El Guardián de la Noche: Regreso al Instituto © [libro #1]

Capítulo 8: Llamada

Narra Gabriella

 

Desperté a la mañana siguiente de aquel descanso en el que me había puesto Leo, la primera cosa que miré fue su rostro que estaba inclinado esperando a que abriera los ojos; tomé su rostro con mi mano mientras lo acariciaba suavemente.

- Buenos días. -dijo Leo mirándome relajado, se acercó a mi rostro dando un breve beso en la mejilla.

- ¿Qué hora es? -cuestioné amable al reincorporarme y reclinando mi cabeza junto a su pecho, aquel descanso había servido para recuperar las energías que perdí durante el día de ayer me sentía mejor y dispuesta a seguir nuestro camino hacia Nápoles.

- Siete treinta.

- Tenemos que seguir nuestro camino..

- Y lo haremos pronto. Por lo pronto, necesitas algo para comer -se levantó de la cama para alcanzar una charola que estaba en la mesa, en ella había un plato con fruta picada y un vaso de jugo; no era necesario ingerir comida ahora que era vampiro ya que sobrevivía a base de sangre, en ocasiones te mantenía lleno pero no totalmente satisfecho como al beber sangre. Asentí como agradecimiento.

- Gracias, creo que extrañaba comer algo; ¿Tu no desayunarás?

- Ya lo hice, mantuve guardia la noche entera mientras dormías. Todo estuvo en orden al parecer, me agradó verte descansando luego de vario tiempo.

- Me agrada la idea de verte al amanecer, y que cada noche seas lo último que mis ojos ven antes de sumergirse en sueños en donde apareces.

- A pesar de la situación en la que estamos, me das motivos para querer destruir a aquellos dos -tomó mi mano apretándola con suavidad, su voz era amable pero a la vez seria -Y terminar con todo lo que nos ocasionaron, al pueblo entero y a miles de lugares donde han puesto pie.

Aquella actitud que tenía me fortalecía, me hacía responder la pregunta que siempre me formulaba en mente...sí no fuese por Leo que había estado en los primeros días de mi nueva vida no se que sería de mi; así como lo que agradecía al Dios de la Salvación por haberme permitido conocerlo, o reencontrarlo, y me ayude a entender las situaciones que pasaban en este mundo. Me acerqué a sus labios y le obsequié un breve beso.

- Por Dios Santo que le pondremos fin a esto -dije al final antes de disponerme a tomar aquel ligero desayuno.

Por algunos minutos charlaba cuando un timbre de celular me sacó de aquello, Leo sacó el aparato poniendo el altavoz con el fin de que también pudiera escuchar.

- ¿Diga?

- Leonardo, María Gabriella; finalmente he podido contactarlos -era la voz de Gabriel, mi hermano quien se había quedado en el instituto para ayudar a los guardianes con respecto a la seguridad de los estudiantes.

- Gabriel, ¿Cómo están las cosas por allá? ¿Están bien? -cuestioné con un leve tono de preocupación.

- No te preocupes, Gaby, todo ha estado bien. Afortunadamente todo ha estado más tranquilo que el otro día; sus amigos están bien, han querido hacer lo posible para ayudar ante esta situación.

- Lo que pueden hacer que será de mucha ayuda es que estén tranquilos y que mantengan a los estudiantes bajo control, sin que se alteren y que confíen en los guardianes su protección -dijo Leo con seriedad -Y que no intenten nada que pueda poner en riesgo sus vidas.

- Yo me encargaré de eso -dijo Gabriel-  Todos los guardianes han estado alerta desde que entraron aquellos dos, tienen que estar ahí lo más pronto que puedan. ¿En dónde se encuentran en este momento?

- Milán. Estamos a punto de ponernos en marcha, intentaremos llegar a Nápoles lo más pronto posible.

- ¿Nápoles? Con que ese es el nuevo escondite de Giancarlo...

- ¿Nuevo escondite? ¿Cuál era el antiguo? -cuestioné a Gabriel por el móvil.

- Por trescientos años estuvo localizado en Gran Bretaña, cuando rondé por el país británico lo miraba infinidad de veces. ¿En cuánto tiempo creen que lleguen a la ciudad?

- Será cuestión de unos días, una semana a más tardar.

- Tienen que hacerlo lo más pronto que puedan, puede que Giancarlo Lorenzetti sea un caballero hasta donde él quiere.

- Llegaremos hermano, detendremos a aquel hombre -aseguré yo- Gabriel, dile a los chicos que no se preocupen por nosotros, regresaremos bien. Lo prometo.

- Suerte en su viaje, muchachos, la necesitarán.

- Seguiremos en contacto.

- Hasta luego.

Colgó el teléfono mientras lo puso en la mesa y me miró.

- ¿Lista para continuar nuestro camino?

- Más que lista -dije con energía.

- Dejaré que te cambies de ropa.

Quedé un poco confundida, ya que no habíamos empacado nada para nuestro viaje, antes de poder formular preguntas se levantó y fue directo al armario que había en la recámara de a lado y regresó con una ropa negra: se trataba de una blusa con mangas de tres cuartos, un pantalón de cuero y una chaqueta; había llevado unas botas para el camino.

- Gracias Leo, en ocasiones me sorprendes por la manera en la que consigues cosas sin que pueda percatarme.

- Soy demasiado hábil, es todo lo que tienes que saber -dijo con una sonrisa en el rostro- Regresaré en quince minutos.



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En el texto hay: vampiros, novela juvenil, magia

Editado: 18.06.2018

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