Belial analiza el contenido de los dos capítulos que ha leído. Recuerda cada párrafo e imagen que se plasmó en su mente al estar leyendo. Scott ha soñado a Lena cómo él y, por si fuera poco, empieza a sospechar que los viajes astrales pueden ser posibles. Lena hablaba mucho de ellos, decía que los sueños eran la verdadera vida porque el mundo físico sólo se creó para aprender de los misterios que el universo no podía explicar. Él, como siempre, se reía de las pláticas de la joven creyendo que ella, creía en esas teorías por el simple hecho de ser joven y escritora.
– Hay vida después de la muerte, Belial. – Le recalcaba Lena. – Es una lástima que cuando sueño contigo, tú no te acuerdes.
Belial alguna vez tuvo el valor de preguntarle a Lena que soñaba con él, con una sonrisa inocente y ruborizada le respondió: Tenemos aventuras que un buen libro plasmaría en sus páginas...eres un buen compañero, Bel. Aventuras que este mundo no creería, sueles ser quién me busca para ayudarte a salir de líos y los malos llegan a sabotear el plan.
– Susan... – Dijo Belial intentando recordar la procedencia de la difunta. – ¿De dónde era Lena?
Susan, veía un poco de televisión antes de dormir y miró a su esposo.
– No lo sé...– Respondió la mujer con seguridad. – Tal vez nació en el sur o en oriente...que extraño que no lo sepas...Puedes buscar en internet la biografía de Nathan, saldrán sus parejas, te lo aseguro
– No habla mucho sobre eso...igual que Lena, es todo un misterio.
– Quizá en la historia encuentres la respuesta. Vamos a dormir, ya es tarde.
– Me quedé en una parte interesante, amor. Creo que esta vez...me dormiré más tarde.
– Buenas noches, corazón. – Susan sonrió. Apagó el aparato de televisión, pero, Belial no pudo deshacerse del libro a pesar que su esposa lo dejó con los ojos abiertos en la oscuridad; le miró la cabellera y le deseo buenas noches antes de encender la luz de noche.
Quería saber que le esperaba a esos hermanos tan misteriosos y a él por seguir generando teorías en su mente... se estaba obsesionando, culpaba a Lena, muerta, pero, le había dejado ese manuscrito y ahora, no sabía cómo lidiar con sus emociones y no quería molestar a su esposa... lo apoyaría, pero, aunque intentará de explicarle a Susan su sufrimiento, ella no lo entendería del todo, porqué él tampoco lo hacía.
Su mente vagaba por la historia cada que le tomaba ventaja y no lo dejaba disfrutar del presente de vez en cuando, como esa noche, que ya llevaba más de una hora leyendo y seguiría haciéndolo hasta que él mismo se pusiera un alto.
Mientras se acomodaba en la cabecera de la cama, juraría que por su vista periférica había visto la silueta de Lena a lado del buro de la cama mirando fijamente en dirección a la televisión, si pudiera darle una descripción a su rostro, diría que su semblante era neutro, sin una emoción que pudiera delatar sus sentimientos en ese momento y su ropa era, la misma que tenía en el funeral.
– Sigue leyendo y ve a dormir después...