El Gran Reinicio Parte Ii: Declive

Capítulo 10 : Destino Parte III

 

¿Dios…? ¿El Ser Superior…?

Mi mente no lograba unificar la serie de sucesos que ocurrían en aquel ínfimo lapso de tiempo. Estaba claramente confundido.

Aquel que se proclamaba como Dios extendió sus alas y acrecentó su figura magna.

—Su… supongamos que eres Dios y… —hablé de manera temblorosa.

—Soy Dios, esa es la única verdad. No hay nada que suponer —irrumpió repentinamente mis palabras.

Era instinto o algo similar, sin embargo cualquier clase de duda desapareció, él, era Dios. En ese instante sufrí un cambio. De la confusión y escepticismo del comienzo, cambié a la aceptación, y después solo me dominaba un sentimiento abrumador, ira.

Enseñé mis colmillos y garras, las cuales se tensaban para extenderse de manera amenazante. Inspiré profundamente y mi fuego interno se aglomeró, listo para ser expulsado con vehemencia.

—¡¡¡Te mataré, bastardo!!! ¡¡¡Por tu culpa Jhú y yo sufrimos por todos estos años!!! —Una lágrima se asomó ante mi grito de frustración y dolor—. ¡¡¡Por tu culpa, Jhú ha muerto!!! —Flamas de un rojo vibrante y abrazador son tenuemente expulsadas desde mis fauces, preámbulo de mi fuego interno el cual continúo acumulando—. ¡¡¡Muere!!!

Abrí mi hocico y lo liberé sin miramientos. El calor que emití superó con creces a la bola de fuego que arrojé sobre los Sabios. El torrente de llamas creó una sucesión de explosiones. Sentía mi propia carne arder ante la abismal muestra de poder y colera que era aventada desde mi interior.

Los segundos transcurrían y seguía liberando mi sufrimiento, pero todo quedó reducido a nada cuando algo extraño ocurrió. La masa de fuego se arremolinó y comprimió de manera forzosa. Redujo su tamaño hasta desaparecer.

—Debes aprender a controlar tu ira. Eres inestable. —Dejó escapar un suspiro profundo y resonante—. Supongo que es necesario que adquieras experiencia antes de ascenderte. —No comprendía sus palabras, especialmente por su tono de voz. Era una mezcla entre decepción, al mismo tiempo que estaba emocionado y feliz—. Sí, debo seguir el mismo camino. —Me señaló con indiferencia—. Cálmate.

Con esa simple palabra cambié rotundamente. Aquella “ira” desapareció de golpe. Pese a saber quién era él, sencillamente no podía manifestarlo. Era como si mis propios sentimientos fueran reprimidos para que alcanzara el estado que él me ordenó.

Estaba calmado, nada enturbiaba mi corazón. Alcancé la paz absoluta en un segundo.

—¿Qué… qué quieres de mí? —pregunté.

Pese a todo, anhelaba respuestas. Con la mente en calma logré reordenar mis ideas. Debía comprender que es lo que él planeaba.

En cosa de un pestañeo su figura desapareció para estar a mi lado. Acercó su hocico a mi oído y entonces me respondió.

—Eso… todavía no lo sé con certeza.

Es Dios… y aun así no lo sabe. Esa respuesta solo acrecentó mis dudas, aunque no perturbaba mi corazón.

—¿Cómo es posible que Dios no sepa algo?

Él se quedó en silencio por cortos pero extensos segundos, hasta que decidió hablar.

—Es una excelente pregunta. Digamos qué… me aburrí de saberlo todo. Aquella época en que solo anhelaba lo mejor ha desaparecido, aquella época en donde comprendía cada una de mis acciones terminaron por hartarme. —Lo observé de reojo, en su semblante logré apreciar una sonrisa que rebosaba emoción—. Es momento de que aparezca mi sucesor.

—¿Sucesor…?

Tocó mi mejilla con delicadeza para que lo observara a los ojos, en ellos se reflejaba una paz absoluta.

—El Gran Reinicio deberá iniciar… y para ello, él, es necesario.

Nuevamente aparecen esas palabras.

—¿Qué es El Gran Reinicio?

—Eso… todavía es muy pronto para que tú y él lo sepan.

Él… el Viejo Hunda también habló sobre “él”.

—¿Quién…?

Mis palabras fueron enmudecidas sin razón aparente. Sencillamente no podía emitir sonido alguno desde mi hocico.

—Todas esas preguntas serán respondidas… pero tú mismo las descubrirás en un futuro. Ahora es tiempo de que te reúnas con otra pieza clave.

Su figura cambió, ya no era un reflejo de mí. Volvió a ser un cúmulo de humo blanquecino, aunque eso no duró mucho.

Su tamaño se contrajo drásticamente hasta posarse sobre mi hocico, entonces ocurrió, volvió a adquirir una forma física. Esa fue la primera vez que aprecié un ser al cual llamaban, humano.

Ante mis ojos era algo extraño. Su piel no poseía escama alguna, lo hacía ver extremadamente frágil y débil. Su hocico se redujo hasta perderse en el rostro. Solo se erguía con sus patas traseras.

Dios caminó por mi hocico hasta estar frente a mis ojos. Señaló su cabeza.

—Observa y recuerda este rostro. Debes encontrarlo, él es quien será el inicio de todo. Él es el primer peldaño para que El Gran Reinicio pueda concretarse. —Estiró su mano y me apuntó con uno de sus diminutos dedos—. Tu viaje ha iniciado.

Un destello cegador emergió desde la punta de su dedo y de manera inmediata dejé de sentir la superficie donde estaba parado. Ante mí apareció un cielo azulado y deslumbrante, estaba sobre las nubes. Traté de estirar mis alas, pero no las poseía, tampoco podía sentir mi cuerpo como tal, había algo extraño. Rápidamente aprecié mi cuerpo y este se había convertido en un cúmulo de humo blanco y brumoso.

El bello paisaje que maravilló mi vista ahora era tétrico. Comencé a precipitarme raudamente sin señales de detenerme. Cada vez adquiría una velocidad mayor y apreciaba como mi final se acercaba a cada metro que descendía. Cerré mi ojos ante la inminente muerte, pero esta nunca llegó. Me había detenido a escasos metros de estamparme contra la tierra.

Me encontraba sobre una extensa pradera que se perdía hasta el infinito.

—¿Dónde estoy? —dije inconscientemente. En ese momento lo recordé, las palabras de Dios—. Debo encontrar a ese ser.

Aunque existía un problema, no poseía mis patas. Todo mi cuerpo había desaparecido.



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En el texto hay: tragedia, gore sangre accion, romance

Editado: 21.05.2023

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