Herk.
Ya están aquí.
Los desgraciados ya están aquí.
Corrí hacia los cuartos de los chicos para avisarles, sus caras de terror me asustan aún más. Salieron conmigo hacia afuera de la casa, pero antes de que pudiéramos dar un paso fuera, los niños se interpusieron.
—Herk. ¿Podemos salir? —me pregunta Ash. Me lo pensé unos segundos, pero terminé asintiendo.
Sé muy bien lo que harán.
Todos salieron entusiasmados, dirigiéndose hacia el parque. Mientras los chicos y yo tratamos de no mostrarnos preocupados frente a ellos.
—Antes de que vayamos voy a ir a hacer algo. Con permiso —Sindy entró de nuevo a la casa rápidamente. Unos diez minutos después regresó.
Me senté en el césped cerrando los ojos.
Esto está muy mal, Herk.
Lo sé... ¿Sabes dónde están?
Rodean todo el bosque, tienen armas de todo tipo y tienen unas armaduras raras.
Está bien. Recuerda alejarte lo más que puedas, que no te vean por nada del mundo.
De acuerdo Herk. Aunque todavía no me parece justo... ¡Quiero morder cabezas como antes!
Y yo no quiero que formen una casería por ti.
Que aburrido eres...
Volví a abrir los ojos. Sin girarme, les dije a los demás que los militares rodeaban todo el bosque.
—Pobre Carmen... No pudo llegar a tiempo —lamentó Brenda, sorbiendo su nariz. Me levanté girando mi cuerpo hacia ella.
Estaba llorando. Brend la consolaba solamente con una mano en su hombro, dando apretones de vez en cuando.
No le gustaba demostrar afecto o que se preocupaba por su hermana en público. Y a ella no le importaba, sabe cuánto la quiere después de todo.
Me agaché a su altura, aunque aún así termine siendo un poco más alto.
—No llores Brenda, todo saldrá bien. Ya lo verás —mostré mi boca en una enorme sonrisa, eso siempre la alegraba de pequeña.
Y al parecer lo sigue haciendo, ya que sonrió mientras se limpiaba las lágrimas.
—Sigues siendo muy sentimental, mi niña... Pero no te avergüences de eso —lo que le decía solo lo podía escuchar ella. Era la única que necesitaba hacerlo.
Asintió riéndose.
—Siempre sentimental...
—... nunca insentimental —concluí. Esa era una frase que empezamos a usar desde sus quince años, después de que llorara porque un personaje de su manga favorito muriera.
Le puse una mano en la cabeza, ahora hablándole a todos.
—Vamos por ellos, chicos. Y que sea lo que el bosque quiera —los miré, ellos asintieron mientras que Brenda agarró mi mano uniéndola con la suya.
—Prométeme que te cuidaras, Herk.
—Te lo prometo —mire a los demás, incluyendo a los niños —. Se los prometo.
Ash.
Escuché sus pasos alejarse, esperé hasta que ya no podía oírlos y entré en la casa rápidamente.
Corrí hacia la cocina, dirigiéndome hacia el gabinete más pequeño de ahí. Lo abrí y tal como esperaba, encontré una hoja doblada perfectamente.
Están rodeando todo el bosque. Por favor, tengan cuidado.
La guardé en mi bolsillo dispuesta a salir de nuevo, pero una voz hizo que me asustara tanto que ahogué un grito.
—Coletas...
—Ah... Eres tú chinita —murmuré agarrándome el pecho.
—¿Estás segura de esto?
—Al cien por ciento. ¿Y tú?
Había duda en sus ojos. Frunció los labios antes de responder.
—Tengo miedo... —confesó en un susurro.
Me acerqué a ella para abrazarla, me lo correspondió unos segundos después.
—Yo también, todos tenemos miedo. Tanto por los demás como por nosotros mismos, e incluso... tenemos miedo por Herk. Pero lo que estamos haciendo es por él.
Asintió, caminando de regreso a la entrada, la seguí.
Al salir llamamos a todos y anunciamos lo que seguía.
—Vamos a iniciar con el plan en unos minutos, pero primero, tenemos que equiparnos.
Fuimos a la cocina, en la que agarramos de todo y nos equipamos.
Los más grandes agarraron cuchillos y cosas filosas, las cuales no fueron fáciles de conseguir ya que Herk las deja prácticamente a su altura, la cual es demasiado alto, por lo que tuvieron que agarrar una silla y ponerle varias cosas encima para poder alcanzarlas.
Los más pequeños se quejaron porque no tenían nada, así que tuvimos que darles entre cucharas, cucharones de madera, a uno le dimos un batidor incluso. Y sólo por juego, a algunos les pusimos platos hondos de plástico en la cabeza.
Se veían muy tiernos la verdad.
Y me sentía como en una película también.
Las muchachas y yo repartimos cinta adhesiva, encendedores... también vi como una chica agarró unas velas.
Todo sea por Herk y el bosque...
Volvimos a salir, esta vez, dando las instrucciones Claudia.
—Formen cuatro filas de menor a mayor por favor. Cuando estén listos partiremos —hicieron lo que les indicó, formándose perfectamente, nosotras cuatro liderando las filas enormes de niños y niñas —. ¿Tienen alguna pregunta sobre lo que haremos?
Una chica de atrás levantó la mano, Claudia le indico que hablara.
—¿Por qué los más pequeños van primero?
—Es para hacer parecer a nuestro ejército de niños débiles, porque en lo primero que se fijarán será en los más pequeños, y a los de atrás les tomarán menos importancia. Ya que son más los niños pequeños y los más grandes no se detallan bien —a este punto Mary alzaba mucho la voz para que se pudiera escuchar hacia atrás—, por eso andan armados de mejor manera y los pequeños como si fueran una caricatura —rio por lo bajo.
—¿Y cómo los vamos a encontrar en este bosque inmenso? — preguntó la misma chica. Esta vez respondí yo, alzando también la voz.
—Acordamos con Brend y Sindy que dejarían rastros. Brend arrastrará los pies y Sindy dejará algunas piedras por el camino por si el rastro de Brend se borra, así como a pasado con las huellas de Herk cuando camina. Por si no se han dado cuenta Herk deja pequeños agujeros en la tierra cuando camina, pero a los minutos, o incluso segundos, se borran, por eso optamos también en las piedras, solo por si acaso.
Editado: 07.07.2023