El hombre lobo y la vampira

Capítulo 1: Batalla en las Lindes de Eldemir (corregido 2 -05-2024)

En el campo de batalla, el fragor se desata como una tormenta despiadada, donde el rugido de la batalla se mezcla con el aullido de las bestias y el crujido de los huesos bajo las garras afiladas, el batir de las alas arrastraba el aire como si quitará el aliento del alma. Los ojos de híbridos brillaban como ascuas en la oscuridad, su poder amenazaba con arrasar el santuario de criaturas que habitaban el bosque.

Con su cabello oscuro ondeando al viento y sus ojos carmesí ardiendo con determinación, tornados de aquel color por la agudeza de la necesidad de ver mejor, Evangeline manejaba su espada con destreza y audacia. Su agilidad vampírica le permitía esquivar los ataques de los híbridos con gracia felina, mientras sus movimientos letales cortaban el aire con precisión y carne. John y Analie luchaban a su lado, desencadenando la ferocidad de sus movimientos al compás del otro. Vestida con una coraza de cuero rojo, moldeada para adaptarse a la forma de su cuerpo.

En la oscuridad del bosque, arcanos, elfos, vampiros y la alianza circular se unían en una lucha feroz contra los híbridos, desplegando sus habilidades con una determinación inquebrantable. Los arcanos lanzaban hechizos devastadores, los elfos disparaban flechas con precisión mortal, los vampiros se abalanzaban con ferocidad y la alianza circular combatía con valentía. La batalla era una tormenta de caos y destrucción, pero aquellos que luchaban no se rendirían fácilmente, alimentados por la esperanza de que, al final, la luz prevalecería sobre las sombras.

El príncipe elfo, Erín, alzó su espada en un gesto de triunfo, y por un instante, Evangeline sintió un alivio en su corazón acelerado. Pero ese breve respiro se vio eclipsado por la realidad que se extendía ante ella. Consciente del suelo bajo sus botas y con la mirada perdida en la devastación que se abría ante sus ojos, contempló el paisaje que alguna vez había sido el hogar de la exuberante vegetación y los delicados lirios del valle, se había convertido en un campo de muerte, un terreno marchito.

Observo que el verdor de los árboles se perdía bajo el implacable avance de las llamas, cuyo baile transfigurado y casi hipnótico parecía invitar a Evangeline a adentrarse. En su travesía, se topaba con charcos de lodo y terrenos destrozados por la violencia de la batalla, la tierra marcada por las técnicas que habían desgarrado el terreno en un desesperado conflicto. ¿Valía la pena?, se preguntaba. ¿Esto era el sabor de la victoria? A casa paso descubría los cuerpos inermes esparcidos entre los árboles carbonizados.

La noche estaba a punto de terminar cuando un sonido inquietante se filtró a través de los árboles. La tierra tembló bajo sus pies, se puso en guardia,  mientras una criatura emergía de las sombras,

—Todo acabo, ríndete, no hay nada por que luchar —dijo Evangeline a la sombra del lobo

Pero el lobo se descubrió permitiendo ver que ya no se trataba de un hombre lobo ¿Qué era eso?

 

Evangeline se encontró frente a eso, mitad carbonizado no solo eso sino su pellejo parecía estar estirado, casi un espectro de lo que alguna vez fue. No debería estar vivo, pensó, observando cómo una espada plateada atravesaba su lomo.

Los ojos del animal brillaban con un resplandor violeta, una magia misteriosa que escapaba a su comprensión. A pesar de la fuerza desconocida que emanaba de la criatura, Evangeline decidió que debía ponerle fin. El lobo se movió con una destreza sorprendente, esquivando su ataque. Decidió entonces correr hacia un lugar más profundo del bosque, donde los grises y los verdores luchaban por dominar el paisaje. Se apoyó en un árbol alto mientras el lobo embestía con sus zarpas el tronco con violencia, como si no conociera otro movimiento más que la destrucción.

Evangeline, sobreponiéndose con el peso del cansancio, con espada en mano se dejó caer con toda su fuerza, buscando acabar con la cabeza de la extraña criatura. Pero para su sorpresa, la espada parecía carecer del filo necesario, solo logrando aturdir al animal.

Evangeline sintió miedo mientras caía al suelo con cuidado, erguiéndose con dificultad. Sus pies parecían pesados como el plomo, incapaces de obedecer a su voluntad bajo el peso del cansancio que la embargaba. El lobo, tambaleándose por el golpe, se sacudió la espalda con furia, sus ojos penetrantes fijos en ella, lanzando un rugido que resonó en lo más profundo de los sentidos de la vampira, llenándola de temor y duda sobre su próximo movimiento.

Rápidamente, Evangeline sacó sus dagas, invocando el poder de sus diosas mientras el lobo se abalanzaba hacia ella. Pero con un movimiento ágil y sigiloso, ella se deslizó por el suelo, hundiendo sus dagas en el cuerpo del animal y provocando chillidos de dolor. En un instante, extendió su brazo para empuñar su espada, sus ojos de un rojo intenso decididos a terminar el trabajo.

El lobo, furioso, se lanzó hacia ella una vez más, pero Evangeline dio un salto ágil y certero. Su espada encontró su objetivo directamente en el cuello del animal, provocando un golpe sordo que aturdió al lobo y lo hizo desequilibrar. Aprovechando la oportunidad, ella continuó golpeándolo repetidamente, los golpes salpicando una sustancia negra que bañaba su rostro, la fuerza obtenida de una fuente llena de frustración no con las criaturas sino de las circunstancia que la había llevado a tomar la espada, el origen tenia rostros. Finalmente, con un último golpe decidido, terminó con la amenaza del lobo.

Sintió que no había cabida para su corazón en su pecho, permitiendo que el color negro volviera a sus ojos. Aquello no sabía a triunfo, pero algo comenzaba a liberarse, la superficial tranquilidad.

Hasta que una flecha se clavó en su pierna, cambiando su suerte de manera abrupta. Un dolor abrasador la dejó debilitada e incapaz de arrancarla, ante la intensidad del sufrimiento y la abrumadora sensación de debilidad que la envolvía. No podía creerlo: era solo una flecha, pero el dolor era insoportable. Por un momento, quedó paralizada por la agudeza del tormento.



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Editado: 03.05.2024

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