Los días de la plantación se realizaban durante la semana más calurosa del verano. Los humanos debían labrar la tierra y sembrar semillas, era el mejor momento del año para hacerlo, y para el Jardín de la Inocencia, esto no era la excepción.
— Te podría acompañar y ayudarte — le dice Clara mientras desayunaba.
— Te lo agradezco, pero es mejor que yo realice solo esta tarea, por eso quiero partir temprano, si soy rápido antes del anochecer estará listo. Además, es un trabajo pesado...
— Hoy se nota que tendremos mucho calor, iré con Lita al estanque.
— Te recomendaría que fueras a los arroyos que están en el bosque, el calor será intenso y en el estanque no hay sombras de árboles cerca— el Guardián se levanta y se despide de Clara con un beso en los labios, toma sus herramientas para la faena y se marcha.
El trabajo de Aeolus, era elegir algunas plantas y trasplantarlas a otro sitio, ya que ellas producían más y para los animales no le sería difícil encontrar sus alimentos, esto tenía que realizarlo en toda la extensión del Jardín, así que era una tarea ardua y por ello Clara no podía ayudarlo.
Esta es la primera vez que Aeolus realizaba este trabajo feliz, puesto que, al día siguiente, invitaría a Clara al festival de los Dioses en Zartia y le pediría formalmente que sea su esposa. El siguiente día, le pediría a los Dioses permiso para desposarla, concluyendo esa noche con su boda.
En la ciudad de Zartia, durante éste periodo, se realiza un gran carnaval con la temática de los Dioses, el Jardín de la Inocencia y su Guardián. Al ser en la famosa ciudad de Zartia, que es la que se encuentra más cerca del Jardín, esta era una gran festividad que atraía a cientos de turistas. El festejo duraba una semana, siendo su último día, el más popular y festivo de todos. Es por eso que Aeolus, quiere llevar a Clara a la celebración, como una sorpresa y disfrutar de la fiesta.
Ya era tarde y la misión del Guardián prácticamente concluiría, estaba trasplantado su último brote de árbol, cuando ve a Jadurus que se encontraba cerca con sus nietos, le hace un saludo con el brazo para que pueda verlo, Jadurus llega corriendo.
— Hola viejo, ¿Qué haces?
— Escapando del calor con los muchachos. Veo que hoy fue un día agotador para ti
— Así es, pero ya he terminado. Voy a darme un baño.
— Te acompaño, hace mucho que no charlamos.
Ya era el atardecer, y los amigos fueron al estanque. Aeolus le cuenta cuáles eran sus intenciones con Clara y sus planes mientras lavaba su piel y se refrescaba del agotador día.
— ¿Cuánto tiempo quieres estar en el festival? – Preguntaba Jadurus
— No creo que podamos estar por mucho tiempo, tal vez 20 minutos
— Es muy poco tiempo— decía el conejo pensativo— estarás nervioso y no disfrutarás el momento, veré que se puede hacer, para que puedas estar más tiempo afuera.
— ¿Investigaras alguna forma para que pueda ausentarme por más tiempo? — Aeolus ríe sorprendido — ¿Por qué ahora eres tan gentil conmigo?, siempre desaprobaste mi relación con Clara.
— Porque tienes razón— respondía Jadurus con calma— yo no soy quien debe decirte que tienes que hacer, te puse en una situación incómoda... pero se me olvidaba que hablamos de Clara, ella es buena chica, puedes estar tranquilo, presiento que no te abandonaría.
— Es raro escucharte decir eso, pero te lo agradezco — Aeolus sale del estanque y se coloca su ropa.
— Mañana búscame, trataré de darte una solución para que puedas permanecer más tiempo fuera del Jardín. Es tarde, me voy — Se aleja Jadurus dando brincos.
Aeolus regresa a la cabaña, estaba agotado, solo quería acostarse y descansar. Clara estaba adentro ya con su camisón, se acerca y lo besa.
— Fue muy agotador tu trabajo, ¿has logrado terminarlo? – Preguntaba Clara feliz de volver a verlo.
— Si, está todo listo... estoy muy cansado... – lo decía bostezando y acostándose en las sábanas— ¿Cómo fue tu día?, ¿estabas con Lita?
Clara se recuesta a su lado y comienza a contarle sobre su día, pero su atención se dirige al pecho de Aeolus. Su camisón fue colocado de manera torpe y estaba parcialmente vestido, deja de conversar y comienza a acariciar su pecho.
Aeolus estaba somnoliento y con los ojos cerrados.
— Y que más te decía Lita... — preguntaba Aeolus escuchando la voz de Clara, pero sentía que hablaba desde lejos, se esforzaba por tratar de escuchar lo que decía, sentía su cabeza apoyada en su hombro y como con una mano le acariciaba el pecho. Finalmente, el cansancio le venció.