–¿Sí? – Abro la puerta mientras me rasco el ojo izquierdo. Comenzó a punzar de la nada. Joshua no se ve nada bien...Aprieta mi brazo y gruñe.
– ¿Dónde está? –Ve mi habitación.
– ¿Quién?
– Sabes porque estoy aquí, hermano. No juegues conmigo, sé que de vez en cuando la sigues por la ciudad.
– ¿Yo y quien más, Joshua? – Sonrío. – Aquí no está y no la he visto... ¿Por qué no le preguntas a Lena qué te hable de los otros que la siguen? ¿Eso no te ha comentado o no te has dado cuenta? La he seguido porqué quiero saber quién es ella. Tú le has dicho quién eres y porqué vives así, pero, apuesto que tu querida novia no te ha hablado de ella. Me has impresionado, Josh, ¿alguna vez te he fallado?
– ¿Quién?
– ¿La persigue? – Pregunto tajante.
Zafo el brazo, acomodo mi pelo lejos de mi frente para observar bien a mi hermano. Scott entre tanto alboroto se pone pálido, me mira esperando respuestas que yo no puedo darle. Joshua gira la cabeza y lo ve, después vuelve sus ojos hacia mí y me toma del cuello. Me enseña sus dientes apretados con ira. Scott le pide que me suelte.
– ¿Qué es lo que sabes?
– Nada...aparecen en un parpadeo y en otro desaparecen, por eso hay que darles caza, pero...siguen siendo los mismos sujetos...Y a ella…– Hago una pausa. – Siempre la pierdo de vista. A veces la vuelvo a encontrar por los lugares que cotidianamente visita, cómo la universidad, Hyde Park, el metro y su pub favorito…No sé dónde vive. – Sonrío con sorna. – ¿Acaso estás tan enamorado qué no te diste cuenta de que te miente?
Joshua puede oler las mentiras, el miedo, la tristeza y tal vez a los asesinos, no es que tenga el olfato muy desarrollado, pero, es muy perceptivo. Sabe que le digo la verdad porque su mirada se ablanda. Vuelvo a tocar el suelo, muevo mi cuello para relajarlo después de la tensión. Mi hermano suspira y se encoje de hombros.
– Ella no me ha mentido…Yo sí y mucho.
Scott nos observa sin decir nada y espero que no lo haga, porqué si dice lo que teníamos planeado nos meteremos en un embrollo más grande y Lena está desaparecida. Ha arruinado el plan.
– ¿No le has dicho quién eres en realidad? – Pregunto incrédulo.
Joshua niega con la cabeza. Yo le tomó de los hombros para qué me mire a los ojos, muerdo mi labio mientras recuerdo sus palabras.
– Ella lo sabe. – Digo dolido. – Pensé que nos habías traicionado…Fue por eso por lo que comencé a seguirla…
«Ese día me confundió contigo, me dijo que estabas por llegar a Londres, comentó estarse acostumbrando a tu ausencia y después me replicó estas palabras: “Temo que algún día no regresé porqué alguien cómo tú lo mató por buscar venganza. Sé que ustedes pensaron que estuvo muerto por mucho tiempo...”
Mis hermanos me miran sorprendidos. Con la cara que ha puesto Joshua le creo que no le ha dicho nada. Está sonriendo de medio lado, hace que lo suelte de los hombros y saca algo de su bolsillo.
– Aparte qué sé que la seguías porque te vi, encontré su casa hecha un desastre…en su “cajón secreto” encontré esto. – Me enseña una tarjeta de presentación. – Fue por eso qué vine hasta acá… – Scott y yo intercambiamos miradas.
– ¿Tú se la diste Scott? – Mi hermano niega con la cabeza. – Eres él único de nosotros que siempre trae tarjetas cómo esta…y firma los asesinatos.
– Y soy el único que no la ha visto desde el día que la conocimos… – Rezonga. – Yo no sé la di. Acéptenlo, no saben quién es ella…Tú mismo lo dijiste ese día Joshua, tu presa te enamoró…
Scott le arrebata la tarjeta de la mano a nuestro hermano, nos da la espalda, y se va caminando por el pasillo hasta llegar a su habitación en dónde desaparece dando un portazo. Joshua me mira.
– Tú y yo tenemos cosas que hablar.
– ¿Cómo qué?
– Tu viaje a Liverpool se cancela… – Sonrió.
Lo odio…de verdad que a veces lo odio. Sí el no lleva un paso delante de mí, debo ser yo, pero ahora él me ha ganado.
– Bien, bien…– Respondo. – Así que ahora estamos jugando a los espías.
Joshua pone los ojos en blanco y suelta un “ja”, luego da un bufido y comienza a andar hacia la sala. Toma el control remoto de la mesa lateral y apaga la televisión. Se sienta en el sofá, extiende sus brazos en la cabecera; da un suspiro.
– Dorian, desde que me fui no quería saber nada de este oficio…fue mi culpa haberme engañado qué tendría una vida normal, pero…no es así, sigo siendo él mismo o peor; no estoy conforme de ser cómo ahora porqué estoy pagando por los pecados que cometí, pero, mi orgullo es más grande que mi compasión por mí. Sí los abandoné fue porque tenía que aprender a controlarme; tenía miedo de matarlos en un arranque de mi paranoia, ira, estrés y ansiedad, por lo tanto, los he vigilado…Eres muy impredecible, Dorian, lo admito…
Trago saliva ¿Qué error cometí para que se diera cuenta de mis intenciones? Me siento alterado y por eso me he quedado pasmado en el pasillo tratando de recordar en que me equivoqué.
– No sé qué planes tienes en mente con respecto a Lena, los engañaste a todos diciendo que vas a matarla, pero, tú sólo quieres saber por qué sabe los secretos. Sólo quiero decirte que cuando dicen su nombre todos ustedes destellan un brillo especial en sus ojos…y, además, la han visto por lo menos una vez desde que vive aquí en Londres; debo aclarar que a mí me han frecuentado más veces y por eso me di cuenta…como se ponen al hablar de ella. Si te preguntas porqué me enteré del viaje a Liverpool…vi un folleto de la aerolínea en el cesto de basura de tu habitación. – Me mira y sonríe. – Y por tu cara he acertado.
Cierro los ojos. En este preciso momento siento que mi rostro está caliente; debo estar cómo un tomate. Estoy avergonzado…Ni siquiera trato de emitir una palabra porque voy a tartamudear.