Estoy en mi oficina terminando de revisar los documentos de los nuevos contrato hecho por mi empresa, he adquirido un nuevo terreno para la construcción del nuevo hotel y debo decir que me siento bastante orgullo de todo lo que he podido lograr hasta ahora. Mi marca hotelera Painite Resort, es muy conocida tanto nacional como internacionalmente, gracias a su confort, elegancia y el buen trato que se le da a los inquilinos por parte de los empleados.
Luego de varios minutos de estar firmando tantos papeles, me levanto de mi asiento para estirar un poco el cuerpo. Me acerco al gran ventanal de mi oficina de donde puedo ver toda la ciudad y a la gente correr de un lugar a otro como si no hubiera mañana, todos sumergidos en su propio mundo, sin detenerse a mirar a su alrededor, sin siquiera llegar a percatarse de que la vida se le escapa de las manos por estar sumergido en el ajetreo del trabajo, pero, quien soy yo para contradecir eso, si soy igual o peor que ellos.
Apartando mi vista y concentrándola en mi reloj, me doy cuenta que aún es bastante temprano, apenas son las 5:45pm por lo que aún tengo tiempo para terminar de revisar y firmar los documentos que me faltan antes de que Dylan llegue a mi oficina como un tornado, gritando que se nos hace tarde para irnos de fiesta.
Bufo con fastidio y vuelvo a sentarme frente a mi escritorio tomando una pila de documento por firmar. Media hora después y como si lo hubiera presentido, la puerta de mi oficina se abre de bruce, sorprendiéndome, al tiempo que Dylan entra a mi oficina llevándose todo por delante.
—Aún estás firmando esos papeles ¿Acaso ya viste la hora? —me cuestiona, mientra toma asiento frente a mí, le miro por un segundo y vuelvo a mi trabajo — ¿me estás escuchando Axel? — vuelve a preguntar.
—Te escucho perfectamente Dylan —le respondo.
—Pues no parece, bueno no importa— dice, mientras comienza a jugar con una pluma dando golpecito en el escritorio.
—¿A qué viniste Dylan? —le pregunto, ya sabiendo la respuesta.
—¿Acaso no es obvio? Debemos darnos prisa o se nos hará tarde— responde y como me gusta molestarlo, no voy a perder la oportunidad.
—¿Tarde para que? — le pregunto.
—¿Estas bromeando? —pregunta, a lo que yo niego con la cabeza, el me mira sorprendido— hoy es la fiesta de celebración por la compra del nuevo terreno.
— ¿Qué pasa con eso?
— ¡Estas jodiendome! Eres el presidente y dueño de la empresa, tu deber es estar ahí en primera fila. Sin olvidar que nunca te pierde una fiesta.
— No es para tanto, cálmate.
— ¿Qué no es para tanto? Fíjate que sí lo es, a esa fiesta irán Valery y Esther, no podemos perder la oportunidad de pasar un buen rato— dice subiendo y bajando una de sus cejas.
Suelto un suspiro cargado de frustración, no es por nada pero no soporto a ninguna de esas dos mujeres y no me malentiendan, me gustan demasiado las mujeres pero esas dos rebasan los límites de paciencia.
Cierro de golpe la última carpeta y me levanto, miro mi reloj de pulsera y aun es temprano.
—No entiendo tu desesperación Dylan, es bastante temprano todavía, queda bastante tiempo libre antes de la fiesta.
—No hay suficiente tiempo amigo, amenos que quieras irte en esas facha de anciano, al menos yo, necesito tiempo para arreglarme. Esto que ves aquí, necesita verse bien para esta noche— dice Señalándose a sí mismo.
— No me digas — le respondo de una manera sarcástica — para ser un hombre te arreglas demasiado, empiezo a dudar de ti.
— ¿Piensa que soy mariposita? — pregunta, a lo que yo asiento — pues pensaste muy bien, soy gay, nunca quise decírtelo, no sabía cómo ibas a reaccionar pero ya que sacaste ese tema, te lo afirmo y debes saber que tu me gusta — dice con una sonrisa pícara en sus rostro.
Yo me quedo en shock, esto es algo que no me lo esperaba, mucho menos viniendo de mi mejor amigo, de mi casi hermano, de la persona que siempre ha estado junto a mi sin importar las circunstancias, pero, yo no soy nadie para juzgarlo. Si eso es cierto, mi deber como mejor amigo es apoyarlo. Salgo de mis pensamiento al escuchar unas estruendosas carcajadas, al observar de donde provenían, me encuentro con Dylan retorciéndose en el suelo de la risa.
— ¿Pero qué te pasa capullo? —le pregunto, el como puede, logra sentarse sin parar de reír, le miro con mala cara y estoy a punto de volver a hablar cuando me interrumpe.
— Es que debiste ver tu cara —dice, mientra explota en carcajada otra vez — tu cara era digna de un oscar, te creíste lo que dije ¿verdad?
— ¿ No eres gay? — le pregunto algo confundido.
— No, no lo soy — dice levantándose del suelo — pero cuando decida serlo, serás el primero en saberlo y el primero con el que quiero pasar una rica noche — dijo posando una mano en mi hombro, yo lo miro con odio y me aparto de bruce de el.
— Vuelves a decir algo así y no vives para contarlo — le digo mirándolo con mala cara, mientra él, solo se parte de la risa — mejor vámonos, antes que cambie de opinión y te lance de este sexto piso — hablo mientra camino hacia la puerta, tomo la manija y abro, miro hacia atrás y Dylan no se ha movido de donde esta.
— Te vas a quedar ahí parado.
— ¿No me vas a dar un beso antes de irnos?— pregunta y no puedo creer lo que estoy escuchando.
— Mejor un golpe ¿No crees Dylan?
— Ok, ya entendí — contesta riéndose y caminando hacia la puerta — pero se que te mueres por besarme — dice para seguido salir corriendo.
— ¡ Te voy a matar Dylan Wess!
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Editado: 28.09.2019