Ahora se encontraba de vuelta en su cabeza, bueno, nunca salió de ella, pero aquel recuerdo se le hizo tan real, que casi pensó que tendría que vivir todo de nuevo.
—Que lindos recuerdos, ¿Verdad?— la voz provenía de William.
—¿Ahora que quieres?
—Oh vamos, solo quería visitarte— comenzó a caminar por todo el espacio vacío con una agilidad que no es característica de un viejo de casi ochenta años... —Hace tanto tiempo que no nos veíamos.
Después del incidente en el templo, aprendió a controlar esa vocecita que aparecía en su cabeza en los momentos mas inoportunos, y solo tardo 500 años en reprimirla, hasta que ella encontró esta nueva manera de atormentarlo, materializándose en su mente cada que podía.
—Lo repetiré una vez mas— su paciencia era casi nula —¿Qué quieres?
—Solo saber como estas, no te imaginas lo que es estar aquí solo. Oh, espera, ¡Si lo sabes!— soltó una pequeña carcajada que fue rápidamente cortada por la mirada del contrario —No por nada has intentado suicidarte infinitas veces, apuesto a que ya ni las recuerdas... Electrocutarte no funciono, quemarte tampoco y mucho menos el veneno de los Mayas... ¿Ya probaste el agua?
No aguanto mas las ganas de golpearlo, por lo que se movió rápidamente hacia el con los puños en alto, pero una fuerza invisible lo detuvo cuando ya estaba a un palmo de la cara de "William".
—No tan rápido querido— su tono de voz cambió, igual que su rostro y su cuerpo, ya no era William, era una hermosa mujer con cabellos rubios y con ropas desgastadas por el tiempo. No pudo reconocerla —¿Quieres acabar con el sufrimiento? Puedes hacerlo ahora mismo, solo debes volver a mi y todo será como antes— sus manos comenzaron a pasearse por el cabello negro del contrario, también repasaba las facciones de su pulido rostro con una sonrisa que demostraba un deseo insaciable —Vamos...— susurro en su oído.
—No se que planeas— respondió aquel hombre, tajante y serio —Pero por mas que odie lo que me hiciste, seguiré cargando con este cuerpo hasta el fin de los tiempos.
—Como quieras— dijo la extraña mujer sin quitar esa sonrisa de su rostro —Nos vemos, querido— hizo un ademán en la última palabra y chasqueo sus pálidos dedos, haciendo que el pelinegro saliera del trance.
Se levanto de golpe con la respiración agitada y el sudor que recorría toda su cara, Kinthy también salto de su regazo para erizarse en el suelo hasta que noto que todo estaba bien.
—Lo siento— expreso el hombre al felino, quien ya se había vuelto a posar en su vientre.
No logro conciliar el sueño de nuevo.
Al final, Helena se tomo los medicamentos y se fue a la cama con Zack, ambos durmieron como bebes.
—Buenos días— saludo Zack a Helena con una sonrisa una vez que salió el sol, el cual podía apreciarse perfectamente desde aquella habitación.
—Hola querido— Helena correspondió su sonrisa, esta vez mas real que cualquiera que le haya mostrado antes.
Un timbre resonó por todo el dormitorio y Zack fue ha atender la puerta, donde se encontraba un hombre con un uniforme de cocina, un carrito con infinitos manjares y una postura llena de orgullo. Compartieron unas palabras de admiración y agradecimiento para que después el carrito pasara a manos de Zack, quien lo movió hasta la alcoba donde permanecía Helena, totalmente hambrienta.
—Se ve delicioso— exclamo Helena con ojos iluminados.
—Provecho.
Zack se recostó de nuevo en la gigante cama y ambos comenzaron ha agarrar los exquisitos alimentos que estaban a su disposición mientras ponían una serie en Netflix y en menos de cinco minutos, ambos estaban compartiendo risas por el anime que tanto le gustaban a Helena en su infancia: Pokémon, también le encantaba a su hermano, el único capaz de sacarle esas carcajadas, carcajadas que sin pensarlo, ya estaba compartiendo con su prometido.
—Iré a organizarme para la cita de hoy— dijo Zack después de pasar prácticamente toda la mañana en esa cama, comiendo como si no hubiese un mañana —Deberías hacer lo mismo.
En ese momento, Helena lo recordó, tiene una cita con su diseñador, Marc Jacobs, quien es el encargado de elaborar el vestido de boda que usará en ese día, tan preciado para muchos y en esta ocasión, hasta polémico. Uno de los hombres mas codiciados del país junto a la periodista que le da vuelta al mundo sus noticias, un dúo poderoso.
Ambos se organizaron como de costumbre: Zack con sus caros trajes y relojes y Helena con su ropa vintage que tanto le encanta.
—¿Segura que no quieres que te lleve?— pregunto Zack antes de partir —A la junta le quedan unos minutos.
—No te preocupes, Kara ya...— la bocina de un coche rojo que se parqueo en la orilla del hotel interrumpió a Helena.
—¡Vámonos, al infinito y mas allá!— grito Kara desde la ventanilla, invitando a Helena para que suba de una buena vez.
—Adiós— dijo Helena con una sonrisa, agitando su mano hacia Zack, quien copio los mismos movimientos hasta montarse en su camioneta.
Helena saludo a Kara como de costumbre y emprendieron camino hacia la famosa sastrería, pero hubo un pequeño problema: Sobrevivir al camino.
—¡KARA, VE MAS LENTO!— grito Helena mientras se sostenía de donde podía.
—Oh vamos, tranquilízate— las bocinas de los otros autos se desvanecían como el viento —Llegaremos mas rápido— hablaba con extrema tranquilidad.
Y así fue, cuando Helena menos pensó, llegaron al lugar acordado. Desde fuera se veían vestidos perfectos y atuendos impecables en la vitrina.
—¡Son hermosos!— exclamo Kara una vez adentro, comenzó a palpar la tela de los vestidos y Marc Jacobs le regalo una mirada despectiva antes de acercarse a Helena.
—Señorita Helena, es un placer para mi conocerla en persona— agarro sutilmente su muñeca y poso un beso sobre ella.
—Gracias, yo...
—¡Al grano amigo!— interrumpió Kara —Quiero que se vea como una reina, algo que no sea escotado porque la idea no es mostrar mucha piel, además unas flores vendrían muy bien y...— Helena le regalo una mirada despreocupada y una sonrisa a Marc, quien ya estaba apuñalando a Kara por su falta de educación.