Doy unos pasos y una fuerte brisa llega e impacta conmigo, mis ojos son cegados pues esta trae arena consigo, subo mis manos a mi cara, con el brazo derecho cubro mis ojos y con la mano izquierda lo utilizo para frotarme. Hago esto por unos momentos, pero no logró un buen resultado. No sé exactamente qué es este lugar, pero ha de ser un tanto desolado para traer arena con ella; mis ojos lagrimean.
«Guarda la calma, no pasa nada si estás a ciegas por unos segundos, solo apresúrate».
En el lugar que estoy y con todo lo que ha pasado hasta ahora, es un peligro estar vulnerable; parpadeo un par de veces para ver si logro remover la suciedad, pero no veo resultados. Mientras estoy en eso, mi espalda suelta un pequeño calambre, en un acto reflejo, giro mi cuerpo y me pongo en modo de alerta.
«¿Alguien está aquí?».
Tengo la sensación de que alguien esta atrás, el crujir de la arena esparcida en el asfalto lo evidencia, quien sea que este aquí conmigo está caminando a mi alrededor. Trago saliva y me froto con fuerza los ojos, los fuerzo abrirse a pesar del dolor que me genera esto, puedo mantenerlos por un pequeño instante abierto y fue muy útil el intento pues, lo que logro ver...
—¿¡Quien anda ahí?!
Mis ojos vuelven a cerrarse y el dolor aumentan, sé que es porque lo forcé a ver a pesar de la arena que tiene, pero... lo que vi, me alegro de haberlos forzado, así confirme que hay alguien conmigo. Al menos sé que es un humano.
«Esa silueta es la de un adulto, tiene un gran sombrero... como si fuese un mago».
Sin conseguir respuesta de mi acompañante inesperado, pienso en si preguntar nuevamente o si callarme y guardar silencio para así escuchar siquiera alguno de sus futuros movimientos. Pongo duro todo mi cuerpo preparado para pelear, acerco mis puños cerca de mi frente; entonces el sonido crujiente de pisar la arena aparece otra vez. Trato de mantener la calma todo lo posible que puedo, pero aún así siento mi corazón acelerarse. Desde entonces, en todo momento he parpadeado lo más que he podido para así tratar de remover la arena, pero la humedad de mis ojos ha dificultado el proceso.
«¿Qué es eso?».
Un sonido familiar capta mi atención, pero...
«¿A esta hora?»
El sonido es extraño para la hora pues es: «¿El sonido del carro de helados?»
Es diminuto, pero aun así lo logró escuchar, es lo único que capta mis sentidos.
«Pero entonces, ¿dónde está el señor?»
—¿Quién eres? —pregunto.
Guardo silencio para ver si escucho alguna respuesta, pero no la hay.
Sigo parpadeando y con la mano derecha me froto los ojos, apresurado por tratar de ver y descubrir quién es el que me está observando. Entonces noto progreso.
«¡Falta poco!».
En eso una palma toca mi hombro, no siento presión, pero de alguna manera es intimidante. En una rápida acción sin dejar que me domine el miedo, trato de coger la mano para aplicar así una llave, pero en el instante que lo hago, esta desaparece y no logro sujetar ni rosar.
«¡¿Se alejó?!»
Pensando en eso me doy cuenta que mi visión ha vuelto a su normalidad, aunque todo esta oscuro aquí, puedo ver por fin lo que me rodea.
—No hay nadie...—murmurando esas palabras confirmo que estoy solo.
Viendo el panorama completo, comprendo el porqué del exceso de arena en el viento.
«Ya veo por qué lo ocultaron de la publicidad».
Un desierto, eso es la segunda división, la única diferencia que tiene a las demás, es que en el medio de todo hay una pista, hasta donde puedo ver, esta recorre todo el lugar.
«Entonces, ¿hasta aquí llegaría el carro de helados que escuche?»
La pista empieza recto por unos setecientos metros aproximadamente, luego gira hacia la derecha y avanza unos trescientos metros, entonces llega a una curva pronunciada que va hacia la izquierda que sigue por unos cien metros y luego, gira nuevamente hacia la izquierda, no logro ver si continúa o acaba ahí, al parecer hay un desnivel que cubre el resto del recorrido por lo que no puedo ver hasta donde llega.
«Ellos son...»
En la curva, noto un pequeño grupo de personas que están haciendo un tipo de alboroto, al instante reconozco que son todas las personas con las que vine, no sé si me han notado, pero veo que se quedan ahí sin avanzar, como si me estuvieran esperando. Reviso mi celular para ver si me han dejado un mensaje, pero no, la señal en este lugar es nula, no hay ni siquiera una sola barra.
«Supongo que tendré que alcanzarlos».
Empiezo a caminar por el medio de la pista, la arena a mis costados, si fuera por ahí podría dificultar mi andar, así que mi decisión es la más coherente. Esta sensación de caminar solo por este extenso desierto, hace que piense en infinidades de peligro que pudieran ocurrir, después de todo, el hombre de sombrero que se acercó al entrar, no lo veo por ningun lado.
«El lugar es amplio, si se acerca lo podré notar».
Preocupado por eso, miro hacia el cielo para distraerme sin esperar encontrarme algo realmente hermoso, el cielo estrellado da un panorama inigualable, a pesar de no estar acompañada de la luna, las estrellas por si solas hacen un buen trabajo. En comparación a las luces de la ciudad, sin duda alguna, la naturaleza es mucho mejor; camino así por un buen rato, disfrutando de la agradable vista, cuando con el rabillo del ojo noto algo, alguien familiar para mí.
«El gordo Ling».
Está parado en la parte izquierda, fuera de la pista, se encuentra mirando hacia el suelo sin hacer nada más que eso.
«¿Por qué estará ahí?».
Pensé que ya no lo encontraría, pero aquí está, otra vez inmóvil y manteniendo su mirada en un solo punto. No sé si acercarme o simplemente seguir caminando hasta encontrarme con mis amigos, después de todo, el hecho de estar cerca de un fantasma a estas horas y en este lugar es... un tanto espeluznante; desde donde estoy hasta él, hay una distancia de unos setenta metros, así que si decido ir definitivamente cubriré mis zapatillas de arena, aunque eso es algo fastidioso no es como si fuera tan terrible. Pensando así por unos minutos y viendo que él no hace ningún cambio a pesar de tenerme cerca, tomo la decisión de acercarme, quiero saber por qué está en ese lugar y también quiero preguntar por qué me pidió correr.
Editado: 10.10.2021