Territorio Dracul en Bran, Braşov, Transilvania, Rumania, minutos después de haber acabado la primera batalla de la Guerra por la Unificación de los pueblos sobrenaturales.
Tan solo minutos necesitó Klaus para sentirse completamente recuperado. Amelia había ordenado al ángel de la muerte alejarse del licántropo para que su alma volviera a ser uno con su cuerpo, continuando su existencia en el plano donde habitan los vivos. Katha ya había perdido a su madre, y perder a su compañero eterno ese mismo día hubiera sido un golpe muy fuerte para la pequeña pelirroja, por lo que la hija de la Madre Luna no dudó en regresar a la vida al enorme guerrero Höller. Tras un fuerte abrazo que la pareja de predestinados se dio al saberse juntos, Katha recordó a su padre, quien de seguro ya había sentido la ausencia de su compañera eterna en este plano.
En menos de un minuto, Katha y Klaus estaban en lo profundo del bosque en la frontera entre Alemania y Austria. A raíz de la deforestación de los grandes bosques, en muchos de ellos no quedaban espacios sin explorar por los humanos; sin embargo, los brujos habían abierto el paso hacia una dimensión paralela, a la cual solo podían acceder los sobrenaturales. Esta dimensión mostraba los bosques en su completa extensión, cuando La Tierra fue creada y las hadas eran los únicos seres que la poblaban. Al cruzar hacia la dimensión que mantenía ocultos a aquellos sobrenaturales que decidieron alejarse de sus pueblos para vivir una vida tranquila, sin tener que acoplarse a los avances tecnológicos y cambios que se daban en el mundo, Katha y Klaus se encontraron con una pequeña cabaña muy cerca de un río. La pequeña pelirroja reconoció de inmediato el hogar donde nació y creció hasta que sus padres decidieron que era el momento que se integrara a la manada, ya que ella debía acoplarse al tiempo en que nació, y no quedarse atrapada en uno que sus padres añoraban, por lo que decidieron vivir en la dimensión paralela.
Katha corrió hacia el interior de la cabaña, abrió cada puerta, pero no encontró a Abelard en ninguna habitación. La híbrida recordó que detrás de la cabaña estaba el huerto que su madre amaba trabajar, e imaginó que ahí encontraría a su padre, y no se equivocó. Al salir por la puerta trasera de la cabaña, pudo ver la imagen de Abelard, arrodillado entre los sembríos que su amada Aideen cuidó para ser cosechados cuando llegue el otoño. Las lágrimas que caían de los ojos del licántropo mojaban la tierra que las pequeñas y amorosas manos de Aideen habían nutrido con esmero durante siglos, ya que, al no ser un hada de la tierra, su talento para sembrar y cosechar era limitado, pero sus ganas de ver crecer la vida en ese huerto que su amado licántropo preparó para ella, llamándolo “El huerto de mi amada de fuego”, superaron las expectativas, y cada año otorgaba hermosos, enormes y nutritivos vegetales.
Klaus contemplaba al padre y a la hija llorar a la madre que nunca más volverían a ver con vida. El guerrero licántropo entendió que la familia que había iniciado al encontrar a Katha y descubrir que era su alma gemela crecería, ya que al percibir el sufrimiento de Abelard, entendió la recomendación de Stefan. A él no le disgustaba la idea de ser más de dos en casa. Acostumbrado a una enorme familia, ya que provenía de una que vio nacer ocho crías, Klaus no solo pensó en acoger a Abelard para cuidar de él hasta que su momento de partir de este plano llegue, sino en un hecho más que esa noche discutiría con Katha mientras la abrazaba al permanecer echados enfrente de la chimenea de la cabaña mientras Abelard dormía en su recámara.
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guerra entre sobrenaturales y satanás, vampiros y licántropos unidos, hijos de satanás contra divinidad
Editado: 16.08.2024