Reynold estaba desesperado porque no encontraba el libro.
—Nick, ¿seguro que no has visto el libro?
—Eso la décima vez que me lo preguntas, además, ni siquiera sé cómo es.
Reynold siguió buscando. Daria entró como la rutina de la mañana con los demás estudiantes.
—Yo quemé el libro. No se permite salir a esas horas.
Reynold cerró su puño.
—¡Claro! No faltaba más. La pequeña rata tuvo que ser. ¿Qué no te basta con decirle qué hacer a todos? Realmente te gusta sentirte la jefa de aquí, ¿no?
—Reynold —dijo Nick—, no le hables así.
—Yo le hablo como yo quiero.
—Pediré que te vayas del internado— dijo Daria.
—Hazlo, me harías un favor.
Daria le dió una cachetada.
—Mientras estés aquí tienes que aprender a respetarme.
—Eres solo otra estudiante más de este asqueroso lugar, hallaré la forma de hundirte y a este lugar.
×××
El director había llamado a Daria a su oficina.
—Tienes que hacer algo con ese Reynold, te recuerdo lo que podría pasar.
—No es necesario, yo me encargo.
—Eso espero.