Ya era de noche y han pasado ya 5 días desde la visita del Guardián a los Delinne.
El Señor Delinne se mantenía estable en su recuperación, y cuidaba del esguince que sufrió en su muñeca derecha. En cuanto a Roberto, ya estaba comiendo alimentos más sólidos y podía levantarse de la cama, pero su orgullo seguía herido.
Clara llevaba un plato de caldo de res al cuarto que ocupaba Roberto en aquella mansión. Desde el incidente con el guardián, él no quería verla y evitaba sus visitas, así que Clara toca a la puerta y entra sin esperar su respuesta, puesto que deseaba verlo y saber cómo se encontraba. Roberto estaba leyendo un libro sentado cerca del fuego, al ver a Clara aparta la vista, puesto que no podía hablarle por la vergüenza de que lo viera derrotado ante su rival.
— Roberto, soy yo he traído tu cena – ella deja la charola en una mesita y se acerca donde Roberto — Por favor háblame, sé que tienes que estar molesto conmigo y por lo que pasó, pero mi marido tiene derecho a visitarme...
— No estoy molesto contigo, es conmigo por ni siquiera lastimarlo y... mírame como me dejó a mí – responde Roberto con la voz apagada.
— Pero Roberto, no puedes esperar más. Él es mitad Dios y su poder está fuera de nuestros límites, era imposible que pudieras hacer algo, aunque seas el hombre más fuerte de este mundo
— Lo que más me molesta Verónica, es que lo ames a él – Roberto la mira de manera triste — No sabes lo que he sufrido por buscarte, cuanto lloré, día y noche por ti... y tu solamente te has olvidado de mí, olvidaste nuestra historia... olvidaste nuestro amor.
— Perdona Roberto, pero nuestras vidas se separaron, y ahora yo tengo a Aeolus y tu tiene a Amalia
Roberto se levanta rápidamente y ante la impresión den Verónica, él la acorrala contra la pared.
— No, yo solo he amado a una mujer en mi vida y esa eres tú, y serás por siempre tú.
Sin decir nada más, Roberto posa sus labios en los de ella y comienza a besarla de una manera tierna, como antes del accidente, cuando solo tenían ilusiones. Ella trata de apartarse, pero Roberto la retiene, sin dejar de besarla.
Por un momento, el beso transporta a Clara al pasado, algo oculto que no quería recordar y ahora entendía porque su mente lo bloqueaba, y como si fuera un reencuentro, ella corresponde al beso.
Como si fuera un viaje en el tiempo, Clara tiene un recuerdo de Roberto cuando tenían 16 años. Era una fiesta en una casa y ella sale al balcón para buscar a su amigo que desapareció del baile.
Roberto ¿Por qué estás aquí a fuera? vamos adentro, la fiesta está muy divertida – ríe divertida Verónica, al ver a Roberto mirando el patio que era iluminada por la luz de la luna.
— No puedo ingresar Verónica, la chica que me gusta está bailando con otros y me hace sentir celos.
La risa de Verónica se detiene.
— No me dijiste que te gustaba una chica.
— Así es, pero para ella soy invisible – Roberto da un suspiro — no importa lo amable que sea con ella o cuanto le demuestre mi afecto, ella no me quiere.
— ¿Pero se lo has dicho? Quizás ella no lo sabe
— No, ella no lo sabe, pero tengo miedo que me rechace
— ¿Por que no le pides bailar? Díselo mirándola a los ojos. Eres un chico muy atractivo, sería difícil que alguien se resista a tus encantos.
— Tienes razón, le pediré que baile conmigo — Roberto sonríe
— Bien, entonces vamos — Verónica se da media vuelta para regresar con su amigo al interior de aquella mansión.
Roberto toma de la mano de Verónica antes de que ingrese al salón del baile y está lo mira sin entender.
— Verónica ¿quieres bailar conmigo?
Ella se ruboriza, baja la mirada y asiente. Roberto la toma por la cintura y comienza a bailar con él lentamente. De una manera extraña el corazón de Verónica comienza a latir muy rápido. Roberto le levanta la mirada y la acerca a la baranda del balcón y le habla mirándola a los ojos.
— Verónica, desde hace mucho que estoy enamorado de ti, solo pienso en ti desde que me levanto hasta que me acompañas en mis sueños, sé que muchos te pretenden al igual que yo, pero créeme que mi amor en sincero, solo dame una oportunidad de enamorarte.
— No es necesario que te dé una oportunidad – Verónica lo mira de manera dulce — porque tú me gustas, desde el día en que me regalaste una rosa en el parque.
Roberto la besa de una manera tierna sobre sus labios, aún era un jovencito y no sabía cómo hacerlo bien, pero Verónica abrió la boca delicadamente y ambos aprendieron. Estaba muy feliz y sentía el corazón de ella muy cerca de él.
Retornando al beso actual, Clara comienza a llorar, los recuerdos que quería borrar, con ese beso retornaron a su mente como mil ladrillos cayendo sobre su cabeza. Clara recordó el sentimiento de amor por Roberto.
— Roberto, perdóname por no recordarte, ¿Cómo pude olvidarte? pero ahora ya es muy tarde y tomamos caminos distintos — Clara llora y le abraza
Roberto feliz al escuchar aquello, la abraza con fuerza, puesto que su amada Verónica regresaba a él.
— No mi amor, aún no es tarde, si estamos juntos podemos superarlo, solo quiero que seas mi Verónica y no te vuelvas a ir.
En ese momento Clara recordó a Aeolus ¿Qué sería de él?, también lo amaba, pero miles de recuerdo seguían llegando a su cabeza y ahora solo podía pensar en Roberto. Esto comenzó a desesperarle, no podía amar a dos hombres, pero no podía dejar a uno sin dañar a otro, así que prefirió huir.
— No Roberto esto no está bien, yo tengo un esposo y tendré un hijo de él – Clara se aparta.
— Puede ser nuestro hijo, lo querré como si fuera mío, te juro que eso no me importa – dice Roberto sin soltarla
— Me iré a mi cuarto, creo que estamos confundidos, no está bien, esto no puede estar pasando — Clara se separa y sigue llorando, puesto que amaba tanto a Roberto que esto la confundía y la colocaba en un dilema.