El Gran Reinicio Parte Ii: Declive

Capítulo 14 : Desayuno

 

El silencio de la noche acrecienta la intranquilidad que carcome mi mente. Pese a creer que ya había asimilado todo lo ocurrido, solo ahora puedo ordenar el mar de información que he recibido, me domina el terror. Aunque… ¿es miedo lo que siento? No, no es algo tan simple como esa única emoción.

Sin saber el cómo, sucede. Finalmente caigo rendido ante el cansancio. En parte físico, pero también mental.

Nada ocurre en mis sueños, solo un interminable escenario vacío acompaña estas horas de descanso. Lo agradezco dado que…

—Guille… —susurran un par de voces.

Cuando había asimilado que nada ocurriría, esa frase arremete la calma que mantenía. Volteo lentamente la mirada para observar a mi espalda, ahí están. Un nudo asfixia mi garganta al instante en que mi mirada se clava en ellos.

—Ma… madre… padre… —Mi voz apenas logra esbozar esas palabras con dificultad.

Ambos se mantienen con una mirada de decepción, no, es una mirada de asco hacia mi existencia. Como si estuvieran a nada de vomitar.

—¿Cuántos…? ¿Cuántos más deben morir por tu culpa?

Es solo un sueño, cálmate. Ya sabes que estás soñando. Tranquilízate maldita sea, debes…

Alzo la mirada cuando una gota cae sobre mi frente. De un segundo a otro comienza a llover, mas no es una lluvia corriente. Sangre espesa me empapa por completo hasta cubrirme en un manto rojizo, el cual desprende un aroma a putrefacción que es repelente.

—Guille… —Un nuevo susurro aparece.

Reconozco esa voz, es Kala.

Al fijar mi mirada en ella provoca que mi interior sea remecido violentamente. Luce una herida profusa en su estómago, un torrente negro y fangoso emana desde aquella zona, un flujo lento y espeso que cae de manera estrepitosa al suelo, haciendo que la sangre salpique en todas direcciones. Infructuosamente trato de alcanzarla, pero bajo mis pies emergen brazos ennegrecidos y huesudos que me detienen. Estos me hunden hasta perderme en las profundidades del mar de sangre.

Logro despertar sin previo aviso cuando dejo de respirar, jadeo con angustia por un instante aunque cubro mi boca de inmediato. Con recelo observo el reloj, el cual marca las cinco de la mañana con contados minutos. Vuelvo a recostarme y seco el sudor de mi frente.

Nadie me acompaña en mi habitación, Bianca aceptó mi petición de estar solo por esta noche, debía pensar sobre todo lo ocurrido y lo que ocurrirá.

Los minutos transcurren y vuelvo a mi estado anterior, me es imposible regresar a dormir. El tic tac del reloj pareciese que aumentara en intensidad, mas no en rapidez.

¿Qué debo hacer? Eso lo sé, aunque, ¿cómo? ¿Cómo evitaré la muerte de Kala? Esto escapa de mis manos. Es Dios, un ser el cual tan siquiera puedo imaginar su poder. La resolución que me había autoimpuesto comienza a tambalear. Solo fueron palabras sin ninguna clase de fundamento.

Inspiro profundamente y arrojo las sabanas con ira.

Deja de pensar así maldito imbécil. No lograré nada si sigo dando vueltas sin sentido.

—Necesito una ducha fría —declaro hacia mí mismo.

Mis pensamientos siguen arremolinados pese ya estar vestido. La frialdad del agua fue de ayuda, aunque no lo suficiente.

Sin nada más que hacer en estás cuatro paredes, lo mejor es cambiar de aires. Dejo mi habitación y de inmediato soy recibido por Astrid. Ella se mantiene estática por un segundo, hasta que finalmente habla.

—Buenos días rey, espero que haya descansado apropiadamente —dice mientras hace una reverencia.

—Buenos días… No es necesario que vuelvas a hacer esto.

—¿Qué cosa?

—Esperar fuera de mi habitación.

—Como usted lo ordene.

—No es una orden.

—Entonces volveré a hacerlo si usted me lo permite.

Dejo escapar un suspiro ante su mirada decidida. Su ojo destella una convicción aplastante.

—Haz lo que quieras.

Caminamos hasta bajar las escaleras, aún es temprano como para despertar a los demás.

—Perdone mi intromisión pero. ¿Qué hará rey? —pregunta cuando abro la puerta principal.

—Algo de calentamiento leve para estirar mi cuerpo.

—Si me permite preguntar otra cosa. La verdad es que me gustaría acompañarlo en su ejercicio matutino. ¿Puedo hacerlo?

Me detengo en seco y volteo a verla, en mi rostro se refleja una muesca de enfado.

—Escúchame, no necesito a uno o seis perros falderos que estén preguntando cada cosa que pueden o no hacer. No soy su padre.

—Es nuestro rey.

—No me importa, solo… —Inspiro profundamente dado que estaba por desquitarme con ella—. Cuando estime que necesite algo de ustedes se los diré, por lo demás son libres de actuar como quieran. Solo sigan las reglas básicas de un hogar.

La luz del día comienza a asomarse entre las contadas nubes del cielo. Con ello logro vislumbrar como el rostro de Astrid se relaja y sonríe de manera genuina. Un cabello de su frente se posa sobre la cicatriz de su ojo izquierdo, el cual termina su camino al toparse con los lentes cristalinos de oscuro marco. El celeste y deslumbrante iris derecho pareciese que brillara por sí mismo, compensando el hecho de que mantenga el ojo izquierdo cerrado. Su cuerpo es liberado de un peso asfixiante que cargaba en silencio.

—Ahora luce mejor, rey.

—¿De qué estás hablan…? —Claro, ella era la única que podría recibirme esta mañana sin alterarse por ello—. ¿Tan evidente era mi estado?

—Con todo respeto… sí.

Doy la media vuelta y retomo mi andar hacia el claro del patio.

—Veo que son más que simples perros falderos.

—Gracias por el alago rey —responde.

Así que era evidente mi preocupación. Ella comprendía que todo lo que me revelaron terminaría por afectarme. ¿Cuántas horas estuvo despierta esperando a que abriera la puerta de mi habitación? Puede que tan siquiera haya dormido por estar atenta a ello. Si los otros me hubieran visto comprenderían que algo ocurrió.



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En el texto hay: tragedia, gore sangre accion, romance

Editado: 21.05.2023

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