Pero la gata que te guió hasta aquí, Akira, logró escapar. Ella era la última Caballero Felino de alto rango de la Orden Esmeralda. Ahora, ella lidera a los pocos que sobrevivieron y se esfuerzan por recuperar nuestro reino".

En ese momento, Akira apareció, sus ojos brillantes con determinación.

"Es por eso que hemos estado esperando por ti, elegido. Tú tienes el poder y el destino para ayudarnos a derrotar a la Orden Oscura y restaurar la gloria de nuestro reino".

Silveri se sintió abrumado por la responsabilidad que recaía sobre sus hombros. ¿Cómo podría él, un simple joven, enfrentar a una fuerza tan poderosa?

Pero al mirar a los Caballeros Felinos, al Maestro y a Akira, supo que no podía fallarles. Respiró hondo y asintió con resolución.

"Haré todo lo que esté en mis manos para ayudarlos. Cuenten conmigo".

Una sonrisa se dibujó en el rostro del Maestro.

"Entonces, es hora de empezar tu entrenamiento, elegido. Juntos, recuperaremos nuestro reino".

Silveri se preparó para enfrentar los desafíos que le esperaban, con la determinación de cumplir con su destino y traer de vuelta la luz a este mundo mágico.

Después de escuchar la historia del reino caído, el Maestro guió a Silveri hacia el norte, donde se encontraba la base de la Orden Oscura.

"El camino hacia el norte no será sencillo, elegido," dijo el Maestro con seriedad. "Deberás estar preparado mental y físicamente para los peligros que enfrentaremos."

Silveri asintió con determinación. "Haré todo lo que esté en mis manos. Cuenten conmigo."

El Maestro sonrió levemente. "Me alegra oír eso. Akira, la última caballera de la Orden Esmeralda, será tu guía en este viaje."

En ese momento, la imponente gata de pelaje plateado se acercó. "El camino hacia las montañas del norte está plagado de criaturas oscuras y trampas mortales. Pero juntos, superaremos todos los obstáculos."

Silveri observó a Akira con respeto y admiración. "Haré todo lo que esté a mi alcance para estar a la altura."

"Entonces es hora de partir," dijo Akira. "Debemos cubrir mucha distancia antes de que caiga la noche."

El Maestro se acercó a Silveri una vez más. "Recuerda, elegido, que el poder de la Orden Esmeralda corre por tus venas. Confía en ti mismo y en tus compañeros. Juntos, recuperaremos nuestro reino."

Silveri asintió, sintiendo cómo la determinación se apoderaba de él. Junto a Akira y los Caballeros Felinos, emprendió el peligroso viaje hacia el norte, listo para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Mientras Akira y Silveri se preparaban para partir, los otros Caballeros Felinos observaban en silencio. Finalmente, Sable se acercó al Maestro.

"Maestro, ¿nosotros no podremos acompañarlos en su viaje al norte?" preguntó con un tinte de preocupación en su voz.

El Maestro negó con la cabeza. "No, mis fieles Caballeros. Akira y el elegido Silveri deben ir solos. Ustedes se quedarán aquí para cuidar del templo."

Rune y Rex asintieron con seriedad, pero Sable insistió.

"Pero Maestro, ¿y si necesitan de nuestra ayuda? ¿Cómo podremos vigilarlos y protegerlos desde aquí?"

El Maestro levantó una mano para calmar a Sable. "No te preocupes, mi leal Sable. Tú serás la única que irás a vigilarlos de lejos. Eres la más sigilosa de todos nosotros."

Sable asintió, aunque aún se mostraba reticente. "Entiendo, Maestro. Haré todo lo que esté en mis manos para mantenerlos a salvo."

"Rune y Rex," continuó el Maestro, "ustedes se quedarán conmigo aquí para cuidar del templo y evitar que Kai se acerque."

Ante la mención de ese nombre, Sable se tensó. "¿Kai? ¿Mi hermano Kai? ¿Pensé que había muerto?"

El Maestro suspiró profundamente. "Lamentablemente, Kai sigue vivo, mi querida Sable. Él fue quien traicionó a la Orden Esmeralda y provocó la caída de nuestro reino."

Sable sintió cómo la ira y la tristeza se apoderaban de ella. "¿Cómo pudo hacer algo así? ¿Después de todo lo que hemos vivido juntos?"

"Kai fue seducido por el poder de la Orden Oscura," explicó el Maestro con pesar. "Utilizó su posición para darles acceso a nuestras defensas, lo que nos llevó a la ruina."

Sable apretó los puños, luchando por contener sus emociones. "Entonces debo quedarme aquí y evitar que ese traidor se acerque al templo. Lo haré, Maestro. Por el bien de nuestro reino."

El Maestro asintió con aprobación. "Sabía que podía contar contigo, Sable. Ahora, ve y cumple con tu deber."

Sable se dio la vuelta y se unió a Akira y Silveri, dispuesta a cumplir su misión de vigilancia y protección. Mientras tanto, Rune y Rex se quedaron con el Maestro, listos para defender el templo de cualquier amenaza.