El Gran Reinicio Parte Ii: Declive

Capítulo 16 : Compras Y Caos Parte II

 

* Astrid:

 

La verdad es que sigo preocupada por el estado mental de nuestro Rey. Pese a lo que demostró esta mañana y durante el desayuno, la duda sigue presente en mí. ¿Qué debo hacer? Esa es la pregunta que me repito segundo a segundo. No solamente soy la mayor de los seis, soy quien debe de velar por el bienestar de nuestros reyes y mis hermanos.

Rememoré el pasado cuando nuestro Rey dejó escapar ese asfixiante sentimiento de ira e impotencia la noche de ayer, solo un ínfimo instante bastó para que una lluvia de recuerdos inundara mi mente. Sí, ira e impotencia, esos sentimientos también se plasmaron en mí cuando Veldor Danmu murió sin que pudiera hacer nada. Su dolor fue transmitido hacia mí de una manera tan abismal que… me aterró. Mas no fue por él en sí, me aterró el no poder ser útil.

Mi existencia es la de ser la cabecilla de los Draldar y servir a nuestros reyes, pero. ¿De qué sirvo si solo puedo observar y esperar a que de alguna manera todo se solucione? ¿Realmente merezco ser la primera Draldar? ¿Cómo puedo evitar que ninguno de ellos sufra por mi incompetencia? Preguntas que se acumulan más y más sin ningún final visible.

Por lo anterior es que decidí buscar respuestas, una y otra vez me planteaba distintos escenarios en donde mi existencia marcaba alguna clase de diferencia. No es solamente el servir a nuestros reyes, es también por complementar el hecho de que “yo” sea alguien, sea ese alguien que cumple su papel. El cabecilla de los Draldar, quien vela por la seguridad y futuro de los contenedores de nuestro Dios Alado, ese alguien es quien debo ser. ¿Cierto?

Es fácil decirlo y solamente pretender que puedo marcar la diferencia, pero al menos algo haré, si solamente me mantengo estoica y me congelo ante mis dudas, repetiré los mismos errores del pasado. No quiero volver a experimentar la angustia de ver como nuestros reyes sufren… aunque el dolor es inevitable. Especialmente por la maldición que fue impuesta por Dios.

“Si el contenedor del Dios Alado desea usar su verdadero poder, debe de asimilar el mana de quien posea la otra mitad de su ser. Quien antaño fuese conocida como Jhú, cargará con la maldición de morir una y otra vez para servir de detonante y así liberar el poder del contenedor de Vuldar. De esta manera Jhúvuldar renacerá en su totalidad”

Sé que debo cumplir con mi propósito y asegurarme de que la Reina muera por el bienestar del Rey. Pero… pero… ¿existirá alguna otra manera? De ser posible daría mi vida para evitar que eso suceda, mas no conozco la forma.

De esta manera vuelvo a perderme en mis inseguridades, hasta que una pequeña me hace ver que estoy demostrándolo en mi rostro.

—¿Señorita Astrid, le ocurre algo malo? —susurra Alice tímidamente mientras me observa preocupada.

Despejo mi mente por completo para retornar a mi semblante “normal”. Flecto levemente mis rodillas para reducir mi altura al mismo tiempo que sonrío cálidamente, para así lucir más afable ante sus ojos.

—No es nada pequeña Alice, es solo que estaba repasando los productos que compraremos el día de hoy. Lamento que se intranquilizara por mi culpa. —Toco mi pecho con la mano derecha y hago una reverencia.

Al ver mi reacción, la pequeña Alice se sonroja y agita sus manos sin control.

—No, no es necesario que… levante su cabeza por favor. Pe-perdón por molestarla.

Replica mi actuar e inclina su cuerpo torpemente, pero tierno al mismo tiempo.

Poso mi mano sobre su mejilla y activo mi Almacén Personal, sin que ella lo notase. Extraigo una paleta de moslast con centro de frutilla, uno de los tantos dulces que siempre guardo para mí. Al instante en que alejo mi mano de ella, revelo ante sus ojos la paleta de tonos verdosos y rojizos.

—Nada mejor que algo dulce para recuperar la felicidad.

—¿He? Yo… yo no merezco que usted…

—Oh, entonces. —Finjo una mirada triste y melancólica, con la punta de mis dedos seco lágrimas inexistentes para acrecentar mi actuación—. ¿Considera que esto es asqueroso? Y yo que tanto me esmeré en elegir una paletita lo suficientemente dulce y suave para usted. Mala, mala Astrid.

La pequeña Alice responde como esperaba. Sin dudarlo un solo segundo más, estira sus manitos y me ruega con entusiasmo.

—Acepto con gusto la paleta. Señorita Astrid, no se ponga triste.

Ella la recibe con una sonrisa de oreja a oreja, aunque está claramente agitada, entonces comienza a degustarla con entusiasmo.

—¿Segura que está buena?

—¡Sí, es increíble! Es la mejor paleta que he probado en mi vida, lo juro.

Ambas nos observamos por cortos pero extensos segundos. Es suficiente. La expresión en mi semblante cambia rotundamente y sonrío con ímpetu.

—Bien, escuchar eso me rellena de energía.

Como si fuera un acto coordinado, desde la puerta de la tienda especializada en productos femeninos, las demás aparecen al instante en que concluyo mi frase. Tardaron mucho menos de lo que esperaba. La señorita Bianca es quien lidera al grupo de mi Reina, Kaira y Kaysa. Dicha tienda expele un aire femenino desde cada centímetro de su fachada.

—Gracias por esperar junto a Alice —dice la señorita Bianca.

—No es necesario agradecer, de hecho soy yo quien está en deuda con usted señorita Bianca. Aún no me acostumbro en pensar que mis hermanitas ahora son mujercitas —respondo con total sinceridad.

—¡A-Astrid, por favor no digas eso en voz alta! —El rostro de Kaysa se torna de un rojo absoluto, incluso no controla el hecho de que alza la voz con todas sus fuerzas. Por ello las demás señoritas que estaban en las cercanías la observan de reojo, con una mezcla de compasión y algo de vergüenza ajena en sus expresiones.

Ella se percata de lo anterior y trata de cubrir su rostro con sus manos, aunque sus orejas sonrojadas denotan que su pudor ha alcanzado niveles exuberantes.



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En el texto hay: tragedia, gore sangre accion, romance

Editado: 21.05.2023

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