El guardián del tiempo

Thomas

Ha pasado una semana desde que Lena desapareció y cinco días que hemos tratado de contactar a Andry Wolfgang. Hemos intentado contactarlo por el medio que una persona normal cómo nosotros haría, ir a los lugares a donde asistirá por los conciertos que dará en la ciudad, tenemos suerte que ha empezado una gira nueva, aunque, para nuestra desgracia no alcanzamos boletos VIP; así que el día de hoy lo buscaremos de la única manera que sabemos. Joshua y yo hemos dedicado el día de ayer a espiar a su personal de seguridad con el fin de distraerlos y así poder dejarlos un tiempo inconscientes. Lo difícil será distraer al gigante guarda espaldas…pero, creo que eso será trabajo de Joshua y no mío, es experto en enfrentar a personas del tamaño de Kingpin. 

— ¡Thomas! — Grita Joshua. — Ahí vienen. 

Me levanto de la banca. Estoy leyendo el último libro de las Crónicas de Narnia…creo que Taslan tendrá que esperar… 

— Entonces… — Digo mientras me rasco el mentón levantando la cabeza, echándole un vistazo al gigantón. — Lo noqueas y yo voy por Sir Andry. 

— Sí, sólo no llames mucho la atención. 

— Vale. — Suspiro.  

Guardo mi libro delicadamente en mi bolsa de viaje, comienzo andar en dirección al objetivo, Joshua ya va diez metros delante de mí. Está entablando una conversación con el gigantón y el padre de Lena, el guarda espalda parece estar un poco incómodo, y por la forma en que Sir Andry lo ve, parece no estar de buen humor.  

Es mi turno, Joshua ya ha hecho de las suyas y ha dejado inconsciente al grandulón, por suerte ya estoy a un paso de ellos.  

— Señor Wolfgang, sígame por favor… 

— ¿Quieren mi dinero? Llévatelo. 

— Mi buen señor, no quiero eso… — Digo bajando su billetera; veo que tiene una foto de Lena, de esas que dan cuando egresas del bachillerato.  

— Sólo camine sin llamar la atención… 

— ¿Qué es lo que quieren? ¿Quiénes son? 

— Queremos que nos hable de Lena. — Contesto. 

Joshua está atrás del sujeto que llevo caminando a la fuerza a mi lado tomándolo del brazo, miró a mí alrededor esperando que las personas que caminan por la calle no se den cuenta de lo que en realidad está pasando. Creo que no les importa que Andry Wolfgang vaya a mi lado con la cara llena de incredulidad. Lo conducimos pues, hacia el túnel del subterráneo. Quien sabe a qué estación vamos a detenernos después de lo que pase. 

— ¿Lena? — Pregunta con seriedad. 

— Sí. — Responde Joshua con el mismo tono de voz. — Sabemos que eres su padre. 

— ¿Cómo? — Pregunta.   

Mi mano está comenzando a temblar, pero, no soy yo el que está haciéndolo.  

Joshua por su parte se detiene, niega con la cabeza y me dice que nos desviemos por la calle Warren. Pasamos el tráfico, esquivamos personas, bicicletas…más personas…salimos por un callejón que lleva a una casa muy antigua en la esquina, parece que mi hermano conoce muy bien estos rumbos. Se detiene, estamos frente una casa. La puerta blanca de madera es muy moderna para la arquitectura del inmueble. 

— ¿Por qué estamos aquí? — La pregunta ha sido cuestionada con un tono de ansiedad. 

Observo al señor Wolfgang que se ve muy mal, su frente esta perlada en sudor. 

— ¿Conocían a Zanna? – Joshua y yo cruzamos la mirada. —¿Qué es lo que quieren? 

— ¿Por qué está asustado? —  Cuestiona mi hermano.  — ¿Tan mal está su situación con su hija? 

— ¿Quiénes son ustedes? — Pregunta nuestro rehén.  Estoy empezando a sospechar que me encuentro afuera de la casa del abuelo de Lena. Con razón Dorian nunca supo dónde vivía. 

— ¿Abrieron el caso otra vez? 

— Caracoles… — No puedo evitar darle una mirada a mi hermano. 

— ¿Han encontrado más pistas?  

Esta situación me está confundiendo más de lo normal ¿Qué caso? ¿Cuáles pistas? ¿A qué se refiere? ¿Qué pregunta podemos hacer cuando se presentan más de las que no estoy en condiciones de responder porqué no sé nada?  

— ¿Por qué me trajeron aquí? 

— Está es la casa de Lena…— Responde Joshua. 

— Era de mi padre…murió hace tres años… — Niega con la cabeza lamentándose. —¿Ustedes son detectives…o?  

Ya he perdido la cuenta de las veces que he mirado a mi hermano a los ojos desde que hemos encontrado a este señor. Sí hago la pregunta estúpida, creo que ya sé la respuesta; sin embargo, no sé cómo formularla para qué no se vea tan obvio de que no somos detectives. 

— Hace pocos días se reportaron disturbios en la casa, señor. — Hablo al fin. — Su hija Lena se ha metido en problemas esta vez… 

— ¿Qué? ¿Lena? — Su incredulidad me está carcomiendo los sesos. — ¿Están seguros? ¿No es una broma? Sí lo que quieren es molestarme, están acabando con mi paciencia…¿o son ustedes los que las atacaron? 

— Estamos hablando de su hija Lena Wolfgang…somos sus amigos…Lleva días desaparecida y usted parece sospechoso ante su desaparición… 

— ¡Por eso he estado preguntando quienes son! ¡¿Quién demonios son ustedes dos?! ¡Ella no puede estar desaparecida! ¡Su nombre era Zanna! 

— ¿Qué? — Pregunto soltándolo del brazo. 

La mirada que nos dedica es aterradora, sus ojos azules destellan un brillo inigualable, el color es el mismo que en los ojos de Lena; aunque en sus ojos nunca percibí el odio que ahora puedo sentir rodear todo mi ser. 

— ¡Mi hija está muerta! — Grita con enojo. — ¡Murió hace dos años! 

Nunca he sentido cómo es cuando te tiran un balde de agua fría en el cuerpo, bueno, ahora en este momento, creo que estoy percibiendo una sensación similar; aunque la sangre  está en mis pies. 

Joshua está perdiendo la razón, está temblando de pies a cabeza, los músculos de su cara están tan tensos… que no me gusta…nunca se me ocurrió que si perdía el control de su ser, era mala idea venir solo en su compañía, porqué no voy a poder con él, está clasificado cómo peligroso para alguien que está solo…puede llegar a ser cómo la mujer que escribió The Babadook o peor. 




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