El jardín de las historias

La lección del bosque

   El pequeño José, un niño de siete años lleno de alegría y amabilidad, despertó con un entusiasmo contagioso, ansioso por explorar el bosque cercano a su hogar. Sabía que no podía aventurarse demasiado lejos, pues sus padres siempre le advertían sobre los peligros y lo fácil que era perderse entre los árboles.

   Después de la comida, José se despidió de sus padres con un cariñoso beso en la mejilla.

   - Ten mucho cuidado y juega cerca de la casa -le advirtió su papá con un dejo de preocupación.

   - Ya sé lo que debo hacer -respondió José con entusiasmo.

   En su bolso empacó agua en un pequeño recipiente y un paquete de galletas para su aventura. 

En el camino, levantó un tronco en descomposición, observando con fascinación la diversidad de criaturas que habitaban en ese pequeño mundo. Tomó una lombriz en su mano y rio al ver cómo se movía, liberándola luego con cuidado. 

   Habían transcurrido algunas horas. José iba a retomar el camino a casa cuando un zorrito llamó su atención.

   - Qué color tan lindo y qué cola tan esponjosa -dijo cautivado y con una sonrisa en su rostro.

   Decidió seguirlo. Con precaución se escondía entre los árboles sin perderlo de vista. El animal avanzaba lentamente, olfateando el terreno con curiosidad.

   En cierto momento José se dio cuenta de que se había alejado demasiado de casa. Recordó las palabras de sus padres y una pizca de inquietud se apoderó de él.

   - Avanzaré un poco más, regresaré fácilmente -dijo para sí mismo con algo de confianza.

   El zorrito se detuvo, José se escondió detrás de un arbusto, observando sus movimientos. El animal olfateaba en su dirección, acercándose cada vez más.

   José al ver que se acercaba pensó que quería saludarlo. Salió de su escondite y se puso en cuclillas extendiendo la mano en un gesto amistoso. Sin embargo, el zorro reaccionó de forma inesperada, abalanzándose sobre él con las fauces abiertas. José, entre un grito instintivo, cogió una rama y golpeó al zorro en el rostro, obligándolo a retroceder. Se puso de pie y corrió con todas sus fuerzas, el zorro salió en su persecución con un ojo entrecerrado por el golpe.

   José con la adrenalina al máximo, logró despistar al zorro. Sin embargo, para su sorpresa, se encontraba en un lugar totalmente desconocido. El sol comenzaba a ocultarse y la oscuridad se acercaba, intensificando su preocupación.

   Unas horas antes, en casa, papá y mamá comenzaron a inquietarse al ver que José no regresaba.

   - Iré a buscar a nuestro hijo -anunció papá con determinación.

   - Dios permita que esté bien, me tiene muy preocupada -dijo mamá con lágrimas en los ojos.

   Papá se adentró en el bosque, buscando desesperadamente a su pequeño. 

   - !José¡ !José¡ ¡¿Dónde estás!? -papá gritaba con desespero, era la primera vez que sucedía.

   Pasados unos minutos, encontró el bolso de José tirado detrás de un arbusto. Su corazón se llenó de angustia.

   Vio que el atardecer pronto llegaría y la noche no sería fácil para un pequeño niño en medio del bosque. Se apresuró en encontrar a su hijo.

   La noche caía sobre el bosque, dificultando la búsqueda. José, solo y angustiado, lloraba sin parar, lamentando haber seguido al zorro. De pronto, un eco llegó a sus oídos.

   - ¡Papá! ¡Aquí estoy! -gritó con todas sus fuerzas, esperando ser escuchado.

   Ambos se encontraron en un abrazo lleno de lágrimas y alegría.

   - ¿Estás bien, hijo mío? -preguntó papá con la voz entrecortada por la emoción.

   - Sí, papá, lo siento mucho -respondió José arrepentido.

   - No te preocupes, lo importante es que estás a salvo. Volvamos a casa -dijo papá, tomando la mano de su hijo.

   Mamá los recibió con un abrazo lleno de amor y alivio, sintiendo una inmensa alegría por tener a su hijo de vuelta.

   En medio de la cena, el ambiente era tranquilo, pero con una pizca de seriedad. Papá, con la mirada fija en José, decidió iniciar una conversación que ambos sabían era necesaria.

   - Nos preocupaste mucho, hijo; demasiado -la voz de papá era firme, pero también llena de comprensión.- ¿Por qué te fuiste tan lejos?

   José, bajando la mirada y sintiendo un nudo en la garganta, narró lo sucedido con detalle. Expresó su arrepentimiento por haber desobedecido las instrucciones de sus padres y por haber puesto en riesgo su seguridad.

   Papá, con un tono más suave, le dijo a José:

   - La naturaleza es bella, hijo mío, pero también puede ser peligrosa. Los animales salvajes tienen un instinto de supervivencia muy fuerte y debemos respetar su espacio. Es importante conocer la flora y la fauna del lugar que queremos explorar para poder adentrarnos en su belleza con precaución -papá hizo hincapié en la importancia de la preparación y el conocimiento previo antes de realizar cualquier aventura-. Recuerda que siempre puedes contar con nosotros, tus padres. Estamos aquí para guiarte, protegerte y ayudarte a aprender de tus experiencias -papá aseguró a José que su amor y apoyo son incondicionales.



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En el texto hay: cuentos, mensaje, famila

Editado: 16.07.2024

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