El hilo rojo del destino

Capítulo tres (3) / Conocerse

Y así de rápido, llegó el sábado, ambos jóvenes se encontraban desayunando, Sophia con sus padres y Estéfano con su madre y hermana. 
Antes de que llegue la tarde los dos se dedicaron a hacer sus tareas escolares, además de ordenar sus habitaciones. Escuchaban música y se relajaban cantando o moviendo su cuerpo al ritmo del sonido disfrutando esos momentos de soledad y paz. 
Estéfano tenía una hermana, la amaba pero muchas veces él se ha sentido nada junto a ella. Para Estéfano algunos días eran un martirio, ya sea por su madre o su hermana, además las llamadas de su padre lograban animarlo aunque escuchar las voces de su nueva pareja o incluso el hijo que tenían le bajaba los ánimos, nunca consideró ni considerará a ese niño como su hermano.
No había escapatoria, o por lo menos no con su familia. Las visitas a su padre eran breves, cuando estaba con el intentaba olvidar todo lo que había pasado, podía hablar con más libertad ahí; pero tanto Estéfano como Sara sentían que ese tiempo no era suficiente, ya no podían quejarse o pedir, el lapso de tiempo nunca cambió. Por suerte, con el paso de los días los problemas que antes tenían disminuyeron, todo quedó en el pasado, por fin Gustavo había madurado y sus acciones también... Un poco. 
Cada que podía, Estéfano salía de casa, no era fanático de pasar tiempo en familia. Algunas veces Sara no lo dejaba ni respirar y sus padres nunca hacían nada al respecto, si el quería respeto lo tomaba aunque claramente recibía un sermón o un regaño por parte de sus padres. La diferencia de edades tampoco ayudaba mucho, cuatro años parecían menos significativos de lo que en realidad eran, cuando Estéfano tenía catorce su hermana tenía diez, uno pensaba en el miedo que le daba salir y en como hacer para no volver a ser tachado como el raro, mientras que la menor solo quería jugar y divertirse; el chico no era un completo granuja, solía jugar con su hermana cuando podía o estaba de buenas. 
Estéfano esperaba con ansias la llegada del sábado, era una escapada de su realidad, al igual que cuando leía, solo que salir con Lucas duraba menos y no sucedía muy seguido.
Narra Estéfano:
Salí de mi casa como a las 12:30 pm para reunirme con Lucas, me puse mis audífonos y me dirigí a la plaza de Armas (Cajamarca Perú) ahí me encontraría con Lucas, Carolina y la prima de Lucas. 
Llegué a la plaza, solo ví a mi amigo y su novia, después de saludarlos nos dirigimos al restaurante donde almorzaremos, nos sentamos y automáticamente entró una chica, se veía agitada, al parecer llegó corriendo, mientras más se acercaba más nervioso me sentía, reconocí a esa joven, era la que chocó conmigo en la universidad. Sentí mi cara arder cuando se sentó al lado de Lucas.... Me lleva la que me trajo! Las mariposas revoloteando en mi estómago ya comenzaban a ostigarme, las quería escupir todas y cada una.
-¿Chico ballena?- preguntó ella, con un deje de diversión en su voz, además de un tenue sonrojo. 
-¿Qué dices?- cuestionó su primo confundido y con humor.
-JAJA nada nada- - Hola un gusto, tú debes ser Carolina- dijo dirigiendo su atención a Carolina con una hermosa sonrisa en su rostro.
-Sip ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?- preguntó Carolina.
-Soy Sophia, Sophia Sorní-
-Un gusto- comentó Carolina a lo que Sophia respondió: - Igualmente.
Sophia, por fin conocía su nombre, el simple hecho de imaginarlo me ponía los pelos de punta, quería gritarlo y reí mentalmente por la imágen mía gritando el nombre de la chica. Seguía sin hablar estaba en mi mundo, mi cara seguía caliente y las palabras no salían de mi boca, o tal vez no sabía qué decir.
-Que raro que mi primita llegue tarde- dijo Lucas sarcásticamente.
-Ja ja muy gracioso- respondió Sophia con el mismo sarcasmo.
-Je je, bueno y ¿qué pasó?- Le preguntó mi amigo.
-Bueno...-
Narra Sophia: 
Un poco antes:
Terminé mis trabajos y me dispuse a escuchar música, y de un momento a otro me quedé dormida, después de como media hora desperté, despeinada y babeando. Tomé mi celular, vi las llamadas y mensajes perdidos, maldije internamente y me alisté lo más rápido posible. 
Me despedí de mis padres y fui corriendo hasta la plaza, vi la ubicación de Lucas gracias a una app y prácticamente volé hasta ahí.
Llegué despeinada y al entrar y acercarme a mi primo mi corazón se aceleró, vi al chico de la universidad y pese a las ganas tremendas que tenía de esconderme preferí tranquilizarme.
Por algún motivo, el chico no hablaba, solo estaba sonrojado y no me dirigía la mirada; ignorando eso me presenté con Carolina y la verdad me cayó muy bien.
Ahora tenía que dar una explicación por mi tardanza, para evitar sermones usé únicamente una frase y parte de mi encanto.
- Estaba ocupada, ocupada durmiendo - Me excusé.
- Uy, cuidado y te canses - Se burló mi primo con tono sarcástico. A esto respondí con una mala mirada que hizo reír a Lucas.
Me acomodé en mi asiento, estabamos en una mesa cuadrada, yo al lado de el chico y Lucas al lado de Carolina.
Se hizo un silencio incómodo pues todos quedamos mirando al amigo de Lucas que estaba perdido en sus pensamientos con la mirada en la mesa.
- ¿Tienes nombre chico ballena? - me atreví a preguntar, no me respondió así que pregunté nuevamente: ¿Chico ballena?
Narra Estéfano: 
-¿Chico ballena?- escuché nuevamente hasta que reaccioné.
-¿Sí?- dije finalmente.
Sophia rió y dijo - ¿Que cómo te llamas?-
- Ah! eeee Estefano, Estefano Garza- comenté.
-¡Un gusto Estefano!- contestó ella con emoción. A lo que respondí ya más calmado -  Igualmente Sophia
Fue complicado no quedar en blanco cada vez que hablábamos, siempre me pasaba pero está vez era más vergonzoso. No conocía nada sobre Sophia y no sabía que tema de conversación elegir así que se me ocurrió lo de siempre.
- ¿Te gusta leer? - pregunté 
- Y dale con eso! - se burló Lucas
- ES LO ÚNICO QUE SE ME OCURRE - contra ataqué para hundirme en mi asiento, creo que esa no fue la mejor opción siempre hablaba de lo mismo. La respuesta de Sophia me dejó con una sonrisa en la boca. 
-  ¿Lucas no te contó? Bueno, yo amo leer, especialmente si se que el libro me hará llorar. - Respondió después de codear a su primo.
- ¿Cuál es tu libro favorito? - pregunté, era genial que alguien tenga los mismos gustos.
- Una perfecta confusión, salió en físico en dos mil veintidos y fue hermosa. ¿Cuál es el tuyo? - 
Ahora la conversación se reducía a nosotros dos, de vez en cuando veía de reojo a la pareja, los cuales se disponían a conversar entre ellos.
- Creo que el mío es Un beso bajo la lluvia - respondí con una mano en mi quijada.
- Así que al chico ballena le gusta sufrir - dijo Sophia con una ceja en alto.
- Es que el masoquismo es lo mío - 
- Ya lo creo - intervino Lucas rodando los ojos - Ya niños, se conocieron y ahora toca pedir comida - 
Eso hicimos, Sophia pidió pasta a la huancaina a lo que Lucas preguntó si alguna vez dejaría de comer pastas y la respuesta de la chica fue un rotundo no. La relación de ambos me hacía gracia, pero no de mala manera, más que primos parecían hermanos, hermanos que se tratan de la verga pero que se aman igual. Los dos se insultaban o golpeaban pero ninguno se molestaba.
Carolina ordenó arroz a la cubana que consistía en arroz, plátano y huevo, estos dos últimos fritos. Lucas se pidió pollo frito y yo chicharrones de cerdo. 
Mientras comíamos también hablábamos de todo un poco, edades y de más.
Un poco después, cuando ya estábamos a punto de terminar vi a Lucas y Carolina chateando, posiblemente entre ellos pues ambos reían o sonreían al mismo tiempo, luego simplemente se fueron dejándome solamente con Sophia. Nos encontraríamos más tarde con Lucas y su novia.
Narra Sophia:
Me despedí de mi primo al igual que con su pareja y volví a sentarme, me quedé mirando a la nada un rato y cuando dirigí mi mirada al chico pude ver cómo este volteó a ver el plato de comida más cercano, seguidamente volvió a girar su cabeza y fingir ver la televisión que se encontraba sobre mi cabeza, mientras llevaba un poco de comida a su boca. Para sorpresa de ambos ese era mi plato.
- Eso... Eso es mío chico ballena - solté cuando ví que el también se dió cuenta de su error. 
- LO SIENTO, DE VERDAD, NO ME DI CUENTA - gritó exaltado y con una voz de angustia total mientras alejaba el plato. 
- No no no, no pasa nada, ni que lo hubieras babeado- Mencioné sonriendo.
Una sonrisa se formó en su rostro, pero no era una sonrisa que simbolisaba amistad o tranquilidad, si no una que reflejaba miedo o vergüenza.
- Lo siento mucho - se volvió a disculpar con una risa nerviosa mientras rascaba su nuca.
- No pasa nada, ahora terminemos de comer y vamos a dar el encuentro a los chicos- 
- Si, lo siento - 
- Todo está jodidamente bien chico ballena, ya basta de disculpas y come que se hace tarde - terminé riendo, contagiando mi humor al chico que asintió con la cabeza.
Terminamos la poca comida que nos faltaba y salimos, dado que Lucas no había pagado por salir apurado con su novia nos tocó a nosotros repartir la cuenta. Salimos del restaurant y un momento de silencio se hizo presente, no era incómodo, la presencia del chico transmitía calma, claramente yo no pude aguantar y comencé un nuevo tema de conversación. 
- Ok chico ballena, cuéntame un poco de tí, si quieres claro - dije vacilando en la calle con los pies en tanto abría los brazos, esa acción se veía con mucho flow, bueno no, me veía patética y Estéfano lo notó. La sangre subió hasta mis mejillas cuando ví como giraba los ojos para verme y una sonrisa burlona se plasmaba en su rostro.
Desde este ángulo podía ver su quijada no muy definida, también sus pestañas que parecían enormes patas de araña, su cabello caía cerca a sus ojos con esos rulos que se acemejaban al pelaje de una oveja y sus ojos, marrones y profundos que volteavan a verme de vez en cuando. 
Su sonrisa burlona pero cuidadosa, como si estuviera viendo a una niña pequeña. Fueron necesarios tres segundos para ponerme nerviosa y comenzar a caminar derecha nuevamente, como la chica madura que no soy, pero tal vez debería ser. 
El chico notó esto, una cara de confusión de plasmó en su rostro, la sonrisa se desvaneció.
- ¿Por qué te detienes? - - Era divertido ver cómo caminabas así - dijo volviendo a sonreír mientras un tenue tono carmesí, su piel era muy blanca y se notaba mucho cuando se sonrojaba.
- Osea que te estabas burlando de mí - respondí con una ceja levantada y una amplia curvatura en mis labios, con ganas de molestarlo. - Que feo tu corazón, adiós - fingí avanzar, mi modo indignado era en extremo falso en ese momento y se notaba mucho. Estéfano solamente dió un paso largo y me tomó de la muñeca, su tacto era perfecto, el calor hizo que un escalofrío transcurra desde mi nuca hasta la mitad de mi columna, siempre pasaba eso cuando me ponía nerviosa. 
- Graciosa - escuché, cuando levanté la mirada pude observar esa sonrisa, ahora más amplia y sus ojos que rodaron mirando a otro lado. - Me causó gracia, pero no de la mala, te veías... No se ... Creo que la mejor palabra para describirte es tierna, además de  tú tamaño claro. - Bromeó acercando su cara un poco más a la mía.
Lo alejé rodando los ojos. - Tu me vez pequeña porque eres enorme, soy más alta que las peruanas promedio. - terminé dando un leve golpe en su frente con mis dedos. 
Reímos y volvimos a retomar la conversación anterior.
- Ahora, cómo pedías te contaré un poco de mí. - Inició volviendo a mirar al frente.
Puse mis manos en los bolsillos de mi casaca y me dispuse a escuchar.
- Tengo diez y nueve años, me encuentro a la mitad del primer ciclo en biología marina, estoy en la misma universidad que tú, adoro el café, no soy muy sociable y mi único amigo es tu primo. - 
- Y ahora yo - corregí 
- Y ahora tú- concordó
Me cedió el turno para presentarme. 
- Tengo diez y nueve años, también estoy en medio ciclo de carrera solo que en este caso yo estudio Zoología, estuve en París aproximadamente cinco años y la pasé muy bien. Por cierto, sin chocolate no puedo vivir.
Después de eso, no sabíamos que más decir, únicamente nos quedamos en silencio y seguíamos avanzando hasta llegar a la Plaza de Armas. Estábamos cerca de nuestro destino cuando una llamada llegó al celular de Estéfano. 
- Mierda, lo olvidé - dijo más para el que para mí
- ¿Todo bien? - pregunté
- Si, todo bien, pero debo irme, olvidé que mi hermana tenía clases de modelaje y tengo que llevarla, hoy me toca a mí. - 
- Ni modo, no te preocupes chico ballena. Pero antes dame tu número - 
- Pero, te llevo con Lucas - 
- No pasa nada, es temprano, yo llego sola -
Intercambiamos número y se fue sin antes despedirse, fue divertido pasar el rato con el. 



#19406 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, romance, drama

Editado: 15.04.2022

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