Clara despertó con el sol de la mañana, sentía el cuerpo tibio de Aeolus quien la mantenía abrazada por la espalda, así que decidió quedarse un momento más acostada a su lado. Estaba feliz de que ahora Aeolus era completamente suyo. Tenía una leve molestia a nivel del bajo vientre y sentía pegajosa aquella zona que fue para demostrarle su amor a su esposo, así que decide levantarse para asearse antes de que Aeolus despertase. Sorprendida ve que a nivel de las sábanas y por sus piernas, estaba una pequeña marca de sangre. Esto la asusta y despierta a Aeolus.
— ¡AEOLUS, MIRA... ALGO MALO ME ESTA PASANDO!
Aeolus se sobresalta, la mira preocupado y un poco somnoliento.
— ¿Qué pasa? ¿Te ocurre algo?
Clara señala las sábanas que tenían las manchas, aún asustada. Aeolus observa lo señalado, suspira y le ofrece una sonrisa llena de satisfacción, orgullo y ternura.
— Mi preciosa Clara, eso es la prueba de que tu cuerpo solo me pertenece a mí, no es algo malo, al contrario, es muy bello... — la toma por el rostro y le da un beso cariñoso.
Clara se sorprende y se alegra por lo que dice Aeolus.
— Ahora me siento muy tonta por preocuparme por eso. Me gustaría tomar un baño ahora.
— Si, vamos— Mira por la ventana— Es muy tarde hemos dormido suficiente.
Se dirigen al estanque, llevaban ropa limpia para cambiarse, el día estaba cálido, como si celebrara juntos con ellos su felicidad. Clara comienza a desvestirse y ve que Aeolus también comienza a retirar sus prendas.
— Creo que la regla de no bañarnos desnudos ya no sigue— dice Clara riendo
— Mi amada Clara, ahora que eres mi esposa, podemos hacer eso y mucho más, además, desde ahora, volveré a bañarte— Aeolus la mira mientras ingresa en el estanque y comienza a reír.
Clara de manera obediente se acerca a Aeolus para que pueda limpiarla, esto le traía lindos recuerdos del ayer. Aeolus le limpiaba su cabello y continuaba por su espalda hasta llegar a sus nalgas. Recordaba como esto antes le producía una gran preocupación y vergüenza para que Clara no notara su excitación, ahora de manera caprichosa quería que lo sintiera. Comienza a besar su cuello y a acariciar con una mano su intimidad y con la otra masajea uno de sus pechos.
—Aeolus, aquí no, podrían vernos— Clara susurraba— es muy vergonzoso
Aeolus sin dejar su actividad, le susurra al oído
— Nadie nos verá, y si alguien aparece, creerán que estamos tomando un baño...
Clara mantenía su postura de manera tranquila, pero Aeolus seguía tocándola y provocándola. Aeolus nunca era insistente cuando ella daba una negativa, sentía que realmente gustaba de ella, así como ella de él y no podía negarse.
Aeolus saca a Clara un poco del estanque para que sus caderas queden fuera del agua, ella estaba lista y lo esperaba después de tocarla donde más le producía placer. Aeolus sin dejar de acariciarla, la penetra suavemente mientras besa su cuello y espalda, moviéndose rítmicamente. Clara después de unos minutos llega al Clímax, gracias a las caricias de su esposo, contrayendo su interior, lo que produce en Aeolus un grato placer que lo hace moverse más rápido, dando penetraciones más profundas, tomándola por las caderas para llegar a su deseado final. Él estaba apoyado encima de ella y la regresa al estanque, para limpiarla nuevamente.
— Clara te amo, no me pidas que me controle al verte así, tan hermosa — Aeolus le da un beso apasionado.
Ya por la tarde comienzan a comer frutas dulces y a beber leche del prado para el almuerzo. La feliz pareja solo se miraban y sonreían, cuando uno quería hablar estallaban en risas. Para los dos, este era el mejor momento de sus vidas y esperaban que nunca terminara.
— Vamos a la cabaña— proponía Aeolus con mirada pícara a Clara
— ¿Pero porque volveríamos tan pronto? – preguntaba ella con extrañeza
Aeolus le devuelve una mirada que expresaba que era lo que quería realizar en privado.
— Oh... hem... tengo primero que ir donde Lita, debo cambiarle los vendajes de su pata y limpiarla, puede infectarse sus heridas. Pero acompáñame, luego iremos a la cabaña...
— Bueno, vamos— Aeolus da un suspiro
Lita estaba en su refugio comiendo bayas, al verlos llegar, mueve alegremente la cola.
— Pensé que no los vería hasta una semana y permanecerían en su guarida.
Clara se le acerca alegremente con vendas limpias.
— Mi querida amiga, vengo para curar tus patas.
Lita baja la cola, no le gustaba que tocaran sus heridas y se hecha en el pasto.
— No me gusta eso, duele mucho
—Si lo sé, pero tienes que aguantar, casi pierdes una garra por escarbar tan rápido
Clara comienza a quitarle las vendas. Lita tolera bien las curaciones que su amiga le realizaba. Cuando le estaban colocando nuevas vendas, Lita mira a Aeolus moviendo la cola.
— ¿Has cumplido tu misión? ¿Iniciaron apareamiento? Quiero que Clara tenga muchos cachorros...
Aeolus estaba apoyado en un árbol esperando a que Clara terminara, lo que le llegó de sorpresa esa pregunta
— Lo cumpliría de mejor manera, si Clara no tuviera que venir a visitar amistades que pregunten cosas incómodas
—Ya está listo Lita— dice Clara bajando las patas de su amiga— se ve mucho mejor y sin infección, cuando te de comezón, no trates de morder las vendas, las cambiaré en 2 días.
— Si, te prometo que cuidaré de mis patas para que pueda proteger a tus cachorros, por supuesto si el Guardián quita su mal temperamento, una hembra enfadada no puede procrear crías, eso es culpa únicamente del macho— comentaba Lita en forma sarcástica mirando a Aeolus.
— Deberíamos irnos Clara, las visitas son más bonitas cuando son cortas— Aeolus mira a Lita con desdén.
Lita se despide viéndolos marchar.
Ya caminando en dirección a la cabaña, Clara reprende a su esposo.