El hilo rojo

Capitulum 4

Aquellos ojos grises la tenían en una especie de hechizo, porque los observaba con admiración sin prestar atención a todo lo que la rodeaba, no podía focalizar ningún detalle, solo podía mirar con suma atención al joven frente a ella. Él decía algo, sus labios se movían, pero no lograba escuchar con claridad, solo podía apreciarlo; aquel joven tenía su edad, no era muy alto, comparado con ella le llevaba cinco centímetros, sin embargo, su cuerpo era fornido, musculoso y varonil, más que cualquier otro que hubiera visto.

Entonces, las palabras del misterioso chico de ojos grises resonaron haciendo eco en aquel lugar vacío. Margaret estaba segura que había escuchado esa voz en algún sitio, pero no sabía cuándo o dónde.

Me enamore de la persona equivocada y llego el momento de mi castigo por tal pecado… quizás estoy maldito porque estoy seguro que si pudiera retroceder el tiempo me enamoraría de ti otra vez… ¿Emily me estas escuchando? Emily… 

Despertó confundida sin entender con exactitud quien era aquel chico y ¿por qué la llamaba Emily? Miles de interrogantes despertaron en ella y estaba casi segura que él era aquel cadáver que había visto en una de sus pesadillas.

Su alarma sonó asustándola y trayéndola a su realidad, era hora de ir a la escuela. Margaret se levantó y se alistó, intento una vez más no tomarle importancia a lo sucedido de la semana pasada, su familia había actuado como si nada hubiera pasado, sus amigos seguían siendo los mismos y nada aparentemente había cambiado, nada a excepción de Margaret, quien no estaba totalmente segura de lo que sucedía con ella, su familia y todo su entorno.

La pelirroja seguía negando el hecho de que ella podía ser un ser sobrenatural y continuaría haciéndolo sin importar los indicios o pruebas que le decían “eres una bruja”, eso la aterraba y comenzaba a tener miedo de sí misma, porque no dominaba el gran poder que emergía naturalmente de ella, era como respirar, salía sin su consentimiento poniendo a la genta que amaba en peligro. Salió de su habitación y observo a su familia tener un desayuno ameno, el cual ella no quería arruinar con su carga existencial, tomo una manzana, junto con el desayuno que su madre preparaba para ellos y salió de la casa. Respiro profundo sin perder la cara de agobio que tenía, camino bajando el sendero hasta que se encontró a Laila quien venía aferrada a un chico, eso le resultó extraño a la pelirroja hasta que observo con detenimiento al muchacho, el cual era un viejo amigo que no había visto por años.

—¡Hola, Lucifer volviste! —grito Margaret saludando con emoción mientras aceleraba el paso para abrazar al chico con cariño.

Lucifer había sido uno de sus amigos de la infancia, él y su familia habían tenido que dejar el pueblo, debido a que su padre había encontrado un mejor trabajo fuera del lugar maldito en donde vivían. Por un lado, Margaret se sintió triste, pero por el otro, no podía evitar sentirse feliz y aliviada. Aunque suene extraño la partida de Lucifer trajo un sentimiento de calma no solo a la pelirroja sino a todo el pueblo, debido a que su amigo tenía una extraña y peculiar forma de comportarse.

Margaret miro de abajo hacia arriba a su amigo, no podía creer lo mucho que había crecido, recordó su primer encuentro en el jardín de niños, ante sus ojos era un niño pequeño y retraído, no hablaba con nadie. En ese momento ella pensó que nadie debía estar solo, por lo cual se acercó a él con un chocolate en la mano dispuesta a regalárselo con el fin de que él consideraría ser su amigo, y así fue a partir de ese día.

—Decidí visitar por un tiempo mi pueblo natal y ver viejas amistades —explicó Lucifer mientras se separaba de Margaret y pasaba su brazo sobre el hombro de ella para poder abrazar de igual manera a Laila —. Además ¿qué creen? —pregunto despertando la curiosidad de las chicas debido a su tono.

—¿Qué? Dinos —dijo Magui con entusiasmo y curiosidad.

—Me quedaré por un tiempo, mis padres me dieron permiso de estar aquí con mis amigos hasta que me plazca —respondió Lucifer ante las miradas indiscretas de sus amigas.

Magui grito de la emoción y volvió abrazarlo con fuerza. —Y ¿en dónde te quedaras? —pregunto con mucho interés.

—Aleister Silver me ofreció su morada y estaba pensando en donde podría dormir, si en el cuarto de huéspedes o... —Laila le dio un cadozo a Lucifer interrumpiendo sus palabras, ese acto hizo que mirara de fea manera a la rubia, no obstante, Laila le dedico una mirada de discrepancia y un gesto furioso lleno de desilusión.

—¿Aleister? ¿Cuándo lo conociste? —preguntó Margaret confundida ante la mirada de fastidio del chico y la evidente incomodidad de Laila.

—Casualmente me lo cruce y es una gran persona, además…

—¡No! —interrumpió bruscamente Margaret y Lucifer la miro sorprendido —. Por favor, no vas a esperar que crea o piense que tu interés por los nuevos habitantes de Trasmoz es pura casualidad, ¿Qué estas ideando? Los Silver son buenas personas y no voy a permitir que les hagas daño. —Margaret lo miro con desilusión en los ojos y se retiró. Lucifer adopto un gesto enojado porque jamás había esperado que la pelirroja le hablara de esa manera.

Laila se limitó a tomar un lado y solo bajo la mirada. Margaret se sintió frustrada, pero no obligaría a su amiga a estar de su lado, después de todo ella sabía que Laila no podría llevarle la contra a Lucifer pues lo amaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.