La alarma suena insistentemente, y abro los ojos con pesadez. Al mirar al lado vacío de la cama, noto una nota de Lukas: “Salí a comprar unas cosas para el viaje. Vuelvo pronto.”
Me levanto con calma, pero al salir de la habitación, me llevo un susto inesperado al encontrar a Neil dormido en el sofá de la sala. Apenas viene sin avisar, así que esto me sorprende.
—Neil —lo sacudo suavemente—. ¿Quieres algo de desayunar?
—Buenos días, cuñada —responde con una sonrisa perezosa—. Nunca nadie había sido tan amable conmigo.
—No te acostumbres —bromeo mientras me siento en el brazo del sofá—. ¿Y cómo vas con tu novia?
—No es mi novia —se apresura a decir, algo incómodo—. Chris, ¿cómo haces para saber si tu novio te engaña?
—¡¿Qué?! —exclamo, abriendo los ojos como platos.
—¡No, no! —se apresura a aclarar, agitando las manos—. No hablo de mi hermano. Lukas jamás te haría algo así. Es sobre la chica con la que estoy saliendo… Creo que tiene a alguien más.
—¿Y por qué piensas eso?
—Porque ayer salí con ella, y se la pasó escribiéndose con alguien todo el tiempo. Ni siquiera me miraba —explica, bajando la mirada.
Es evidente que está dolido, pero no estoy segura de qué decirle para animarlo.
—¿Quieres huevos con tocino? —le pregunto, intentando cambiar el tema mientras camino hacia la cocina.
La puerta se abre, y Lukas entra cargando unas bolsas que deja en el sofá antes de acercarse a mí.
—Buenos días, hermosa —dice, dándome un beso cálido.
—Buenos días, amor —respondo con una sonrisa.
—Chris, dime algo —interrumpe Neil desde el sillón—. ¿Qué harías tú?
—No lo sé —digo, encogiéndome de hombros—. Tal vez estaba hablando con su mejor amiga o resolviendo algo importante.
—¿De qué hablan? —pregunta Lukas mientras saca un cartón de leche de la nevera.
—Neil cree que la chica con la que sale lo está engañando —le explico.
Neil empieza a contarle todo a Lukas, quien lo escucha con atención mientras coloca unas cosas en la encimera.
—¿Qué hubieras hecho si Chris, en su primera cita, hubiera estado pegada al celular? —pregunta Neil con interés.
—Para eso fuimos al parque de diversiones —responde Lukas con una risa burlona.
—¡Eres un tonto! —le digo, golpeándolo suavemente en el brazo, mientras él ríe aún más.
—No te preocupes, Neil. Te ayudaré con eso —le aseguro—. A veces soy como el FBI cuando quiero descubrir algo.
—Ya sabes, hermano —bromea Neil, lanzándome una mirada divertida mientras yo le tiro un pedazo de pan en respuesta.
—Yo jamás engañaría a Chris —dice Lukas, acercándose para rodearme con sus brazos—. Quiero pasar con ella el resto de mi vida.
—Tal vez yo nací para estar solo —murmura Neil, recostándose en el sofá con dramatismo.
Lukas y yo nos miramos y soltamos una carcajada al unísono. Es imposible no querer animarlo, aunque esté siendo un poco melodramático.
Comienzo a preparar huevos con tocino para los tres, y cuando están listos, nos sentamos en la mesa. Justo cuando estoy a punto de dar el primer bocado, el timbre suena desesperadamente, y un escalofrío recorre mi cuerpo.
—Yo abro —dice Lukas, levantándose rápidamente de la mesa.
Abre la puerta, y una chica de cabello negro entra sin previo aviso.
—¿Elena? —dice Neil, sorprendida.
—¿Neil? —la chica voltea a ver a Lukas—. Eres más guapo.
Ruedo los ojos, molesta por la interrupción, y me hago a un lado de Lukas.
—¿Y tú quién eres? —le pregunto, cruzando los brazos.
—Es la chica de la que te estaba hablando —me dice Neil, mirando a Elena con una expresión confundida—. ¿Qué haces aquí?
—Anoche estuve en una fiesta y me acordé de que la otra noche te recogimos aquí —dice Elena, algo ebria—. Solo vine a decirte algo, y espero que lo entiendas.
—¿Qué cosa? —le responde Neil, frunciendo el ceño.
—No quiero estar contigo —Elena lo mira directamente a los ojos—. No eres mi tipo, solo acepté la salida porque estaba aburrida.
Mi enojo crece y no puedo evitar intervenir.
—Eres tan despectiva —frunzo el ceño—. A Neil de verdad le importas, pero qué bueno que no desperdició su tiempo contigo.
—¿Y tú quién te crees, rubia? —se acerca a mí, desafiándome.
—No te molestes —le responde Neil, tratando de calmar la situación—. No vale la pena pelear con ella. Vete de aquí, Elena.
—No tengo a dónde ir —se encoge de hombros—. Mi papá no está en casa y…
—Y no nos interesa —la interrumpo, firme—. Lárgate de aquí, o te juro que yo misma te voy a sacar.
Elena me lanza una mirada llena de desprecio antes de girarse y salir del apartamento, sin decir una palabra más.
—Gracias —Neil se pasa las manos por la cara, visiblemente aliviado—. Ya sabes que eres la mejor.
—Sí —respondo con tono superior—. Ahora debo arreglarme, porque en unas horas tenemos que estar en el aeropuerto.
—¿Hasta cuándo se quedan? —pregunta Lukas.
—Cinco días —responde Lukas, encogiéndose de hombros.
Camino hacia la habitación y me doy un baño rápido, no quiero perder mucho tiempo. Necesito arreglarme y verme increíble hoy.
Miro mi armario y me siento en la cama, observando toda la ropa. No sé qué ponerme para mi regreso a Long Beach.
—¡Novio! —grito desde la habitación.
Lukas entra corriendo, preocupado.
—Pensé que te había pasado algo.
—No sé qué ponerme —digo, haciendo un puchero.
—¿Entonces yo elijo tu ropa? —me pregunta mientras observa el armario.
Saca un jean, una blusa blanca de cuello alto, mis zapatos blancos y una cartera negra. Me parece una elección perfecta.
Me empiezo a vestir, y Lukas sonríe al verme lista.
—Soy un buen novio —dice, mientras me besa—. Te ves demasiado hermosa, princesa.
—Gracias, amor.
—Me voy a bañar —me dice, dándome otro beso—. Ve a hablar con Neil. Eres como su consejera, o mejor dicho, como su mejor amiga.