El poderoso fuego rugía, las llamas bailaban, las gotas de sudor caían, mientras el golpeteo del martillo se escuchaba, era un sonido que armonizaba con la habitación repleta de herramientas metálicas.
--Este movimiento me lo enseñó mi padre --Dijo un anciano, mientras golpeaba el duro metal azul oscuro--, era un hombre muy hábil con el martillo, pero muy malo con las palabras --Sonrió con un poco de nostalgia--, aunque no puedo decir que fue malo... Por cierto joven héroe ¿Dónde consiguió esta preciosa armadura? --Preguntó con curiosidad, había viajado durante algún tiempo y conocía el metal sureño, pero este en específico parecía ser de una muy alta calidad.
--No puedo recordarlo. --Dijo después de pensar por un momento.
El anciano alzó la mirada, observando al joven, mientras una gota de sudor resbalaba por su mejilla, no desconfiaba de sus palabras, pero si lo que decía era verdad ¿Que tipo de armaduras tenían en los reinos desolados, como para olvidar a tan preciosa armadura?
--Las abolladuras en la parte superior del abdomen son muy graves, si debo intuir lo que pasó, diría que una lanza impactó varias veces con el duro metal. --Gustavo guardó silencio, limitándose a sonreír, no podía evitar pensar en aquella batalla de vez en vez, pero más que por la pelea, era por un extraño sentimiento que lo acompañaba, como si en ese lugar hubieran habido más personas que solo Guardián, la salamandra gigante, el hombre largarto y él.
--¿Puedo hacerle una pregunta, señor? --El anciano volvió a levantar el rostro y, con una mirada alegre observó al joven.
--Por supuesto que sí y, por favor, no me llames señor, dígame Desar. --Gustavo no se sentía muy cómodo llamándolo por su primer nombre, pero al parecer en el nuevo mundo, el poder era más importante que la jerarquía de edad, por lo que el anciano no se sentiría ofendido, por lo que trató de hacerlo.
--Bien, Desar --Dijo, sintiéndose algo incómodo al final--, mi pregunta es ¿Qué clase de líquido es aquel que ha estado esparciendo por mi armadura? --Preguntó con respeto. El herrero sonrió, martilló y contestó.
--Se llama líquido Hekresto... Es un líquido especial que protege el metal de alta calidad del golpeteo del martillo, para así no arruinarlo con un mal golpe, pero no solo posee esa función, también vuelve más resistente al metal, así como mejora su durabilidad. --Explicó. Gustavo estaba algo sorprendido, parecía que el nuevo mundo seguía poseyendo sorpresas para él.
--El líquido debe ser muy costoso.
--Lo es --Miró al joven--, pero no se preocupe joven héroe, este es mi regalo por salvarnos de aquellos malditos soldados --Sonrió--, así como por permitirme repararle su armadura.
--Gracias. --Agradeció con sinceridad. El anciano asintió y continuó con su trabajo.
--Creo que no se lo mencioné, pero después de terminar, deberá encontrar un buen encantador, porque los encantamientos que poseía, se desvanecieron en el momento que golpeé por primera vez con mi martillo. --Dijo con un poco de tacto, no le agradaba dar malas noticias, pero al notar la mirada imperturbable del joven, se dio cuenta que esa información ya era de su conocimiento.
--Es algo que debió haber pasado hace mucho tiempo, pero agradezco que lo haya hecho hasta ahora... Pero no debe preocuparse, herrero Desar, aunque no soy un experto encantador, puedo configurar unos pocos de nivel intermedio.
--¿Usted también sabe encantar objetos? --El herrero no lo podía creer, tanta era su sorpresa, que casi se golpeó su mano con el martillo. Gustavo asintió.
--Hace mucho tiempo leí un par de libros sobre el tema, aunque debo admitir que mis primeros intentos fueron rotundos fracasos, pero poco a poco me fui especializando --Sonrió orgulloso--... Ventajas de estar demasiado tiempo solo. --Su mirada se volvió melancólica al recordar su estadía en el bosque.
--Tiene usted toda mi admiración. --Dijo el anciano con una sonrisa honesta.
--Agradezco sus palabras --Su mirada cambió repentinamente--. Lo dejaré solo. --Sin esperar la respuesta del herrero, se retiró en un movimiento rápido, dejando algo perplejo al anciano.
Al salir de la forja del herrero Desar, Gustavo observó a ambos lados, su percepción sobre eventos mágicos se había activado, por lo que estaba consciente de que algo estaba pasando en la ciudad, sin embargo, no sabía que era, ni donde se encontraba, por lo que se concentró aún más, cerró los ojos y comenzó a sentir sus alrededores con mayor detalle.
--En el cielo --Dijo, alzando el rostro para mirar las nubes--. Wityer, tú conoces más que yo sobre hechizos, dime ¿Qué es eso? --El pequeño lobo en el hombro del humano abrió los ojos, se sentía algo débil por el sueño, por lo que alzó la mirada al cielo con lentitud, no observando nada, pero sintiendo lo mismo que su compañero/madre-- ¿Hechizo de observación? ¿Estás seguro? --Wityer asintió--. ¿Sabes quién lo creo? --El pequeño lobo dudó por un momento, talvez el joven no entendía la profundidad de lo que estaba preguntando, pero el sí-- Entonces si puedes pero hay un gran riesgo al hacerlo --Dijo el joven al escuchar la respuesta-- ¿Puedes destruirlo? --El pequeño lobo asintió--. Por favor, hazlo. Quién sea que se atreva a espiar la ciudad, debe saber lo que ha pasado.
Wityer desapareció del hombro del joven, apareciendo en un instante en el cielo y, con las fauces de su boca, destruyó la nada, haciendo desaparecer aquella sensación que sentía Gustavo. El pequeño lobo regresó, con una actitud arrogante y orgullosa.
--Bien hecho. --El pequeño lobo asintió al recibir el elogio de su compañero y, en el mismo movimiento volvió a su cómoda cama (al hombro de Gustavo).