Capítulo 16.- El sol se escurre entre los nubarrones de tormenta.

verdad. Al mismo tiempo acusó a algunos de sus profesores a haberle seguido el juego. Un alboroto se desató entonces en donde participaron autoridades más arriba de la directora. Hubo psicólogos, hubo policías, hubo mirones y periódicos. Las autoridades de la escuela callaron las bocas de los mirones con oro, de ese que hace que las personas guarden silencio. Ross pensó que jamás volvería a salir el sol.

Jacinto se vio envuelto en un reguero de chismorreos y desastres. Siempre iba a tener el estigma de los actos estúpidos de una mente retorcida como la de aquellas florecillas, tan frescas y espléndidas, y a la vez tan malvadas y corrompidas. No interrumpió las clases, sin embargo los cuchicheos no paraban en el salón. Todo era un desastre. Jacinto pensó que jamás volvería a salir el sol.

Ross no volvió a clases, sus padres se marcharon con ella lejos del estado, a un lugar que nadie sabe. Se escabulleron en el amparo de la noche y nadie supo de ellos. Unos días después la hermosa propiedad que había sido su casa estaba en venta. Ross miraba por la ventana del auto, la calle lluviosa, el vidrio empapado y nublado por su aliento. El frío poblaba su cuerpo y pensó que jamás podría volver a ver salir el sol.

Orchid fue recluida en un sanatorio mental, se trataba de un trastorno sexual derivado de una serie de violaciones cuyos autores nunca se dieron a conocer. El profesor, cuya reputación fue manchada para siempre fue obligado a dejar su profesión debido al escándalo y el solo hecho de haber sido tocado por la menor. Varios profesores fueron despedidos aquella tarde de junio mientras una tormenta caía sobre sus cabezas y sus corazones. Orchid declaró que el profesor Jacinto fue golpeado por las menores, incluyéndose ella y que ella era la culpable de su tan terrible destino. Orchid vio como entonces jamás volvería a ver salir la luz del sol.