El Juramento

primer cuento

El Juramento.

 

 


La noche ya llegaba, era en verano, y la brisa del mar traía mucha frescura en lo que era una noche cálida, un hombre joven que salió de la única cantina que permanecía abierta aún, con una botella en la mano casi vacía era su acompañante junto a su caballo que fue el compañero de una larga jornada de trabajo, decidió aprovechando la noche caminar por el parque que era alumbrado por los faroles, y vio como a lo largo el viento que soplaba jugaba en la larga falda de una mujer que caminaba de forma pausada de norte a sur, su ojos no dejaban de verla como queriendo descubrir el rostro de la mujer, pues como se acercaba era fácil para él reconocer que era de cuerpo hermoso y juguetón andar.


Se levantó y llevaba a su bestia de las correas caminando, hasta procurar un encuentro con la desconocida. Cuando se encontraron frente a frente, él como galán que era la saludo quitándose el sombrero, ella lo miró y tan solo le sonrió, pero siguió caminando pasando junto a él y su bestia tirándose su cabello hacia atrás y con cierto disimulo lo miraba, él por su puesto entendió el gesto coqueto de ella, y se dispuso a caminar junto a ella, el silencio de ella le daba paso a que él hiciese gala de las frases más bellas, y ante la pausa entre frase y frase, ella tan solo le respondía con miradas llenas de picardía y sonrisas silenciosas, pasando frente a una casa de un impresionante jardín con flores muy aromáticas, ella quedo mirando, él con paso rápido se dirigió y buscando con atención procuro encontrar la flor indicada, cuando así fue la cortó y se la entregó a ella, la cual la tomó, se la acerco e inspiro fuerte y con un suspiro respondió, se la entregó a él y con la mano se aparto un poco su cabello, dejando al descubierto un poco su oreja para que él colocara la flor y sin temor alguno el aventurero la colocó con delicadeza y aprovechando la oportunidad y le tocó el sedoso cabello con audaz movimiento su mano acaricio el cuello de ella, por lo que ella giro un par de veces frente a él con una sonrisa, y emprendió nuevamente su camino y él se volvió a poner junto a ella, él le pregunto su nombre y ella con su dedoíndice le hizo seña de silencio, pero para él era necesario romper el silencio y cuando insistió ella que era de la misma estatura que él se colocó rápido frente a él y con dos dedos que poso en los labios de él como pidiéndole que se callara, por supuesto que comprendió y no pudo más que sonreír y ella sin apartar sus dedos de los labios de él un tanto rápido ella llevo sus labios a sus dedos y los beso, ante tal gesto él pudo sentir su corazón brincar, y cada vez que procuraba darle una caricia él a ella, ella respondía dando un giro alrededor de él y con sus manos lo rozaban y le hacia un gesto de silencio y otro de que la siguiera, por lo que habían caminado era obvio que se encontraban afueras del pueblo, y la luna se comenzaba a asomar dejando ver un cacho .


Dentro de la mente dominada de él era plena consiente que ya casas eran muy pocas las que seguían, y el cementerio con su gran portón mostraba el limite, él le preguntó que si era largo aún pues le mostro a su caballo, ella le señaló una colina donde se veían algunas casas apenas iluminadas, los encantos de ella y su andar tan juguetón lo dominaban, caminaron hasta las casas, y ella lo invitó a pasar a una que no está iluminada, como hombre que era se dirigió a prender el fuego para iluminar un poco la obscura casa, ella de una tinaja de barro sirvió dos vasos con agua, y le ofreció uno a él, por lo que el bebió muy agradecido al compas en que ella bebía, percatándose de que solos se encontraban fue más directo en sus movimientos hacia ella, y sin titubeo alguno ella le respondió llevando hasta un cuarto que a un lado se encontraba, dentro de su ser interno el no comprendía como una joven tan hermosa vivía sola en esa casa, ni que hacia caminando por la noche, y el silencio permanente de ella que era un misterio, además no comprendía que después de beber de la fresca agua que ella le dio su sed fuese aun mayor, y tan solo la resequedad de sus labios se saciaba con los labios de ella, las breves horas para que el sol naciera pasaron y sobre el pecho de ella su cabeza encontró confort, al despertar se encontraba solo, y sol ya brillaba, se vistió y encontró sobre la mesa los dos vasos y la tinaja de barro, la casa tenía las ventanas cerradas, y el olor de polvo era insoportable, conforme camino las tela de araña se le pegaron, abrió la puerta con cuidado
procurando que nadie lo viera, pues no quería perjudicar a la joven, buscó a su caballo que lo había dejado amarrado en un poste pero no lo encontró, y emprendió su camino a pie a su casa, donde sabía que su esposa lo esperaba, al acercarse al cementerio vio que el cura llegaba con unas señoras, él las saludo y al cura también. Este le pidió que le acompañara pues le pondría ser de ayuda, por lo que aceptó pues no tenía muchas ganas de volver a su casa pues le era fácil imaginar los reclamos de su esposa por la ausente noche, el acompañó al cura y a las señoras hasta una tumba que parecía que alguien había desenterrado, el cura horrorizado grito “sacrilegio” el ataúd estaba afuera, pero tapado, las señoras lloraban horrorizadas, y el panteonero que estaba a un lado se mostraba confundido, el cura le pidió que abriera el ataúd, el panteonero lo hizo y él sin decir palabra pero poniéndose muy pálido vio a la joven con la que había compartido la noche, en su cabello estaba la flor que él había cortado y había puesto en su cabello, cayó descompuesto ante lo que había visto.


Al despertar miro a su esposa, él quiso de inmediato saber lo que había pasado y comenzó por preguntar por historia de la joven, una señora les contó que afueras del pueblo en las casas de la colina, en una de ellas vivía un padre con su hija, pues su madre ya había muerto por la picadura de una serpiente, pero que el señor era muy celoso de su hija y como la vio un día con un joven la regaño y la castigo fuertemente encerrándola en la casa, pero ella era de carácter muy fuerte y se le enfrentó al padre, por lo que él un día le corto la lengua, pues ella le juraba que aun se conservaba y que ningún hombre la había tocado, pero el padre cada vez más molesto, por lo que ella le juro que el día que saliera de esa casa sería para entregarse cada día a un hombre que lo haría en esa casa y en la cama ella, todo llegó a un punto que el padre se la llevó del pueblo y por varios meses no se supo nada hasta hacia tres días pues el padre en un ataque de ira la mató y tan solo el día anterior la había llevado un familiar para enterrarla.



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En el texto hay: cementerio, el silencio

Editado: 03.11.2021

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