El Inicio Del Fin

CAPITULO 8

El bosque por la mañana era mas cálido. La brisa era reconfortante.

Aunque costaba admitirlo, el planeta y sus recursos habían mejorado desde que la población humana descendió en un 80%.

La regeneración de la capa de ozono era una clara prueba de ello. La luz solar ya no es dañina, no degenera ni quema la piel. Los recursos naturales ahora abundan. Los animales aumentaron su número radicalmente superando al de los seres humanos.

Las plantas crecieron a un ritmo nunca antes visto, no solo eso si no que se expandieron velozmente formando bosques y cubriendo ciudades enteras.

Podría decirse que la posible extinción de los seres humanos significara un nuevo inicio para el planeta.

Aunque aún existían ciudades, eran pocas comparadas a la gran cantidad que existían 7 años atrás.

Todo había cambiado, todo era tan diferente.

En medio del bosque estaban Jeremy y Bend, este último aún durmiendo. Jeremy había despertado hace horas. Si antes estando solo no se permitía el lujo de dormir mas que una o dos horas, menos lo haría ahora que estaba con Bend.

Jeremy miró al niño durmiendo bajo un inmenso árbol. Calculaba que tenía unos ocho o nueve años. Estaba temblando, muy posiblemente de frío. Vestía con un polo rojo oscuro y unos jeans azules, zapatillas mostazas. No traía ningún abrigo y así era como había dormido toda la noche, sin nada más que hojas para cubrirse. Era tan pequeño e indefenso. Y eso era lo que mas le molestaba a Jeremy. Debía enseñarle a matar. Por mas duro que parezca era algo esencial en ese “nuevo mundo”.

Asesinar o ser asesinado, era la única manera de sobrevivir. Él lo había aprendido de la peor manera. 
Nadie dudaría en matarlo aunque fuese un niño. Debía enseñarle a hacer lo mismo.

El cuartel número 2 se encontraba a unos tres  días de ahí. Pero Jeremy no se iba a arriesgar. Lo mejor sería esperar a que el niño esté listo. Debía entrenarlo para así tener mas posibilidades de que él saliése con vida.

—Levántate enano–gritó Jeremy.

Bend solo se movió unos cuántos centímetros del lugar donde estaba acostado.

Jeremy entonces colocó su bota derecha encima de la cara del niño y presionó con una fuerza media.

—Te dije que te levantaras.

Bend despertó inmediatamente de su sueño, pero Jeremy no apartó su pié. Apretó con más fuerza y lo empujó hacia adelante. Bend rodó unos metros. Se levantó inmediatamente.

—Di-di-disculpe señor Jeremy, me quedé dormido.

—Escucha enano, si quieres seguir conmigo deberás aprender que no soy tu padre ni ningún otro familiar tuyo. No porque eres un niño dejaré que duermas el tiempo que se te plazca. Deberás obedecer mis órdenes al pié de la letra, no toleraré errores. Aunque dije que te llevaría a la resistencia no espero que sobrevivas, dependerá mucho de tí mismo. Deberás aprender a vivir como una persona que nació en un mundo destruido y peligroso. Desecha la idea de que eres un niño. Aquí ya no existe eso. ¿Entiendes?

—Si señor Jeremy, le prometo que así será y no me quedaré dormido de nuevo.

—Sígueme.

Jeremy pisó las cenizas de la fogata y caminó aparentemente sin rumbo alguno. Bend fué detrás de él, con sus manos trataba de aliviar el dolor de su cabeza.

—Señor Jeremy ¿porque su nombre aparecía en el mapa?–preguntó inocentemente Bend.

—Por asesinar niños.

Bend entendió el mensaje y dejó de hablar, al menos por el momento. Por donde quiera que se observase habían árboles también animales. Además cada cierto tiempo se podía observar al menos un cadáver humano. Bend no podía evitar hacer un gesto de disgusto cada vez que veía uno.

Derepente Bend chocó con la espalda de Jeremy, éste se había detenido y observaba algo.
A no mas de 9 metros se encontraba un ciervo. Estaba comiendo el abundante pasto que ahí crecía. 
Jeremy vió ahí una magnífica oportunidad. Se agachó y dirigió su mirada hacia Bend.

—Bien, escucha. ¿Ves a ese ciervo?
—Sí señor.
—Vas a matarlo.

La expresión de Bend se tornó asustada.

—Pe-pe-pero yo no puedo.
—¿Crees que me importa? Es una orden no una sugerencia. Toma.

Jeremy le dió una daga. Bend temblaba con la daga en su mano. No quería matar al animal, y aún si quisiera no sabía como hacerlo, nisiquiera sabía si tenía la suficiente fuerza como para perforar la piel del animal. Bend no se levantaba.

Jeremy vió que no tenía intenciones de hacerlo. Lo agarró por el cuello del polo y lo levantó hasta quedar a la par.

—Escuchame bien enano, no te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando. Si no puedes hacer algo tan simple como eso, no mereces siquiera que te lleve a la resistencia. Te dejaré aquí y tendrás que arreglártelas por tí mismo. ¿Quedó claro?




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