--Señor Gus ¿A dónde nos dirigimos ahora? --Preguntó Meriel, observando los alrededores de manera inquieta, podía sentir las tenues miradas de los callejones alejados y, aunque su instinto le gritaba que actuara, por órdenes del joven enfrente suyo no podía hacerlo.
--Todavía necesito algunas cosas más, pero también estoy deseoso de conocer los movimientos de mis observadores. --Dijo con un tono calmo, sonriendo por dentro con frialdad.
--¿Por qué no hacer el primer movimiento? --Preguntó Xinia.
--Porque no es mi estilo --Volteó a verla--, prefiero devolver el golpe a darlo.
Xinia asintió, acariciando la parte superior de su hacha, sentía un fuerte deseo en su interior para ocuparla, pero entendía que no podría hacerlo hasta su próximo viaje, uno que cada vez estaba más cerca.
Sus pasos desaceleraron, deteniéndose justo enfrente de una tienda de gran anchura. Su arquitectura era ostentosa, con acabados de finos materiales y, decorados con objetos mágicos.
--Se prohíbe el uso de armas dentro de la tienda. --Dijo un anciano de rostro engreído y arrogante.
Gustavo le miró, asintiendo después de un momento.
--No tengo problema en guardar mis armas, pero ¿Ustedes garantizarán nuestra seguridad?
El anciano sonrió, asintiendo con confianza, no era la primera vez que se encontraba con un joven con enemigos, sintiendo cierta curiosidad sobre sus problemas.
--Usted no debe preocuparse, poseemos buenos guardias en el interior.
Gustavo asintió, ordenando con una mirada sutil que las damas guardarán sus armas, algo que hicieron sin renuencia.
--Sí es descubierto sacando o desfundado un arma, será atacado sin consideración. --Advirtió. Gustavo asintió.
El trío se acercó a la entrada, entrando al recinto y observando su interior. Era un lugar tranquilo, iluminado por artefactos mágicos y, decorado con pinturas y esculturas humanas. Cerca de las paredes se encontraban muchos maniquís con distintos conjuntos, masculinos y femeninos, siendo en su mayor parte atuendos dirigidos a la nobleza.
--Escojan lo que deseen. --Dijo, mirando a sus compañeras.
--Gracias, mi señor.
--Aunque agradezco su oferta, prefiero negarme. --Dijo Xinia, observando los alrededores con una mirada afilada.
--Sí es lo que quieres. --Dijo con un tono calmo.
Al poco de unos segundos, una dama de porte elegante, cabello recogido, de silueta llamativa y sonrisa cautivadora, se acercó,
--Bienvenidos sean --Juntó sus manos a la altura de su estómago y, con una practicada reverencia se presentó--, a este recinto de finas ropas y hermosos atuendos. Me llamo Marley Eption y, seré la persona encargada de guiarle y mostrarle todas las maravillas que está tienda tiene para usted.
--Gracias. --Dijo Gustavo con un tono educado.
La dama los guío a la sección de atuendos de gala, donde se apreciaban vestidos largos y de colores llamativos, camisas de hilo de gusano de roca, mantos y capas, con un bordado sublime y, jubones acolchonados. Al ver la negativa por parte de los individuos, rápidamente los llevó ante los atuendos más solicitados. De túnicas abiertas y, cerradas, pantalones de combate para la realeza, gorros de colores opacos, etcétera.
--En realidad lo que busco es una chaqueta de tela dura, color azúl oscuro de preferencia. --Aunque le habían gustado los atuendos, no era por lo que realmente había entrado a la tienda.
--Mm --Pensó por un momento, dudando si poseían lo solicitado en su inventario--, déjeme revisar si poseemos aquella prenda. --Dijo y, de inmediato se retiró.
Meriel miró a su joven señor con una expresión complicada, no sabía porque, pero notaba el anhelo en aquellos ojos tranquilos.
--¿No sería mejor una chaqueta de cuero? --Preguntó Xinia.
--No la deseo para luchar --Respondió, mirando a ambas damas con una calmada sonrisa--. Es solo que, hace ya bastante tiempo perdí una chaqueta, una prenda de ropa muy apreciada. Es uno de los pocos objetos que logré traer de mi patria. Es por eso que deseo encontrar aunque sea un remplazo en esta lujosa tienda.
Las damas asintieron, comprendido al joven, ellas mismas poseían accesorios muy preciados, por lo que entendían perfectamente sus sentimientos. El pequeño lobo miró a su compañero con una expresión complicada, cada día se le dificultaba más seguir ocultándole la verdad.
--Lo lamento, señor --Marley regresó, con una expresión apenada y, de disculpa--. No poseemos la prenda que desea, pero si gusta, puedo pedirle a nuestro mejor sastre que la confeccione.
--Gracias, pero tendré que negarme en esta ocasión, sin embargo, si puede venderme uno de esos pantalones --Señaló a un grupo de prendas en la lejanía--, dos túnicas abiertas de color rojo oscuro, un vestido de gusano de roca y, dos camisas para dormir. --Dijo.
--Por favor, déjeme guiarlo para que le tomen las medidas. --Dijo.
Meriel sonrió con ligereza, sabía que aquel vestido era para ella y, aunque había tratado de disimular que lo quería, parecía que era verdad que a su señor nada se le escapaba.
Al terminar con las compras, inmediatamente salieron de la tienda con sus nuevas adquisiciones y, volviendo a colocar sus vainas en sus cinturones.
--Quienes nos acechaban se han ido. --Dijo Meriel con una mirada afilada. Gustavo asintió.
--Así parece.
∆∆∆
La luna comenzó a iluminar los largos senderos del reino, mostrando su magnificencia a los mortales. Las nubes habían desaparecido, dejando visible el hermoso y espectacular firmamento.
Entre las sombras de un callejón oscuro, un joven hombre de ropas oscuras y mirada solemne, golpeó por última vez al suelo con su puño, dejando escuchar un sonido seco, muy similar al que se hace cuando se golpea la carne. Un diminuto rayo de luz lunar iluminó sus cabellos y, parte de su rostro.
--Este es un lugar muy feo, señor salvador ¿Por qué me citó aquí? --Preguntó, tapándose la nariz con su antebrazo--. ¿Y sus seguidoras? Creía que eran sus sombras. --Estaba muy sorprendido, pues en verdad pensaba que aquellas dos mujeres no lo dejaban ni para ir a defecar.