El Gran Reinicio Parte Ii: Declive

Capítulo 5 : Resurrección

 

El cielo es cubierto por Yeverhal, Kala y yo. Los tres emitimos un torrente de mana el cual se eleva hasta las nubes.

Nadie comprende con exactitud lo que está sucediendo, aunque cierto par parece tener una idea de lo que está aconteciendo.

Yeverhal sigue con su mirada colérica y ahogada en una ira asfixiante, hasta que una figura aparece repentinamente y se posiciona frente a Yeverhal, alejada algunos metros de él, es Astrid. No cabe la menor duda, ella posee una velocidad abrumadora.

Ella fija su mirada en Yeverhal.

—Es suficiente. —Con su dedo señala el cielo, específicamente aquella figura alada que emerge desde mi torrente de mana —. Obsérvalo y lo comprenderás.

Yeverhal a regañadientes lanza una mirada fugaz hacia las alturas, pero al hacerlo su expresión cambia rotundamente, lágrimas comienzan a descender por sus mejillas.

—Es… es él. —Fija sus ojos en mi figura —. Definitivamente es él…

De un segundo a otro, el torrente de mana y su aura repleta de ira desaparecen de golpe, no queda rastro alguno de su anterior actitud hacia mí.

Por nuestra parte, Kala y yo seguimos con la mirada fija el uno con el otro. Algo presiona mi pecho y grita melancolía en su forma más pura.

Vuelvo a la realidad cuando siento que las intenciones asesinas de Yeverhal son ahogadas de un segundo a otro. ¿Qué le ocurre? Es la pregunta que surge en mi mente al ver su expresión.

Como si fuera una sincronización perfecta, un portal aparece en el horizonte. Una centena de Dragones y Grifos emergen desde este, todos ellos son montados por sus respectivos jinetes.

Aquel grupo se precipita rápidamente hacia nuestra posición. Encabezándolos, se encuentra la Maestra Dayan montando el mismo Dragón color esmeralda de antes, al avanzar algunos metros se detiene por el panorama que aprecia ante sus ojos. No es solamente ella quien mantiene una expresión de sorpresa absoluta, sus acompañantes también reflejan aquel sentimiento en sus rostros.

«No es posible continuar, ya no».

Relajo mi cuerpo y el torrente de mana que expulso es socavado, aunque aún existe alguien quien no puede tranquilizarse. Kala no deja de expulsar un aura asfixiante. Un presentimiento el cual no puedo explicar nace repentinamente en mi interior. De alguna manera sé que hacer para tranquilizarla, no tengo prueba alguna del motivo para seguir esta sensación, pero lo hago.

En un pestañeo me posiciono frente a ella, entonces delicadamente poso mi mano sobre su mejilla.

—Es suficiente, puedes descansar —digo con una voz apacible.

Los ojos Dracónicos de Kala se fijan en los míos, nuestras miradas se atraen al igual que antes, no puedo dejar de observarla. Luego de un par de segundos el mana descontrolado de Kala comienza a retraerse, lenta pero constantemente hasta desaparecer por completo.

Los demás todavía lucen completamente confundidos ante la repentina explosión de poder que Kala dejó escapar.

Los ojos de Kala regresan a la normalidad y ella pierde la conciencia como resultado de sobrepasar sus límites. Inmediatamente compruebo su estado con un pulso de mana, no ha sufrido ninguna clase de daño. La sujeto en mis brazos mientras el extraño ambiente se acrecienta al ver como esa masa de Dragones y Grifos se acercan a nosotros.

Antes de que su Dragón posara sus garras en el suelo, la Maestra Dayan se deja caer desde las alturas y encara a la Maestra Shiegza.

—Maestra Kójdel, explíqueme el motivo de que el salón de la zona de hibernación se encuentre completamente destruido.

Su voz es una mezcla de ira y preocupación.

—Ma… Maestra Myulurt… han… han despertado.

La Maestra Shiegza luce al igual que la primera vez en que los Seis Dragones emergieron de aquellos cúmulos de obsidiana. Pese a sus palabras, la Maestra Dayan solo tiene una cosa en mente, obtener respuestas.

—Maestra Kójdel eso no es lo que yo…

Sin previo aviso, la Maestra Shiegza grita a viva voz.

—¡Los Seis Draldar han respondido al llamado de sus Maestros!

Su voz resuena por los alrededores penetrando en los oídos de todos los presentes incluyendo a los cientos de Jinetes. Es como si el aire hubiera sido arrebatado de golpe. Nadie mueve músculo alguno, hasta que finalmente la Maestra Dayan logra reaccionar.

—Eso es imposible. Los Seis…

Antes de que pudiera seguir hablando, Astrid aparece repentinamente a un costado de la Maestra Dayan.

—Humana, obsérvalo con tus propios ojos.

Su cuerpo es rodeado por el humo blanquecino. Los rayos de luz son bloqueados por la imponente figura de Astrid. La Maestra Dayan no despega la mirada de ella tan siquiera un solo instante. Es entonces que Astrid estira sus alas de par en par para rematar su magnética apariencia.

La expresión de la Maestra Dayan refleja perfectamente sus sentimientos. Su boca abierta con un leve tambalear, sus ojos que analizan cada centímetro del colosal Dragón que permanece frente a ella. No puede creerlo, pero sus ojos le dicen que es verdad.

— Las aureolas que rodean cada una de sus cuatro alas… las esferas elementales que giran alrededor de sus cuerpos… un Dragón Del Pináculo Elemental —susurra. Voltea y observa a quienes no estaban en nuestro grupo original —. ¡¿Acaso ellos son los otros Draldar?!



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En el texto hay: tragedia, gore sangre accion, romance

Editado: 21.05.2023

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