***Desde la vivencia de Clara***
Ella sonríe y se dirige hacia los árboles, para ir por castañas, dejando atrás la fogata donde se encontraban asando tubérculos con Aeolus.
Llego a una sección del bosque, donde había muchos árboles de castañas y recolecta las que estaban esparcidas por el suelo, llevándolas en la tela de su falda, formando un saco con ella. Mientras estaba absorta en su tarea, algo llamó su atención. Había una joven de aproximadamente su misma edad, en las fronteras del jardín, quién le miraba sorprendida, está era la primera vez que un humano la observaba. Clara al ver a la joven no sabía si alejarse o acercarse a ella. Aquella muchacha no podía creer que estaba viendo a una mujer dentro del jardín, con curiosidad ella comienza a saludar con un gesto de mano, y Clara le devuelve el saludo. A unos metros, había un hombre que le hace señas a la joven para que no pierda la atención, hasta que grita ¡¡¡YA!!!
La muchacha entra corriendo cruzando la frontera, Clara se sobresalta, pero sólo recoge dos castañas cercanas y junto con eso hojas en un puño, cuando se levanta para retornar a las afueras jardín, una ráfaga de viento pasa rodeando a la muchacha quién mira con expresión de miedo a Clara, la ráfaga se dirige tan rápida al hombre que estaba cerca de ella y ocurre lo mismo, todo en menos de un parpadeo.
Aquella muchacha seguía mirando a Clara asustada, y como si el mundo se detuviera, observaba que todo pasaba lentamente; sus oídos solo escuchaban sus propios latidos y un frío comienza a rodearla, sintiendo como si las fuerzas la abandonan.
La joven deja caer lo que tenía en sus manos y por su frente comienza a notarse una línea roja que es su propia sangre que continuaba por sus mejillas hasta su barbilla y como si fuese una máscara, el rostro se le comenzó a desprender y caía al suelo. Se podía ver el interior de su cráneo y pronto el resto de su cuerpo se comienza a desmoronar, como si fuese hecha de arena, sus brazos caen y su pelvis se desplaza hacia un costado para dejar caer su torso.
Clara siente correr un sudor frío por su cuerpo al ver los interiores de lo que alguna vez fue una mujer. Aturdida mira lentamente en dirección al hombre que estaba cerca de la joven, que por la oscuridad sólo lograba distinguir una maraña de vísceras y su cuerpo tenía menos forma, lo que le hacía indistinguible.
Pronto aparece Aeolus, quien no se percató de la presencia de Clara. Se encontraba manchado por la sangre, traía su espada arrastrándola y comienza arrojar los restos de la muchacha fuera de los límites del bosque.
Clara sentía la cabeza abombada, no podía respirar y gemía tratando de poder llenar sus pulmones, castañeteaba los dientes de manera involuntaria, puesto que la escena era tan asquerosa y perturbadora que la hacía temblar, pero sobre todo, lo que más le asustaba, es ver que Aeolus era el responsable de esa masacre.
Aeolus cuando vea a Clara, su corazón se detuvo, deja caer su espada y trata de dirigirse hacia ella, pero sus piernas no respondían bien.
— Clara ¿porque estás aquí?
Ella no respondía, seguía mirando fijamente los restos de la joven, y sin darse cuenta sus brazos pierden fuerza y deja caer las castañas de su falda. Aeolus se acerca para sacarla de ahí y que no siga observando esa escena.
— Clara, salgamos de aquí
Cuando Aeolus puso su mano en el hombro de ella, ésta lo mira asustada, como si saliera de un trance y entra en pánico. Gritaba de manera desesperada, mientras Aeolus trata de contenerla y abrazarla para evitar que forcejee, pero comenzó a moverse con tal fuerza que le dificultaba retenerla.
— Clara por favor, tranquilízate. Clara, no te haré daño... no te dañare, sólo quiero sacarte de aquí, no me temas, soy yo, soy Aeolus — estaba desesperado puesto que Clara lo estaba golpeando sin poder controlarla.
Ella estaba fuera de sí, aterrorizada comenzó a rasguñar a Aeolus, haciéndole verdadero daño, pateaba y trataba de morderlo. Aeolus comprendió que no podía con ella, estaba aterrorizada y ese terror era por él, así que la suelta.
Clara corre, pero el pánico hacía que se tropezara y cayera, volvía a levantarse para caer nuevamente gimoteando, se arrastraba, no importaba como fuera, solo sabía que tenía que escapar, sólo quería alejarse lo más que pudiera de Aeolus, antes de que la atrapé nuevamente, pero debía de calmarse, respira forzadamente y se levanta para correr lo más rápido que pueda, no quería que le pasara lo que aquella mujer.
Aeolus estaba abatido, no podía perder la cabeza, tenía que calmarse y pensar paso a paso que hacer. Lo mejor era no buscarla por ahora, hasta que logre calmarse, ya que por ahora le tenía miedo. Deciden terminar su tarea y luego debía de cambiar sus ropas y lavar su cuerpo, si Clara lo veía como siempre era, tal vez de esa manera pueda calmarse y comprender que era el mismo de siempre.