Cael esperaba que su sábado fuera relativamente tranquilo. No tenía clases de fin de semana y ya había completado sus tareas que debían entregar la semana siguiente. Por lo tanto, sus únicos planes habían sido relajarse, razón por la cual estaba sentado en su escritorio con los auriculares puestos y su cuaderno de bocetos frente a él. Actualmente estaba trabajando en su pieza estadio-coliseo, para la que aún no había pensado en un título adecuado.
En su defensa, los títulos fueron un problema para cuando el panorama estaba completo. Pero siempre que trataba de dibujar su mente seguía yendo hacia aquel dibujo y la foto de su amiga de internet. No le había mencionado a Claudia o cualquier persona. Esto era algo que quería conservar para él, al menos por un tiempo, aun así, era extraño para el propio Cael, quién jamás ha sido muy sociable poder hablar sin problemas con una completa extraña. Pero ese era el problema, ella no se sentía como una extraña, se sentía como alguien que conocía desde siempre. Aunque sus personalidades eran muy diferentes siempre terminaba riendo después de leer un mensaje, aquello era nuevo u emocionante. Ese día había estado esperando un mensaje por parte de ella, viendo constantemente la pantalla de su computadora. Pero ella no se había conectado desde la noche anterior.
El mundo estaba lleno de cosas extrañas, él quien siempre se quejó de aquellas personas que se la pasaban viendo una pantalla, y ahora era uno de esos jóvenes que vivían viendo la pantalla. Pero ¿Por qué ella no se conectaba? Cael trató de concentrarse nuevamente en su dibujo.
—¿Le habrá pasado algo? —volvió a mirar la pantalla de la computadora, entonces escribió rápido
[Cael]
Hola ¿Estás bien?
No hubo respuesta, ni siquiera parecía que ella hubiera leído el mensaje.
—Esto es una tontería —finalmente se rindió, sabía que no podría terminar nada si estaba distraído, así que tomó sus llaves, tenía que salir de ahí, dar un paseo y solo olvidarse de todo. Después de todo se suponía que era su día libre, tenía que relajarse un poco. Pero incluso durante su recorrido por las calles de Oak City sentía la necesidad de saber si ella le había mandado un mensaje. Aquello era ridículo.
—¿Qué dijo Claudia? —de repente recordó aquello sobre tener la aplicación en su celular. Cael se preguntó porque había recordado eso—. ¿Pero qué me pasa? Es una extraña de internet, estas cosas solo pasan en las películas —se recriminó por sus pensamientos.
Pero incluso así sacó su celular; un viejo celular plegable que no había cambiado desde que se lo dieron.
—«Podría cambiarlo, después de todo, ahora todos usan esos nuevos celulares para estar en contacto» —Cael pensó aquello. Se detuvo un momento con el ceño fruncido, incluso su apariencia parecía la de un lunático—. ¡Como sea! —se rindió, si seguía así le daría dolor de cabeza. Cael no estaba dispuesto a convertirse en un chico esclavo de una computadora o pendiente de una aplicación.
—Siento que algo se me olvida —dijo entre dientes. Estaba seguro que ese día había una notificación, pero había tratado de concentrarse en su boceto—. ¿Qué era? —seguro no era algo importante si no lo podía recordar, sin duda lo recordaría en algún momento.
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Raina entendía que tener una beca implicaba muchos sacrificios para ella y su familia. No podía permitirse el lujo de cometer un error, holgazanear nunca fue una opción. Dedicó su tiempo extra y sus habilidades a practicar; para perfeccionar su precisión y fuerza, para mantener su resistencia y mantener su físico. Por supuesto, sus estudios también influyeron. Se centró en preservar sus Calificaciones lo mejor que pudo. Lo dio todo y brindó su interés genuino siempre que fue posible. La filosofía fue su mejor curso y fácilmente llamó su atención y su tiempo. La literatura era divertida por derecho propio, pero no sin desafíos. Y la historia era ... Bueno, historia.
Los otros campos no fueron una gran molestia. Desde que sus padres murieron un año después de que la dejaron con sus padrinos; Rohan y Eldar se habían vuelto sus padres adoptivos, así que decidió que no sería una carga para ellos, sus padrinos eran buenas personas, pero no eran ricos, y sus padres jamás se habían preocupado por tener alguna casa, por lo que el dinero que obtuvo por su muerte solo sirvió para cubrir sus gastos hasta la secundaria.
Si bien Raina tuvo dificultades para equilibrar su carga de trabajo escolar y sus labores en casa, lo hizo porque sabía que fallar no era una opción. Ella no tenía opciones. No tenía escapatoria, ni una carrera de respaldo; tenía que hacer el máximo esfuerzo. Quería tener un día de descanso, pero no podían permitirse el lujo de tomarse un tiempo libre, además Rohan había salido por trabajo, y pedirle que estuviera ahí con ella le parecía algo egoísta de su parte.
Entonces ese sería otro cumpleaños sola con Eldar.
Pero Raina había encontrado algo que la ayudaba a llevar todo aquello, y aunque era algo extraño y nada ortodoxo, charlar con aquel chico la hacía sentir un poco más normal.
—Raina —escuchó una voz—, vamos, mírame —miró su teléfono y frunció el ceño al ver el rostro de Rohan. Él también estaba frunciendo el ceño. Pero se dio cuenta de que estaba más molesto consigo mismo. No parecía orgulloso de sí mismo por decirle esto. Podía ver la auto molestia plagando su mente—. Por favor.