Han pasado dos semanas desde que comenzamos la mudanza al nuevo apartamento, y hoy por fin estamos terminando de instalar todo. Lukas y yo nos encargamos primero de nuestra habitación, queríamos que fuera un espacio cómodo y acogedor para ambos.
En estas dos semanas, nuestra relación se ha fortalecido. Lukas incluso hizo una videollamada con mis padres para conocerlos antes de nuestro próximo viaje a Long Beach.
—Chris, quiero que conozcas a mi mamá. —Su comentario me toma por sorpresa, y comienzo a toser.
—¿Qué? —exclamo nerviosa—. ¿Por qué no me avisaste antes?
—Oye, no es para tanto —dice divertido, poniendo sus manos alrededor de mi cintura—. Además, nos invitó a comer a un restaurante.
—¿Y si no le agrado? —empiezo a preocuparme, mordiendo mi labio.
—Chris, tú le agradas a todo el mundo —responde con una sonrisa tranquilizadora—. No tienes nada de qué preocuparte.
—No tengo nada que ponerme —hago un puchero dramático—. ¿Y si vienes conmigo a buscar algo?
—¿En serio? —Lukas abre el armario y me muestra la cantidad de ropa que tengo—. Chris, tu armario está lleno de opciones.
—Está bien —cedo, cruzándome de brazos—. Voy a buscar qué ponerme para esta noche.
—Chris, aún falta mucho para la noche.
—Lukas, soy mujer —le recuerdo, levantando una ceja—. Necesito tiempo para verme perfecta, y más si voy a conocer a tu mamá.
—Podrías ir desnuda y seguirías viéndote hermosa.
—Muy gracioso, Lukas —sonrío, rodando los ojos—. ¿Y tú qué te vas a poner?
—Algo básico, ya sabes cómo soy.
—Claro, el señor “algo básico”. —Le lanzo una mirada divertida antes de dirigirme al armario—. Bueno, yo necesito algo más especial.
Él se queda observándome con una sonrisa mientras rebusco entre mi ropa, y no puedo evitar pensar en lo importante que es para mí causar una buena impresión. Conocer a su mamá es un gran paso, pero con Lukas a mi lado, siento que todo será más fácil.
Lukas parece un poco nervioso, y yo entrecierro los ojos, sospechando que trama algo.
—Chris… —comienza, sacando un pequeño peluche de su armario—. Mira, no soy bueno con estas cosas, pero ya no quiero esperar más. ¿Quieres ser mi novia?
Por un instante, me quedo sin palabras. El peluche es adorable, pero lo que realmente me emociona es la sinceridad en sus ojos.
—Lukas, ¡es precioso! —corro hacia él y lo abrazo con fuerza—. Sí, quiero ser tu novia.
El suspiro de alivio que suelta me hace sonreír aún más.
—Tenía miedo de que dijeras que no —admite, frotándose la nuca.
—¿Y por qué te diría que no? —pregunto, levantando una ceja.
—Porque no fue nada romántico. Prometo que te lo pediré de nuevo, pero de una forma especial, algo que recuerdes para siempre.
—No tienes que prometer nada —le tomo la mano, mirándolo con ternura—. Esto es perfecto. Cada momento contigo es perfecto, Lu.
Su sonrisa se ilumina, y antes de darme cuenta, me levanta del suelo y me llena de besos.
—¿Sabes cuánto me haces feliz? —me susurra mientras me sostiene.
—Y tú me haces feliz a mí —respondo riendo—, así que estamos empatados.
Desde que Lukas llegó a mi vida, me siento diferente. Más alegre, más segura. Muchas de mis inseguridades se han desvanecido gracias a él, y no puedo evitar sentirme agradecida.
La tarde pasa volando, y antes de darme cuenta, estoy saliendo de la ducha con un problema monumental: ¿qué demonios me pongo para conocer a la madre de Lukas?
—¡Lukas! —grito como una loca, tratando de no entrar en pánico.
Él aparece en la habitación con cara de preocupación.
—¿Qué pasa, Chris?
—¿A dónde vamos a ir? —pregunto, casi jadeando.
Él suelta una carcajada.
—Vamos a un restaurante de pasta —dice, calmado, como si no fuera el evento más importante del mundo.
—¡Me encanta la pasta! —exclamo con entusiasmo, pero rápidamente vuelvo a mi dilema—. Pero… ¿qué me pongo?
—Lo que quieras, te ves bien con todo. —Se sienta en la cama, cruzando los brazos como si tuviera todo el tiempo del mundo.
—Ser mujer es una tarea complicada —digo en un susurro, rebuscando en mi armario. Cojo un jean, una blusa fucsia y una cartera a juego—. ¿Esto está bien? ¿O es demasiado? ¿Cómo se viste tu mamá?
Empiezo a lanzarle preguntas sin parar, y Lukas no puede contener la risa.
—Eso está perfecto —me asegura con una sonrisa—. Te verás increíble.
Sus palabras me calman un poco, y decido que mi elección es adecuada. Me visto y recojo mi cabello en una cola alta para darle un toque elegante.
—¿Tus hermanos van a ir? —le pregunto mientras termino de aplicarme perfume.
—No —hace una mueca divertida—. No quiero que arruinen nuestra cita.
Eso me hace reír.
—Está bien —respondo, revisándome en el espejo—. Ya estoy lista, y tú ni siquiera te has vestido.
—Porque soy mucho más rápido.
Mientras Lukas se cambia, aprovecho para tomarme algunas fotos y subir una historia a mi Instagram. Cuando vuelve del baño, luce increíble con una camisa roja y un jean negro.
—¡Dios mío, estás guapísimo! —exclamo, sintiendo que el corazón se me acelera.
—Y tú estás preciosa —dice acercándose para darme un beso suave en los labios—. ¿Vamos?
—Sí —respondo con una sonrisa.
Y mientras salimos juntos, siento que este es solo el comienzo de algo increíble.
Salimos del apartamento y nos subimos al auto. Lukas empieza a conducir hacia el restaurante donde nos encontraremos con su madre. No puedo evitar sentir cómo los nervios me invaden. Lukas me gusta tanto que lo último que quiero es arruinarlo todo por dejarme llevar por esta sensación de inseguridad.
Mientras miro por la ventana, siento su mano sobre la mía. Comienza a acariciarla suavemente, como si supiera exactamente lo que estoy sintiendo.
—Amor, tranquila —dice con una voz que consigue calmarme un poco—. Ella te va a amar.
Le doy una pequeña sonrisa.