El intercambio (edición)

Capitulo 11

Me levanto un poco más temprano de lo habitual y decido salir a trotar para despejar mi mente. Desde pequeña siempre he tenido el hábito de hacer deporte. Recuerdo cómo acompañaba a mi hermano a entrenar, y gracias a él desarrollé esta disciplina.

Después de terminar mi rutina, me dirijo a la casa de Lukas. Estoy decidida a hablar con él y decirle que regresaré a la residencia. Me gusta vivir con él, pero no puedo evitar sentir que puedo llegar a ser una carga.

Al entrar, lo encuentro todavía medio adormilado, su cabello despeinado y una ligera expresión de pereza en su rostro.

—¿Por qué no me despertaste? —me pregunta, haciendo un puchero adorable.

—Te vi tan dormido que me dio pesar —respondo mientras me inclino para darle un corto beso.

—Lu, tengo que hablar contigo sobre algo.

—Yo también tengo que decirte algo importante, Christy —replica, poniéndose un poco más serio.

—Tú primero.

—No, tú primero —se ríe suavemente. —Siempre he dicho que las damas primero.

Dudo por un momento, pero finalmente respiro hondo y suelto lo que llevo pensando todo el día.

—Es que… creo que voy a volver a la residencia. Lo haré esta tarde.

Su expresión cambia de inmediato. Frunce el ceño y me mira fijamente.

—¿Qué?

—No quiero ser como un estorbo —le explico, sintiendo el peso de mis palabras. —Y además, tengo todas mis cosas en ese lugar.

Lukas se queda en silencio por unos segundos que parecen eternos. Finalmente, asiente con un gesto seco y camina hacia la sala.

—Bien.

—Lu, ¿qué me vas a decir? —me acerco a él, pero parece evadirme. —¿Estás molesto?

—Voy a salir a comprar unas cosas —dice sin mirarme, su tono distante. Luego, sin esperar respuesta, toma las llaves y sale de la casa, dejándome sola con un nudo en la garganta.

Me siento en la sala, dándole vueltas al posible motivo por el que Lukas se molestó. Su reacción me tomó por sorpresa, y necesito despejar mi mente. Después de unos minutos, decido llamar a mi mamá en busca de consejo.

—Chris, hola. ¿Cómo estás? —responde con su tono cálido de siempre.

—Hola, mamá. Necesito tu consejo —digo, soltando un suspiro pesado. —¿Te acuerdas de Lukas?

—¿Tu nuevo novio?

—No es mi novio —respondo de inmediato, aunque mi voz traiciona cierta duda. —Desde lo que pasó con Logan, he estado quedándome en su casa. Hoy le dije que iba a regresar a la residencia y creo que se molestó.

—Hija, si se molestó, es porque le importas de verdad —dice con esa sabiduría que solo las madres tienen. No puedo evitar sonreír. —Un buen hombre siempre se preocupa por la chica que le gusta.

—Mamá, lo invité a venir conmigo a Long Beach —digo en voz baja, casi con timidez. —Quiero que lo conozcan y que él los conozca a ustedes.

—Pues nosotros estaremos encantados de conocerlo. Con lo que me dices, siento que ya me agrada. Cuidar de mi niña no es cualquier cosa.

—No soy una niña, mamá.

—Siempre lo serás para mí —ríe suavemente. —Dale un tiempo, Chris. Estoy segura de que más tarde podrán hablar tranquilamente sobre lo que pasó.

—Gracias, mamá. Saluda a papá por mí.

—Claro que sí. Cuídate, hija.

Cuelgo el teléfono sintiéndome un poco más tranquila. Mamá siempre sabe cómo ayudarme a ver las cosas con perspectiva. Me levanto del sofá y decido darme una ducha. El agua caliente relaja mis músculos tensos y me ayuda a ordenar mis pensamientos.

Después de arreglarme, opto por algo cómodo: una sudadera y un top que combina. No quiero vestirme demasiado arreglada, pero tampoco quiero parecer descuidada. Aunque no sé si Lukas va a volver pronto, prefiero estar lista para cuando lo haga.

La puerta se abre, y giro la cabeza con la esperanza de que sea Lukas, pero es Marcus. Está sudado, como si hubiera salido a entrenar.

—Hola, Marcus —digo, intentando disimular mi decepción.

—Hola, Chris. ¿Cómo estás?

—¿Sabes algo de Lukas? —ignoro su pregunta y me adelanto al tema que me preocupa. —Le dije algo y creo que se molestó. No quiere contestar mis mensajes.

—¿Qué le dijiste? —pregunta mientras se acerca, con el ceño ligeramente fruncido.

—Que voy a regresar a la residencia porque no quiero sentirme como una carga —respondo, suspirando.

—Chris, para Lukas no eres una carga ni nada parecido —dice con firmeza. —Soy su mejor amigo, y te aseguro que nunca había visto a Lukas tan feliz hasta que tú llegaste.

—¿De verdad? —pregunto, sintiendo cómo una pequeña sonrisa se asoma en mis labios.

—Te lo digo muy en serio. Ese tipo está loco por ti, pero no lo dice mucho porque no es su estilo.

—Entonces, ¿qué debería hacer? —le miro, esperando algún consejo que me saque de esta confusión.

—Dale un poco de tiempo para calmarse y pensar. Estoy seguro de que no va a tardar en regresar —se encoge de hombros. —Es Lukas, y él no puede estar molesto contigo por mucho tiempo.

—Gracias, Marcus. ¿Quieres algo de desayunar? —le ofrezco, tratando de sonar más tranquila.

—No, gracias. Solo tomaré una manzana.

Le paso una manzana de la cocina y me quedo en la sala, viendo cómo se sienta frente a mí, tranquilo como si nada pasara. Decido marcar de nuevo a Lukas, pero esta vez rechaza la llamada.

—¿Te rechazó? —pregunta Marcus, levantando una ceja.

—Sí —digo, frustrada. —Esto no me gusta.

—Relájate, Chris. Probablemente solo necesita un momento para procesar lo que le dijiste. Es un tipo intenso, pero siempre vuelve.

—¿Crees que debería buscarlo?

—No. Déjalo que venga a ti. Créeme, si algo he aprendido de Lukas es que odia que lo presionen. Él necesita espacio para organizar sus pensamientos, pero cuando está listo, siempre vuelve.

—Supongo que tienes razón…

—Claro que la tengo —dice con una sonrisa traviesa. —Ahora, si quieres que te diga algo, deberías aprovechar este tiempo para pensar qué realmente quieres tú. ¿De verdad quieres irte de la casa?




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