El guardián del tiempo

Dorian

 

La fría sensación de mi espina dorsal al escuchar la voz de mi hermano provoca que actué rápido antes que se altere e incomode a los demás pasajeros del tren. Pongo una mano en su hombro y lo jalo para que se siente bien. 

— Tómalo con calma. — Aclaro.  

— Yo…— Mi hermano cierra los ojos. — Si vas a decir algo, antes de que lo hagas…No creo en las coincidencias. 

— Comparto tu opinión…¿No te parece que quieren provocar que nos matemos mutuamente? 

— ¿No? — Me mira confundido.  

— Vamos Josh…Yo también he leído ese libro…— Mi hermano bufó. 

— Estoy paranoico. 

— Pronto llegaremos y nuestras dudas serán respondidas. 

— ¡Ja! — Scott se había recargado en el respaldo. — No estés tan seguro, Dorian. Van a jodernos…lo harán. 

— ¿Por qué? — Preguntamos mi mellizo y yo al mismo tiempo. 

— ¿Qué tal que Lena es una caza recompensas como nosotros y la tienen atrapada y al ir allí, alguien está esperando por nuestra cabeza? Piénselo bien, debemos de ser cuidadosos. 

Las palabras de Scott nos dejaron sin palabras desde el viaje. Solo me quedó la opción de sumirme en mis propios pensamientos y repasar, cada día que seguí a Lena y a cada persona que observé que la seguía. No está mal la teoría de Corín y la verdad me aterra que sea cierta, «¿Quién no querría muertos? Son contadas las personas que saben de nuestra existencia, ni siquiera nos contactan por la deepweb, pues, es algo que nos parece sumamente inservible, además, no nos presentamos con cualquier persona que pueda pagar un asesinato, y no matamos a cualquier persona...por lo tanto, me queda un poco de duda que Lena, sea mejor asesina que nosotros...» El viaje en tren termina. Tuvimos que tomar taxis para llevar a nuestro destino en grupos de dos; sin embargo, primero, todos decidimos desviarnos a diferentes lugares de la ciudad para perder el tiempo y fijarnos que nadie nos esté siguiendo.  

 

━⊰❖⊱━ 

 

Ahora que llegamos al cementerio hemos estado en silencio cuidándonos las espaldas. Las palabras que d ijo Corín en el tren, parece que hicieron efecto y nos ha vuelto a todos paranoicos. Estamos buscando el sepulcro. 

— Temo por lo que encontremos dentro… — Alega Thomas.  

— Está vacía. — Afirmo torciendo los labios. 

— ¿Por qué tan seguro? — Miró a mi hermano de reojo. 

— Thomas…recuerda esa frase del anuncio de televisión: Pasa en la vida, pasa en las películas… pasa en… 

— ¿Sí?  

— Aquí está…— digo apuntando el mármol. Thomas y Joshua decían la verdad, la mujer en realidad se llamaba Zanna Wolffang. Andry Wolfgang, no mintió cuando dijo que Zanna era Wolffang...y todo se debía a un error de dedo que tuvo la persona del ayuntamiento.  

Sacó mi teléfono móvil del bolsillo, activo el GPS y marco esta ubicación. Es tiempo de irnos a conseguir las herramientas para profanar una tumba. Nunca en mi vida, pensé, que me vería en esta clase de conflicto, un asesino profanando tumbas...No tengo idea de cómo vamos a retirar está lápida infernal.  

— El espectáculo terminó, chicos. Larguémonos de aquí, recuerden traer sal, debemos espantar a los fantasmas que nos quieran atacar en la noche. — Menciono sarcástico. Ver la cara nauseabunda de Joshua me pone de mal humor. 




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