Froto mi cabeza con la palma de mi mano para darme consuelo mientras disfruto el clima caluroso y a la vez refrescante de este país, tomo mis maletas y pido por un taxi para que lo lleve hacia el hotel que e indicado mientras me subo, ignorando el intento de conversación por parte del conductor, no es como si fuera una persona tan habladora ese no es mi estilo prefiero las cosas que tengan que ver con el hecho de un silencio absoluto.
Canadá es uno de los lugares más hermosos del mundo o al menos es así desde mi punto de vista, aunque no tenga tanto conocimiento sobre este país me llamo mucho la atención que tuviera cierto temporada de nieve que me ayude a sintonizarme y recordar mi antiguo hogar con papá y mi familia. El hecho de elegir este país fue mi mejor elección tal vez podría encontrar un buen trabajo que me apoye con el tema del dinero, y ver que hago.
Antes de que todo fuera de mal en peor lo primero que quise de visitar Canadá era disfrutar unos largos días de vacaciones dónde solo estoy yo misma en distintos tipos de lugares pero la situación no se dio como lo quería y tuve que escogerlo ahora para mi propia seguridad. Estoy segura que mi papá podría mover algunos hilos para ocultar mi ubicación lo suficiente como para moverme a otro país si descubren dónde me encuentro.
—Heather street es uno de los hoteles más famosos de Canadá, su padre seguramente la ama mucho como para desembolsar su dinero en una buena estadía aquí—Sonrió el conductor, cuando finalmente captó mi atención.
No digo nada, pero pienso en lo que papá hizo y estoy agradecida con el, me gustaría tener una tablet a la mano para verificar la información de el, sin embargo a la vez no debo hacerlo porque conociendo el carácter de Thomas no habría duda de que el haría algo como eso.
El carro finalmente se estaciona en la entrada principal del Hotel, pago en efectivo y llevo mis dos maletas adentro escuchando el sonido del carro alejarse en dirección opuesta. Entro por la puerta de vidrio arrastrando las maletas hasta recepción recibiendo el aroma de flores que impregna todo el hotel en interior.
Observo a una mujer rubia que se alisa el cabello constantemente para no verse desarreglada mientras una sonrisa que parece congelar su cara recibe a los invitados con una alegría exagerada, espero mi turno y llego a ella pidiendo la reservación y número de habitación que me corresponde.
La sorpresa en sus ojos al mirarme, no me inmuta en lo absoluto, recibo la llave y me despido de ella cuando termina su robótico discurso, entro en el ascensor apretando el botón del piso 15 en compañía de algunas mujeres que no paran de reír mirando el teléfono celular de una en su mano mientras cuchichean entre si.
—¡Lo sabía! ¡ese hombre no podía ser gay!—chilló una levantando la voz—muero por conocerlo.
—Eres demasiado ingenua Layla, es obvio que no se va a dejar ver, ni siquiera sabemos cómo es realmente—comentó una pelirroja con el ceño fruncido pero con curiosidad—¿Y si es un viejo que aparenta ser un hombre?
—¡Ja! ¿No ves esta foto?—la chica levanto su teléfono, mientras yo no puedo evitar mirar por el reflejo plateado del espejo la imagen que muestra la mujer, un hombre de espalda con traje de negocios—Todos los príncipes y princesas de la familia real tiene buenos genes. ¿en verdad crees que el príncipe heredero es alguien feo?
—Sin contar que todos sus hermanos apenas cumplieron la mayoría de edad, el no debe ser tan mayor.
Las demás se rieron como si encontrarán gracioso la situación.
Captó lo que dijo durante unos segundos.
—¿familia real? ¿eso existe en Canadá?
—Oh, eres nueva.—presto atención a una de ellas cuando me mira con curiosidad y sorpresa al igual que todas—¿Tu eres?
Me cuesta responderle ya que no sabía si decirle mí nombre verdadero pero opto por hacerlo sin embargo soy interrumpida antes de hablar.
Una sonrisa burlona apareció en la pelirroja—¿Las extranjeras son asi de metiches? ¿No te enseñaron a no escuchar conversaciones ajenas?
—¿Y a ti no te enseñaron que se debe hablar en voz baja frente a desconocidos?—devuelvo mordaz sin poder contenerme.
—Touche—dijo una voz melodiosa, mire a un punto específico una chica de pelo castaño con una sonrisa amistosa—No deberíamos enemistarnos con una recién llegada.
—Dalila tiene razón.—Sonrió Layla en apoyo—Me llamo Layla, y lamento que hayas tenido que pasar por un mal rato.
Niego con la cabeza—No es así.
—Parece que eres nueva asi que ¿Viniste de vacaciones?
Asiento con la cabeza sin dar más detalles, ella sonrió—Entonces no sabes que aquí en Canadá existe la monarquía.
Niego con la cabeza, Layla va empezar a explicar todo con una sonrisa enorme como si estuviera a punto de contar información clasificada pero la chica de antes la arrastra fuera del ascensor dejandome a mi sola con la castaña de antes.
La puerta se cerró ante las dos, el ascensor queda en silencio durante unos segundos que parecían eternos, finalmente escucho la voz de Dalila buscando hablar—¡Hola! ¡mucho gusto soy...!
—Dalila.—digo, la chica sonríe tímidamente—¿Por qué no te fuiste con ellas?
—¿Yo?, no no. No soy de su grupo—se río nerviosa acomodando un mechón de su cabello castaño—Me las encontré de camino aquí ellas me invitaron.
—Oh.
—¿Tu como te llamas?—pregunta mirándome de arriba abajo— ¿tu cabello es real?
—Persefóne—digo después de un largo rato, acarició mi cabello y asiento con la cabeza.
El ascenso llega hasta el piso correspondiente y me sorprendo cuando Dalila también sale de mismo ascensor caminando detrás de mi.—¡Eres realmente hermosa!
Comentó con un toque de envidia en su voz, alegre de conocerme, aunque no soy una persona sociable no encontré su repentino acercamiento tan estorborso, más bien es agradable.
—Gracias Dalila—contesto cortante, me detengo frente a la puerta y la veo de pies a mí alrededor—¿Necesitas algo?