Capítulo 19
Tras aquella pregunta, el silencio se propago y la paz creció, y los cantos resonaron. La mujer miro al hombre repleto de hierro, esperando la respuesta. Seguido de eso, un pequeño resplandor se vio en los ojos del guerrero, un brillo que emitía una confusión.
– Realmente no tienes una respuesta, ¿No? – susurro Atenea con suavidad, seguido de una mirada por parte del guerrero.
– No.
– ¿Deseas descubrir quién eres?
– No. – respondió de nuevo indiferente.
– Que extraño, eres diferente, muchas personas en tu lugar quisieran saber quiénes son y recordar su pasado – contesto la mujer, causando que el guerrero se levantase de golpe y alejándose de ella mientras que apunto su cuello con su espada, dándole una mirada feroz y cautelosa que pareció brillar entre la profunda oscuridad del bosque incluso mucha más que el fuego de la fogata.
– ¿Quién eres? – pregunto cauteloso y serio, manteniendo la calma.
– No lo sé, ¿una bruja?, ¿una vidente?, ¿alguien fuera de tu comprensión? – replico burlona la mujer, para solamente sentir que el filo de la espada tocara profundamente su cuello, cerca de unas milésimas de distancia de tocar la vena yugular, donde se ubicaba la interna. – Esta bien, está bien… deberías aflojar tu seriedad, ¿Sabes? Pero… ya que estoy en esta situación, no tengo otra opción… – murmuro lo último, bajo la mirada serena pero seria del guerrero.
– Habla – expreso Khaos, liberando inconscientemente una energía oscura que sobresalía sobre su cuerpo y que, a su vez, se expandía incesantemente. Aquella energía, desbordante de una infinita oscuridad, repleta de maldad, pero extrañamente tranquila y silenciosa… pero dentro de aquel sosiego, abundaba un interminable caos que simplemente quería salir y causar destrucción, y nuevamente, el orden traer.
– C-como dije antes… s-soy una bruja, e-específicamente una vidente – Contesto balbuceando, al borde de colapsar, por la falta de aire.
– ¿Qué clase de vidente eres? – pregunto con frialdad, presionando aún más su cuello, sin saber que aquella aura que liberaba estaba drenando la energía vital de la mujer.
– Mierda… no esperaba que supiera ese tipo de información… – pensó la mujer, arrepintiéndose de haber fingido ser otra persona frente a alguien que odiaba todo tipo de mentira, incluso la más piadosa, pues una mentira, una mentira será. – Espera, espera no me mates, puedo darte mucha información, por favor…. No quiero morir a una temprana… edad… – suplico la mujer, sintiendo como las lágrimas salían de sus cuencas y se deslizaban lentamente sobre su piel.
– Habla – tras decir aquellas palabras, su mano soltó del cuello de su enemiga, a sabiendas de que dé el, no podrá huir, escapar, pues se encontraba debilitada, pensando que fue porque apretaba fuertemente su cuello sin saber la verdadera razón.
– Soy una vidente Praeteritum, veo el pasado de las personas – hablo con rapidez y nerviosismo, observando como el imponente guerrero retrocedía pasos lentos, notando de reojo, un destellar ámbar en sus ojos, que oculto del yelmo estaban. – Esa es la razón por la que supe de tu pasado, aunque…. No logro descifrarlo del todo…. – susurro lo último para sí misma, siendo apenas entendible para el guerrero que no menciono ni una palabra.
– Hm… un pasado inexistente, que extraño…. – pensó confundido, dichas palabras carecían de lógica, sus recuerdos no podrían haber sido eliminado de la faz, incluso si su yo actual olvidara gran de parte de su pasado y personalidad, muy dentro suyo, tendrían que estar aquellos fragmentos esparcido por su mente, pues para él, no tendría sentido que alucinara cosas de su pasada identidad…. A no ser que…. La misma soledad matara…. Sus recuerdos. Dejando sus pensares de lado, su mirada se fijó en la mujer. – ¿Cómo aseguras las cosas que dices? ¿Qué me dices, del engaño, de la mentira, de que no me mientes para huir de tu destino, la muerte? Hablo, agravando su voz por cada palabra que decía.
– Iuro verum totam et solam veritatem... – juro la mujer en un idioma extraño, causando que el guerrero ladeara su cabeza hacia un lado, en señal de confusión, lo que hizo que la mujer se pusiera roja de la vergüenza – juro decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad…
– Ya veo, es una especie de juramente entre la vida y la muerte, ¿no es así? – Expreso tranquilo como siempre estuvo, pero manteniéndose cauteloso, por más que aquel juramento fuera cierto, de sus palabras no podía confiar, lentamente de ella alejo y su espada enfundo. – me acompañaras en esta pequeña travesía, no habrá derramamiento de sangre para tu suerte, pero si haces algo que no concuerde, no dudare en empuñar la espada y atravesar tu miserable corazón. ¿Entendiste?
– Si…– asintió levemente la mujer, caminando de manera temerosa hacia su lado, mirando al frente, y observando la naturaleza, y a su vez, disfrutando de ella. Mientras caminaba, miro de reojo al guerrero, quien ignoraba al resto de los animales que se acercaban por curiosidad, para simplemente volverse loco en su cercanía. Cosa que hizo que la mujer frunciera los ceños, en señal de desagrado por su indiferencia.
– ¿Por qué eres indiferente? – pregunto en susurros, Ateneas.
– ¿Que? – devolvió con una pregunta, Khaos.
– ¿Por qué eres indiferente antes el resto y antes tus acciones, es que acaso no sientes remordimientos? – reitero la mujer.
– No lo sé – admitió – cuando desperté, estaba en el medio de una naturaleza extraña, el verde era un color demasiado predominante, pero había veces que no resultaba ser así, cuando las hojas de los árboles, se teñían de un color zafiro profundo en la noche, aparecían visiones a mis ojos, y al mismo tiempo, me he dado cuenta que no puedo sentir emociones, ni sentimientos, y si pasa, será inconsciente
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Editado: 18.10.2021