Al desviar aquello no percaté que lo dirigió hacia mi, me dio poco tiempo para colocar mi propio escudo y me lastimó severamente; le vi aquella sonrisa, pero tuvo el error de descuidar su poder cuando Andrea y Denisse crearon una llamarada a su alrededor y en cuanto ocurrió tomé la daga, lanzándola directo a su corazón, se escuchó el rugido de Giancarlo cuando le propinaron el golpe final: entre Carlos, Gabriel y la doctora, le dieron un gran golpe telepático arrancándole la cabeza y haciéndola polvo al igual que su cuerpo.
- Hasta nunca, Gian.. -escuché murmurar a Andrea mientras disminuía el fuego hasta hacerlo desaparecer.
Nadie se movía luego de observar aquella escena salida de una película de acción, poco a poco recuperaron el aliento y posaban sus miradas en nosotros; Linares y mi hermano caminaron hacia el señor Camilo con su hija salvada de aquel infierno vivido durante esos días, Isa no dudo en salir disparada a abrazar a su padre sin contener su alivio por volver a verlo desde la tarde que fue secuestrada.
Al terminar aquel reencuentro, se volvió a nosotros y me abrazó fuertemente agradeciéndome haberla rescatado, le aseguré que no iba a dejarla pagar algo que fue parte de mi pasado, y corrió hacia los demás quienes se alegraron al verla viva; volví la vista hacia mi hermano, mirándome orgulloso por haberle hecho frente al vampiro más poderoso del mundo. Caminé hacia él fundiéndonos en un abrazo de hermandad, soltando una lágrima por haber protegido a mis seres queridos con mi vida.
- Lo hiciste muy bien, Gabriella -susurró a mi oído.
- No lo habría hecho sin su ayuda -confesé, era cierto: sí no hubiesen llegado a Nápoles, el desenlace hubiese sido otro.
- Lo hicieron, chicos -escuché la voz de Denisse, me separé de mi hermano y la miré: tenía cabellos fuera de su lugar luego de aquella batalla- Nos salvaron a todos.
- Tú también ayudaste con las investigaciones -la miré con una leve sonrisa- Todos ustedes ayudaron.
Nos dimos un abrazo, aliviadas por cobrar la cuenta que teníamos con Ian, ahora podríamos vivir en paz. Observé sus ojos mirando a Leo y me volví hacia él, caminando segura y adolorida por la pelea; sus ojos habían regresado al café de siempre y me dedicó una leve sonrisa acariciando mi mejilla, coloqué mi mano sobre la suya completamente aliviada de recuperar a mi Leo... A mi guardián de la noche.
- Te pido disculpas... -comenzó a decir, lo callé con un breve beso en los labios, asegurando que no había nada que perdonarle, Giancarlo nos quería ver separados y pensó que su plan funcionaría, y le salió el tiro por la culata.
- No logró su propósito, esta guerra terminó definitivamente.
- ¡Hermano! - exclamó Nati, corriendo hacia nosotros y tirándose a sus brazos feliz y aliviada por verlo bien y de nuevo en el instituto- Sabía que regresarían, jamás perdí la esperanza en ustedes.
Nos dirigimos hacia nuestros amigos mientras preguntaban lo que sucedió en esos días, prometimos contarles todo a su tiempo; volví la mirada en Andrea quien estaba acercándose a Damián... Había olvidado que permanecía inmóvil gracias a Leo. Al darse cuenta lo miró y rompió con aquello permitiéndole movilidad, quedaron frente a frente. Leo tomó mi mano y comenzamos a caminar hacia ellos.
(Andrea)
Habían pasado más de novecientos trece años desde que miré a Damián por última vez, todos esos siglos separados, y cambió en su actitud cuando Lorenzetti atacó nuestro pueblo...
- No tienes el vestido puesto -fue lo primero que dijo, mis pupilas se aclararon a un azul oscuro.
- Con ese vestido fue el ataque, ha quedado en el pasado... Junto con los recuerdos de aquella vida.
- ¿Crees que puede existir vida para nosotros? ¿Luego de lo que ha acontecido? -le cuestionó mirándola.
- Claro que puede existir -dijo Gabriella; eso era más que evidente- A pesar de su historial de vida junto con Giancarlo, todos tenemos una segunda oportunidad.
- Quizás ella tenga razón. -dije- Antes de todo aquello, vivimos una gran vida... Podemos intentar en recuperar aquello.
- ¿Regresando a Madrid? -cuestionó, negué con la cabeza.
- Viajando a París -posé la mano en su mejilla, siempre soñé con visitar aquella ciudad y conocer la Torre Eiffel.
Él lo sabía.
- Iremos a donde pida ir, mi princesa -tomó de mi mano- Tú y yo únicamente.
Asentí. Miré a aquella chica y al muchacho, nuestros 'gemelos' de la actualidad, lo cual me causó curiosidad... La chica era idéntica a mi, solamente su cabello era castaño y sus ojos grises, en lo demás parecíamos dos gotas de agua. Y en que ambas éramos vampiresas.
- Andrea Montenegro Almonte -le estiré la mano.
-María Gabriella Álvarez -respondió ella estrechando la suya.
- Creo que esta es la despedida, finalmente podremos vivir tranquilos. Gracias a ustedes dos, y a sus amigos -sonreí.
(Gabriella)
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vampiros, vidas pasadas, novela juvenil con un poco de accion
Editado: 27.12.2018