Capítulo 20.
Todo comenzó de nuevo. El silencio permaneció indiferente al igual que el tiempo y lo inevitable. Nuevas personas surgieron de la nada o, mejor dicho, de los eventos desafortunados….
Estos fueron llamados héroes. Su moral dividía el blanco y el negro, no había grises, solo un bando. El ciclo de nuevo comenzaba, una guerra se acercaba y el odio se esparciría sin más.
No obstante, dentro de toda emoción negativa, se hallaba alguien, una entidad silenciosa observando y esperando su momento, cuatros entidades faltaban, pero había una entidad que había despertado y que andaba causando caos en el mundo mortal.
Esa entidad era la ira, aquel que blandía su arma contras los males del mundo, un juez imparcial, no había buenos ni malos que detuviesen su juicio.
No obstante, la entidad de la compasión estaba despertando de su largo letargo, para calmar a la venganza y su infinita ira. Y Entonces unos ojos azules pestañearon en la ausencia de la luz, observando a la entidad compasiva mientras sus desconocidas manos se alzaban para hacer contacto sobre la capa de ser adormilado, provocando un destello cegador. Seguido de un murmuro.
“Tu… serás el aliado de los dioses”
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En otro lugar, específicamente dentro del reino luz, se hallaba Khaos, quien se encontraba agotado y solitario, luego de haberse separado de Ateneas, su compañera de viaje.
Entre el silencio, escucho una vez más un susurro en su perdida mente.
—Algún día al mundo castigaras, no perdonaras a la humanidad. Hasta entonces todo olvidaras y ni un rastro de tu persona quedara en el pensamiento colectivo de la humanidad, el olvido, esa tu maldición—susurro gélidamente la voz entre suspiro, tan lleno de amargura y de odio, sin nada que ocultar.
Luego se preguntó.
—¿Quién soy? ¿Qué es lo que fui? —su tono se sentía oía cascado, confundido y sereno. Sus ojos se movieron hacia el cielo, mirando con plenitud a las estrellas, recorriendo cada hermosa constelación, reflexionando muchas cosas de la vida y de lo había hecho hasta ahora.
Pasaron los minutos. Continúo observando al cielo nocturno en silencio, sin pesar, en armonía con la mente en blanco, tratando de calmar la infinita furia que en su interior se resguardaba.
La luna con sus invisibles ojos observo al guerrero preguntándose muchas preguntas como un niño pequeño. Las estrellas a sus alrededores trataron de calmar su curiosidad como consecuencia la luna brillo más de lo normal durante el diurno.
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Reino Dhira.
Una luz cegadora ilumino una habitación lujosa, allí dentro, yacían dos figuras, una dormida y otra parada mirando a la figura adormilada con una triste sonrisa.
Su mirar entristecido observaba fijamente, en silencio, derramando lagrimas que recaían sobre sus mejillas, sin más se acercó a la figura dormida y su frente beso, para después separarse lentamente de ella hasta darle la espalda.
—Ruego que algún día me perdones, pequeña—murmuro con una suave voz, alejándose del lugar y ocultándose entre las sombras para jamás volver poner un pie en este lugar.
No hubo tiempo para las razones.
Solo una despedida.
Y entonces, la luz de la luna entro a través de la habitación alumbrando cada zona, para calmar las inquietudes de la adormilada figura.
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Entre la zonas rocosas y lleno del verde, se encontraba una persona vestido como un detective si es que no era uno falso, observando huellas de lo que parecía ser un pie a través de una lupa, investigando con delicadeza, estudiando cada detalle con calma.
Como una persona mayor, se tomó su tiempo.
Después de todo, era su último trabajo y por lo tanto, su última investigación.
La vejez no era un problema.
No obstante, continúo pensando las situaciones que ocurrieron en la zona que estaba investigando, imaginando de manera distintas las batallas que se realizaron.
Usando dentro de su imaginación como referencias a monstruos dominado por la intuición salvaje al tope. Todo cambio cuando llego a una conclusión, de su bolso saco un papel marrón y miro el dibujo que tenía una persona.
Pensó con toda la calma del mundo, en su mirar reflejo una cosa.
Aquel guerrero de plata sería el primer sospechoso, ya muchos rumores se habían difundido de sus personas por los reinos.
Poco a poco, ese bélico ser estaba infundiendo miedo en los criminales y a más personas más poderosas, sin embargo, los rumores no detuvieron la corrupción sino lo contrario, aumento sin cesar. Pero también, salieron personas rebeldes que lucharían contra toda maldad en honor a aquel hombre de plata, sus armas usarían el mal.
A estos se los llamo héroes. Seres que combatían el mal, pero diferentes al hombre de plata, estos tenían moral dividiendo el blanco y el negro.
Volviendo al presente, el viento de repente abrazo al anciano y elimino aquellas huellas que yacían en el suelo sin ninguna explicación lógica, causando que el hombre jadeara de sorpresa.
Que fuerte era la naturaleza.
Atrás del anciano, apareció una mujer jovial, quien toco el hombro del viejo e hizo que este se diera la vuelta para ver a la persona que su hombro toco.
Cuando sus ojos captaron el rostro de la mujer.
sonrió con delicadeza.
Quizás, seguiría más tarde su investigación, después de todo era un ser insignificante para el mundo.
Un poco de espera, no causaría caos.
¿Verdad?
Esperemos que así sea.
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El cielo fue teñido de rojo carmesí.
Sombras se veía a los lejos, seres oscuros que sin dudas iban a combatir una guerra.
¿Su enemigo?
Un hombre de plata, cubierto de armadura de un color plateado brillante que parecía iluminar con el sol.
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Editado: 18.10.2021