Reunidos en el refugio secreto, los aldeanos del pueblo de los curiosos discutían acaloradamente sobre cómo rescatar a los que habían sido capturados por los hombres de Kai. Entre ellos, Akira, la última Caballera Felina de alto rango, se mantuvo en silencio, escuchando atentamente.
Finalmente, se aclaró la garganta y dio un paso adelante.
"Anciano, creo que he encontrado la manera de rescatar a los prisioneros," dijo con determinación.
Todos los ojos se voltearon hacia ella, expectantes.
"Iré tras los jinetes de la Orden Malbada y liberaré a los cautivos," declaró Akira.
El anciano la miró con preocupación.
"Pero, Akira, es demasiado peligroso. Esos hombres son despiadados y están bien entrenados. No puedo permitir que vayas sola."
Akira endureció la mirada.
"Por algo me entrenaron como Caballera Felina de alto rango, anciano. Sé lo que estoy haciendo. Y no iré sola," volteó a ver a Bip y Bop, que asintieron con resolución. "Ellos me acompañarán."
Silveri dio un paso al frente, con la esperanza brillando en sus ojos.
"¿Puedo ir con ustedes? Quiero ayudar a rescatar a los aldeanos," suplicó.
Akira lo miró con pesar.
"Lo siento, Silveri, pero aún no sabes pelear. Tienes que quedarte aquí y estar a salvo."
Silveri iba a protestar, pero el anciano intervino.
"Akira tiene razón, joven Elegido. Tu seguridad es primordial. Nosotros nos encargaremos de la misión de rescate."
Akira se acercó a Silveri y le entregó dos pequeños cuchillos.
"Toma, úsalos si es necesario, pero mantente a resguardo. Volveremos pronto con los aldeanos liberados."
Antes de que Akira, Bip y Bop se fueran, el anciano los detuvo.
"Esperen, Akira. Debes quitarte esa armadura del reino. Te reconocerán de inmediato y atacarán el refugio."
El anciano les entregó a cada uno una capa, un cubrevocas y un sombrero.
"Úsenlos para pasar desapercibidos. Que la Diosa los acompañe."
Akira asintió, con determinación brillando en sus ojos. Bip y Bop se colocaron los disfraces, listos para la misión.
Silveri los observó con admiración y preocupación, rogando en silencio por su regreso a salvo, junto con los aldeanos cautivos.
Akira, Bip y Bop se encaminaron hacia la oscuridad, listos para enfrentar a la Orden Malbada y liberar a los prisioneros.
Entendido, gracias por la aclaración. Aquí está la continuación del capítulo 6 con la corrección:
Akira, Bip y Bop avanzaban sigilosamente a través del denso bosque, cubiertos por las capas, cubrevocas y sombreros que les había proporcionado el anciano. Su objetivo era encontrar el campamento donde la Orden Malbada mantenía cautivos a los aldeanos.
Akira iba a la cabeza, sus sentidos felinos agudizados, buscando cualquier señal que los pudiera guiar hacia su destino. Bip y Bop, los pequeños gnomos, la seguían de cerca, atentos a cualquier peligro que pudiera acecharlos.
Después de un rato de caminata, Akira levantó una mano, haciendo que sus compañeros se detuvieran.
"Puedo escuchar voces más adelante. Parece que hemos encontrado el campamento," susurró.
Con sumo cuidado, se acercaron hasta un claro donde vislumbraron una escena inquietante. Varios hombres armados montaban guardia alrededor de varias jaulas improvisadas, dentro de las cuales se encontraban los aldeanos prisioneros.
Akira apretó los puños con ira al ver el sufrimiento de los inocentes. Tenía que actuar rápido.
"Bien, este es el plan: Bip y Bop, ustedes se encargarán de distraer a los guardias. Yo me infiltraré y liberaré a los prisioneros," susurró Akira.
Los pequeños gnomos asintieron con determinación, y sin más demora, se separaron para ejecutar el plan.
Bip y Bop salieron de entre los arbustos, gritando y lanzando pequeñas piedras para llamar la atención de los guardias. Tal como Akira había previsto, los hombres de la Orden Malbada se lanzaron a perseguir a los gnomos, dejando las jaulas desprotegidas.
Aprovechando la distracción, Akira se deslizó entre las sombras hasta llegar a las jaulas. Con agilidad felina, comenzó a abrir las cerraduras y liberar a los aterrados aldeanos.
"¡Rápido, salgan de aquí! ¡Sigan a Bip y Bop, yo los cubriré!" susurró Akira, instándolos a escapar.
Los aldeanos, llenos de esperanza, obedecieron sin dudar, huyendo en dirección a donde se encontraban los dos pequeños gnomos.
Akira se quedó atrás, lista para enfrentar a cualquier enemigo que intentara detener la huida de los prisioneros. Su instinto de protección felino se había encendido, y nada la detendría.
Akira se quedó atrás, lista para enfrentar a cualquier enemigo que intentara detener la huida de los prisioneros. Había logrado liberar a todos los aldeanos, que ahora seguían a Bip y Bop en su camino de escape.
De pronto, uno de los jinetes de la Orden Malbada disparó una flecha que impactó en la pierna de Akira, haciéndola caer al suelo. La caballera felina siseó de dolor, pero no se rindió. Con determinación, se levantó a pesar de la herida.
El jinete se acercó a ella y, al ver su máscara, exclamó: "¡Vaya, vaya! ¿Tenemos aquí a un justiciero enmascarado?"
Akira lo miró fijamente y respondió con firmeza: "No soy un justiciero. Soy alguien más."
Sin perder un segundo, Akira desenfundó su espada y se lanzó al ataque. El jinete, sorprendido por la furia de la joven, apenas pudo defenderse de los certeros golpes.
La batalla fue feroz, con Akira moviéndose con agilidad a pesar de su herida. Finalmente, logró acertar un golpe que hizo que el jinete cayera al suelo, derrotado.
Akira se irguió, respirando con dificultad. Sabía que no podía quedarse atrás, que tenía que alcanzar a Bip y Bop y a los aldeanos. Con un esfuerzo, comenzó a caminar, cojeando por la herida en su pierna.
Mientras se alejaba, escuchó la voz del jinete a sus espaldas: "¡Espera! ¿Quién eres tú realmente?"
Akira se detuvo por un momento y miró al hombre por encima de su hombro. "Soy la última caballera felina," respondió, antes de continuar su camino.