Capítulo 10: La verdad, la traición y un cristal.
El crepúsculo en Titán descendía como una cortina pública: dorado en lo alto, negro en las grietas. Mientras las lunas gemelas comenzaban su ascenso final hacia la alineación, los muros de Elyndria brillaban con tensión. Allí, en el límite entre la ciudad elevada y la superficie de Titan las fuerzas se preparaban para sellar el último relicario del flujo, para separar de una vez la luz del resto del mundo.
En el silencio que precede a una revolución, una figura envuelta en una capa de terciopelo blanco se movía rápidamente por los pasillos internos del Templo de la Luz. Su rostro, oculto tras una capucha, revelaba la determinación que pocas veces brotaba entre los suyos.
Era el desafío a los suyos.
Lys era descendiente de una de las casas más antiguas del Círculo Celestial, guardianes de su verdadera historia en la Biblioteca de los Orígenes siguiendo con la misión de todos sus ancestros. Su corazón no se alineaba con la pureza fanática del Alto Consejo, pero había logrado permanecer lejos de los focos.
Conocía demasiado.
Había traducido manuscritos vetados, tocado pergaminos vivos y caminado por los archivos donde el polvo pesaba más que la fe.
Simplemente no podía seguir ciegamente a los líderes, su consciencia no se le permitía. Ahora, quebrando sus votos, se había convertido en aliada de quienes querían impedir la pureza.
—Los pasajes interiores aún existen. —Susurró al mensajero espectral quién parecía solo un copo de luz flotante subiendo y bajando en su espacio. —Guíalos al cruce de las seis espiras. Allí encontrarán el conducto que lleva directo al santuario del Cristal Celestial. Pero deben evitar a las custodias blancas. Si los ven, todo estará perdido.
Sabía que si habían logrado despertar el sello serían lo suficientemente listos y fuertes para llegar al cristal con esa pequeña ayuda. Ahora solo debía evitar que los descubrieran.
En las afueras de Elyndria, ocultos entre los jardines flotantes, Kael, Lyara, Brouke, Nim y Khorvak aguardaban.
Kael observaba la ciudad que una vez fue su hogar, cada calle suspendida sobre la tierra mediante la energía de piedra de imán, la misma que sostenía las torres del Dominio Celestial. El mundo de los ángeles flotaba sobre el vacío, separado de los reinos inferiores. Y justo bajo Elyndria, mucho más abajo, enraizado en la piedra viva, yacía Umbraal, el dominio de los elfos oscuros.
Una gran ironía.
Una dualidad visible entre la luz y la penumbra.
Kael inspiró hondo. Viendo aquella vista sentía el eco de las alas que se las habían arrancado tantos años atrás. Desde su exilio, los sueños eran lo único que le devolvían el recuerdo de lo había sido en su mejor tiempo.
—Sera está noche. —Anunció Brouke sacando un mapa estelar donde las estrellas y los planetas se movían en tiempos real.—Tenemos un par de horas para buscar como llegar al cristal.
—Hay mucha vigilancia. —Informó Nim quién revoloteaba mirando el mapa sobre los hombros de Brouke.
—Entrar no es el problema, es llegar directo al Cristal. —Admitió Lyara.
—Brouke y Nim podrían entrar sin tanto problema. —Kael cerró los ojos. — Pero los demás.
—Los pasajes interiores. —Señaló Khorvak haciendo que el grupo se voltear a verlo antes de mostrar entre sus manos un mensajero espectral.— Conozco la ruta, pero no sé qué tan confiable es que alguien más lo sepa.
Kael se acercó y miró el espectro que seguía moviéndose repitiendo el mensaje que se le había otorgado. Reconocía a voz que de esta salía pero no estaba seguro de poder confiar.
Alzó la visto y sus ojos se encontraron con los de Khorvak quien sonreía con burla, Kael le devolvió la sonrisa recordando que la primera vez que lo había visto fue con terror, pero a pesar de esto había tenido la valentía de defender a los suyos.
—Es curioso que digas eso. —Se burló Kael antes de tomar a la criatura entre sus manos.
—¿Es confiable? —Preguntó Brouke mirando la criatura.
—Tanto como todos nosotros. —Admitió Kael. — Si dependiera de mí, iría por dicho camino.
Lyara se acercó y vio al ser, también lo reconocía pero ella sabía que solo ciertos ángeles podían invocarlos.
Pero Kael tenía razón, ellos no estaba por confianza.
Ahogando un suspiro pensó en sus padres y su hermano, el tiempo se había hecho sal y agua desde que había dejado la ciudad y solo rogaba que esto fuera lo correcto.
Era momento y solo los dones de sus ancestros podrían protegerla de la blasfemia qué haría.
—Nim y Brouke deberían ir primero. —Lyara informó mirando al grupo.— Su flujo de energía evitará alertar a los demás. —Luego activando la runa que Brouke había arreglado su apariencia cambió a la de una elfa de luz.— Nosotros iremos cubriendo sus espaldas en caso de ser necesario.
—Chica lista. —Festejo Nim revisando curiosa la runa.
Brouke ahogó un suspiro pero no protestó.
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Mientras tanto, Lys observaba desde una ventana alta el brillo pálido de la ciudad suspendida. Cada plataforma estaba conectada por puentes de luz, y a lo lejos, las custodias blancas tomaban posiciones ceremoniales.
El sellado del relicario estaba programado para coincidir con el cenit de las Lunas Gemelas. Todo debía parecer una transición ordenada. Pero Lys sabía la verdad: ¡Era una decapitación mágica! El final de siglos de contacto con el mundo.
Tomó un manuscrito de su mesa, uno de los pocos que había logrado traducir en secreto: "El pacto de las seis energías". En él se describía cómo el flujo había unido originalmente las razas de Titán. El pacto no era un hechizo, sino una red viva de intenciones compartidas. Si ese vínculo se rompía por completo, las consecuencias podrían ser más destructivas de lo que los cancilleres imaginaban.
Detrás de ella, una luz se encendió: una de las esferas de comunicación de los celestiales.