El Hogar Mas Remoto

Capítulo 2

La brisa acariciaba su rostro tras pasar por las ventanas que descuidadamente dejó abiertas al caer cansada tras su largo viaje. El mar permanecía en calma mientras el despejado cielo se coronaba con el sol que subía perezoso mientras se afirmaba la mañana. La noche le había pasado desapercibida mientras dormía a lado de su amado y al abrir sus ojos se descubrió abrazandolos mientras el aun estaba en la cama.

— ¿Aún duermes? No te preocupes, contemplo tu tranquilo rostro dormido. Ha sido un viaje duro y la casa nos ha recibido en desorden. Espera en calma mientras me encargo de algunas cosas. Ya regreso.

Ella se levantó  con delicadeza, cuidando cada movimiento para no molestar a su amado. la cama vibraba ante sus movimientos y tan solo se calmó cuando ella terminó de levantarse.

Lo miro una vez más. Se veía tan tranquilo acostado. Tan Vulnerable. Tan suyo. No pudo evitar acercarse un poco más y al estar frente a su rostro, se detuvo.

Su larga cabellera se escurrió desde sus hombros y cayeron sobre el rostro de su amado.

Se dio cuenta y con cuidado removió los hilachos que cubrían aquella escena que quería inmortalizar en sus ojos.

Sintió el peso de su cuerpo sobre sus brazos apoyados sobre la cama y lo usó de excusa. Acercó sus labios a los de su amado y sintiendo rebotar su respiración contra su rostro, se detuvo. Tenía los labios resecos y partidos. Las manos llenas de ampollas. Los músculos adoloridos. Estaba fea e impresentable, no era digna para su amado. Desvio sus labios hacia la frente de él y con un tierno beso se levantó del todo alejandose de la cama. Tenía cosas que hacer.

El viento agitaba las cortinas que chocaban contra los adornos de las mesas cercanas. Algunas figuras habian caido al suelo ante la persistencia del viento al jugar con ellas. El suelo se había llenado de escombros brillantes y cortantes que tenía que limpiar. Ella por su parte, cerró las ventanas.

Una escoba y una pala, un trapo o un escobillón. La bodega estaba abastecida con herramientas según la necesidad. Más allá había una alacena llena de alimentos que durarían largo tiempo, pero por ahora no son necesarios, hay que limpiar.

Sus brazos comenzaban a entumecerse, pero no puede evitar sonreír al recordar el rostro de su amado. Sus labios se agrietan con su sonrisa y comienzan a sangrar. Sus piernas dejan de responder y cae sobre sus rodillas y se hiere con los escombros de estatuas cuya apariencia actual dista mucho de su época de gloria. Ahora sus rodillas también están sangrando.

Llena de heridas, se levanta apresurada. Su amado puede despertar en cualquier momento y no debe verla así. Corre nuevamente a la bodega y busca algo de alcohol para desinfectar las heridas. Unas vendas para cubrirlas y un pañuelo para limpiar sus labios. La crema para hidratar está en su habitación y se da cuenta de que no puede entrar ahí. Su amado duerme y podría despertarlo. Él no la puede ver así. No, llena de heridas y vendajes. Menos con los labios partidos con los que esperaba saludarle con apasionado beso al despertar.

El cielo sigue despejado y las cortinas no flotan en el agitado viento desde que cerró las ventanas. Ella se ha recostado en el mueble de la sala y rompe a llorar.

— Fue la sonrisa más bella — Recuerda — La más hermosa de todas las que podía haber conocido. Una profunda agitación se desarrolló dentro de mí y entonces supe que había encontrado el amor.

 

El sonido de las palabras de su amado retumban en su cabeza. Esas palabras que derritieron su corazón cuando a escondidas lo oyó hablar con sus amigos en una reunión y él, al verse descubierto tan solo sonrió.

Sí, esa misma sonrisa que él vio en ella, ella la vio en él. La misma sonrisa que espera ver cuando despierte. La misma que vio cuando dormía, esa misma que la ha hecho levantarse.

Ajusta sus vendajes y se pone sus sandalias. Con cuidado se desliza sin hacer ruido hasta su habitación y suplicando a sus pies y a la casa por silencio, llega hasta la mesita junto a la cama, del lado donde está su amado. Estira sus brazos esperando alcanzarla pero su cabello se desliza sobre sus hombros y vuelve a caer como una cascada sobre él.

Se detiene. Nuevamente siente deseos de besar sus labios. duda un momento pero sigue esforzándose por alcanzar la crema hidratante hasta que lo logra, entonces sale corriendo rápidamente de la habitación.

El día transcurre lento ante la monotonía del mar. Ella se sienta a contemplarlo imaginando la tierra al otro lado del horizonte y se da cuenta de que está donde siempre soñó estar. Con quien siempre soñó y que esta vez, es verdad.



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En el texto hay: amor, suspenso, gore

Editado: 13.09.2018

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