El hermoso monstruo de la bruja

Cumpleaños

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El T-Bird de Andrew rugió con el accionar de su dueño; probablemente, si en ese momento el auto estuviese en movimiento, el chico habría perdido el control. ¿Por qué? Simplemente porque Cirilo tomó su forma humana y se sentó en las piernas de Eleonore como si fuese su pequeño hijo.  

La gran conmoción que causó en ambos jóvenes seguramente no fue del todo planeada, pero sí disfrutable para el ente milenario cuyo nombre real todavía estaba en total desconocimiento para los tripulantes del automóvil.  

Cirilo, con su cabello negro como el ala de un cuervo y sus ojos rojos como la sangre fresca, soltó una carcajada melódica, dejando ver un par de pequeños colmillos un poco más grandes que los comunes en los humanos, aunque no tan prominentes como los de un vampiro. Andrew entendió qué clase de ser era aquel con observarlo y darse cuenta de qué tanto podía sondear lo oculto en él, como si el mismo niño lo permitiera.  

—¡¿Qué mierda?! —Pensó el joven wendigo mientras observaba al niño que todavía no se movía de Eleonore, quien parecía un tanto incómoda, aunque no lo suficiente como para empujarlo. —¿Dean contrató a ese tipo de cosa?  

—Apesta a animal por aquí, Eli... —Se quejó Cirilo con una cara inocente luego de haber contenido al fin su risotada.  

—N... ¡No hagas eso otra vez! ¡No fue gracioso! —Nor se quejó, molesta. Su rostro estaba pálido y su cuerpo se había alejado lo más posible del de Cirilo, a pesar de que anteriormente ella lo había cargado en su forma de peluche. Andrew suspiró un momento para calmar su mente; estaba molesto por la falta de consideración de aquel ser con Nor, aunque no podía hacer nada al respecto. Eleonore todavía era muy frágil con ciertas cosas como el contacto físico con otras personas, y algo como lo que había pasado estaba fuera de su nivel de resistencia.  

—Bueno, no tenía otra opción... ¡Lo siento tanto Eli! Fui un total desconsiderado, aunque en mi defensa fue a causa del olor a bestia que hay en este lugar... —El niño empezó a excusarse con un dejo burlón, claramente falso, mientras volvía a su forma pequeña. —¿Es mejor así para ti? —Cirilo volvió a su forma agradable y esponjosa, una forma que no incomodaba a su actual compañera; Andrew estaba algo molesto por la situación, no obstante, su boca permaneció cerrada. Temía que el ser le dijera a Eleonore cosas que no quería que ella supiera en ese momento; la simple escucha de la denominación “bestia” de parte de aquel ser lo puso en un estado de estrés que nunca había sentido antes. Sí, Andrew, por primera vez en mucho tiempo, sentía miedo.  

Turbado todavía, recobró el sentido de sí cuando ella lo llamó; sus labios pintados con un gloss cereza estaban torcidos con un dejo de preocupación al notar que el motor del auto continuaba encendido, pero que el joven de cabello naranja no parecía tener la cabeza sobre sus hombros como para que lograra ponerlo en marcha.  

—¿Andrew?... —Los ojos negros delineados con khol kajal de Nor se fijaron en el rostro inexpresivo del chico de cabello anaranjado, sintiendo éste que ella podía verlo con su verdadero rostro, esa cara que ocultaba con la apariencia de un humano que ni siquiera él reconocía como sí mismo.  

—Yo... fue sólo... —Sacudió su cabeza para alejar los pensamientos estúpidos de su cabeza; era un día especial, no quería arruinarlo todo. Esperaba que el ser que Eleonore llevaba como su guardián no le dijera mucho, pero si lo hacía no había nada que hacer. Tarde o temprano se enteraría... ¿Debería apresurarse? ¿Debería decirle? ¿Aún permitiría tocarla con esas manos sangrientas y ese rostro monstruoso hecho de sangre, cenizas y hueso? —Estoy bien... ¿Es genial no? Tu guardián. Un gusto, mi nombre es Andrew.  

Había evadido cualquier pregunta que Nor le podría lanzar con un movimiento torpe y un tanto patético, pero esperaba que funcionara; el ente que ahora era un muñeco con forma felina, sin cola y con unos prominentes dientes parecía un animal esponjoso casi real, sobre todo con los ojos rojos como rubíes, redondeados y de pupilas alargadas.  

—Uhmm... —Cirilo sonrió para sí mismo. Parecía que el wendigo no le había dicho nada sobre su naturaleza a Eleonore; no era extraño, no cualquiera aceptaría a un ser como aquel como un compañero o quizá algo más. Sondeando en el corazón del chico, su verdadero ser afloró ante sus ojos como un cuadro surrealista. Si Eli lo viera, tal vez terminaría asustada. Tal vez terminaría odiándolo.  

Pero eso no era asunto suyo.  

Su trabajo era evitar la muerte de la chica que ahora lo llevaba en brazos, incluso a manos de sí misma; divertirse en el proceso era un plus, claro, pero estaba consciente de que, si abría la boca al respecto del chico de cabello naranja, su trabajo terminaría arruinado, pues había llegado al punto de que ese pequeño monstruo caníbal era uno de los puntos de apoyo de Eleonore.  

¿Cuál era el significado de Andrew para ella? Símil al amor, tal vez algo incluso mucho más cercano... Suspiró para sus adentros, las cosas se pondrían interesantes en un futuro.  

Podría ser incluso cansino si no fuese porque su paga estaba en juego, o al menos la otra mitad de ella. Sí, él se había llevado una porción del alma de Dean, pero en la promesa contractual, había un tesoro incalculable en juego que obtendría en el momento que Eleonore eligiera su futuro.  

—La pequeña me nombró como Cirilo. —Respondió, completamente cambiado en su actuar. A pesar de ser un muñeco, sus movimientos eran fluidos y elegantes. —Así que tú eres Andrew... Mmmh...  

—¡No deberías ser grosero con él, por favor! —Eleonore le pidió al peluche de pelaje negro como si se tratara de un niño de verdad. Tal vez porque en su cabeza la imagen humana que tenía de él era la de un pequeño inmaduro, ella lo trataba así. —Él es una persona muy importante, ¿sabes?  



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En el texto hay: vampiros, abuso, brujas

Editado: 27.10.2021

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