Bajó el cálido techo de paja y barro. Un joven de aspecto tranquilo, escribía extraños símbolos en su brazo derecho, mientras las ligeras gotas de llovizna armonizaban los alrededores. A un lado de él, encima de una cama de pieles y heno, un pequeño lobo de ojos risueños, observaba la escena.
--Sé que es doloroso compañero, pero puedo soportarlo --Lo miró con una sonrisa al dibujar el último sello y activarlo-- y, eso es preferible a tener problemas innecesarios --Wityer lo miró de vuelta, aunque se había acostumbrado a ver el sufrimiento de su compañero/madre, eso no significaba que le alegrara, en realidad le disgustaba, pero no podía hacer nada para remediarlo, bueno, exceptuando por una cosa, pero aquello no era discutible--. ¿Lo ves? Ahora la energía de muerte se encuentra contenida, nadie sabrá lo que esconde mi brazo. --Sonrió de vuelta, queriendo tranquilizar a su amigo. El pequeño lobo negó con la cabeza y, al sentir que era inútil seguir hablando con el joven, optó por dormir otra siesta.
Gustavo se colocó de pie y, cómo era rutina, comenzó a ejercitar sus músculos, luego paso a templar su mente y, por último, escribió una de esas cartas para su amada, con la compañía de su foto en el relicario, objeto que por azares del destino había resultado más duro que su propio sable.
Respiró profundo al terminar de vestirse, se colocó de vuelta la tela que cubría su brazo, apretándola para evitar que un accidente de soltura ocurriese.
--Mi señor --Dijo una voz femenina a espaldas del joven--, lamento la interrupción, pero quería saber si desea comer.
--Estaré bien con un par de esas frutas que conseguimos. --Respondió con calma. Meriel asintió.
--Lo prepararé enseguida.
--No es necesario --Impidió que se retirara--, ahora mismo lo hago... Por cierto, Meriel ¿Sentiste algo extraño cuando dormías?
--¿Extraño? --Frunció el ceño-- ¿A qué se refiere con extraño?
--Energias mágicas en tu habitación --Le dijo con un tono serio--, me dijiste el día que nos conocimos que aunque no eras una maga, conocías y sabías reconocer las energías.
--No señor, no sentí nada y, sí --Asintió--, puedo reconocerlas, aunque algunas mejor que otras ¿Por qué lo pregunta? ¿Algo ocurrió? --Preguntó curiosa.
--Wityer mencionó que algo intentó entrar a mi mente en la noche, un hechizo para ser específico, pero fue rechazado al instante, desapareciendo y, al no tener el suficiente tiempo, no pudo descubrir de dónde provenía.
--¿Un hechizo? --Sé cuestionó en voz baja-- ¿Cree que alguien guardé malas intenciones hacia usted? --Le preguntó.
--Es algo posible --Dijo después de un momento de reflexión--, lo difícil será descubir el quién... Pero creo que será otro día, porque ahora no deseo inmiscuirme en actos hostiles.
--Lamento no ser de ayuda.
--Eres de ayuda, Meriel, lo eres y, bastante. --Dijo con un tono honesto. La dama sonrió al instante.
El joven se acercó a la entrada del cuarto, mirando con tranquilidad a su seguidora.
--Venga, vamos a probar alimento. --Meriel asintió.
La mañana se convirtió en tarde, una tarde nublada y tranquila, de esos climas que se preferían estar acostado y no hacer nada. El segundo príncipe, envuelto en una atmósfera de realeza, se acercó al joven de mirada tranquila, mientras su voz, entonada y calma, describía la situación.
--He hablado con el estratega y general Arper de algunos temas interesantes y, he descubierto algunas cosas que desconcía. --Expresó.
--¿Es algo que debas contarme? --Preguntó Gustavo. Herz asintió.
--Lo es, o al menos puede que le interese.
--Entonces, habla. --Dijo.
Herz asintió, poco a poco se estaba acostumbrado al tono poco respetuoso de Gustavo.
--Hace un par de meses, en la ciudad de Agucris, aparecieron repentinamente varios pobladores de la ciudad de Tanhel --Gustavo escuchó detenidamente, recordaba aquellas personas, por lo que su interés en la información del segundo príncipe creció en gran medida--. Aunque no tengo los detalles de la situación en como llegaron, conozco la descripción de su salvador y acto heróico --Lo miró con ojos astutos--. Un joven, de aspecto gallardo y ojos sabios, apareció repentinamente, con la compañía de una hermosa dama, quién admitió ser seguidora del campeón humano de los reinos desolados --Sonrió--, el joven, asesinó sin piedad a los soldados de Rodur, así como a una bestia poderosa... --Gustavo se mantuvo calmo al escuchar al príncipe, sintiéndose algo raro, ya que sabía quien era ese joven, pero lo que le parecía más extraño, era que en esa historia, habían omitido la aparición de Guardián, quién había sido autor intelectual de la muerte de aquellos soldados y, no él, lo que hizo cuestionarse la razón.
--¿Deseas preguntarme algo? --Preguntó, después de un silencio incómodo.
--He estado rebuscando en mi mente sobre su identidad, ya que un hombre como usted, por sus hazañas y poder, la única respuesta lógica, sería que desciende de una gran casa, o es el primer hijo de un antiguo clan... Pero hasta ahora, he descubierto su verdadera identidad, señor campeón humano de los reinos desolados --Dijo con respeto, casi como si le estuviera hablando a un igual, ahora entendía porque su título como segundo príncipe, no le impactaba tanto. Gustavo se sintió incómodo al escuchar su tono. Meriel se sintió algo avergonzada, ya que había sido ella quién se había atrevido a mentir sobre la procedencia de su señor. Mientras que Xinia, solo frunció el ceño, pues ella ignoraba que era eso del campeón humano de los reinos desolados--... Ahora comprendo sus extrañas facciones, así como su irregular comportamiento.
--Pareces muy interesado en mi título. --Su tono expresaba más de lo que su cara podía hacer.
--Por supuesto que lo estoy... En este mundo, el título que uno posee es lo más importante que existe, nos define como personas, nos da un lugar en la sociedad y, nos amolda para las diversas situaciones que se nos presenten. --Explicó de manera orgullosa.