El juramento del Rey sombrio

capítulo 7

Caminé por los pasillos en silencio, sin siquiera recordar cómo llegué hasta mi habitación. Cerré la puerta con un chasquido sordo y me dejé caer sobre la cama sin desvestirme siquiera. El aire estaba frío, la piedra de las paredes parecía absorber cualquier calor, y aun así, el cuerpo me ardía por dentro.

Me quedé mirando el techo, mientras el eco de las palabras de Malkor me taladraba la mente una y otra vez.

"Una llama que cree que puede arder en la tormenta..."

Aprieto los dientes. Me obligo a girar hacia un lado y enterrar el rostro en la almohada, pero ni el cansancio ni el frío logran aplacar el caos que siento. Entonces recuerdo la piedra.

Me incorporo de golpe y hurgo en el bolsillo de mi ropa. Allí seguía, opaca, lisa, de un gris oscuro que no tenía nada de especial a simple vista. Pero yo sé que no era común. La había sentido latir. Había brillado por mí.

La sostuve entre las palmas, apretándola con suavidad.

—¿Qué eres? ¿Qué soy yo?

La piedra permaneció muda. Fría.

Trago saliva, intentando no dejarme llevar por la desesperación.

—Me ayudaste frente al espejo… Me recordaste quién era. Me salvaste. ¿Por qué ahora te escondes?

Nada. La piedra no palpitó, no se encendió, no susurró. Era solo un pedazo de roca inerte entre mis manos.

—Dime algo. Lo que sea. Dime por qué veo cosas que no entiendo. Dime por qué ardo por dentro. Dime qué vio él en mí que ni yo puedo ver…

El silencio era insoportable. Más punzante que cualquier palabra hiriente de Malkor.

—¡Dímelo!

El temblor en mis manos se transformó en rabia. En frustración pura.

—¡Habla! ¡Haz algo! ¡Ayúdame, maldita seas! ¡Haz algo!

Pero la piedra no respondió. No se encendió. No brilló. No latió.

Sólo pude gritar y en un impulso ciego, abrí la ventana de golpe. El aire nocturno me golpeó en la cara como una bofetada helada.

—¡Entonces quédate en silencio! ¡Como todos los demás!

Y con toda la furia que tengo, lanzo la piedra hacia la oscuridad.

La veo volar en el aire, girando como un cometa gris, hasta perderse entre los árboles lejanos del bosque que rodeaba la academia. Luego solo quedó el vacío.

Cerré la ventana con fuerza, respirando entrecortadamente. El silencio me abrazaba, pero solo por un instante. Algo se movía fuera.

Un estremecimiento recorrió mi espalda. No pasa ni media hora y ya estoy metida en otro lío. Lo sentí antes de verlo. Sombras… como las de Malkor. Corrían por el exterior del edificio, deslizándose como lenguas de humo oscuro que se escabullían entre los árboles. Me tensé con todos mis instintos ya alerta. Volví a asomarme, más despacio esta vez, conteniendo el aliento.

Y allí, entre la penumbra del bosque, justo donde la piedra había caído, me parece distinguir una figura. Alta. Erguida. Con el cabello revuelto por el viento.

Malkor.

Pero no estaba solo. Otra silueta emergió desde las sombras, cubierta por una capa larga y oscura. No puedo alcanzar a distinguir el rostro, pero su porte era imponente. Malkor le hablaba con voz baja, dura. La figura asintió de tanto en tanto.

Mi corazón palpitó con fuerza. Sin pensarlo, abrí la puerta de mi habitación con cuidado y salí al pasillo. Avancé de puntillas, bajó las escaleras laterales que llevaban al ala sur del edificio, y forcé una pequeña puerta de servicio que daba al exterior. El aire nocturno me envolvió al instante, húmedo y lleno de tensión. Me puse mi capucha y corrí silenciosa, manteniéndome entre los árboles, hasta acercarme lo suficiente.

Me oculté tras un tronco caído, conteniendo el aliento. La conversación me llegaba en fragmentos, rota por el viento… pero suficiente.

—…no puede resistir mucho más sin quebrarse —decía la figura encapuchada—. La piedra respondió, eso lo cambia todo.

—No significa nada todavía —respondió Malkor con frialdad—. Mientras no lo comprenda, puedo usarlo a mi favor.

—¿Y la prueba de mañana?

—La manipularé. Haré que crea que todo depende de ella, que está sola. Si se desmorona, lo entenderemos. Si sobrevive… entonces quizás tengamos que replantear todo.

Sentí que algo en mi interior se quebraba… y a la vez, se encendía. Así que eso era. Una prueba manipulada. Un plan para controlarme. Para empujarme al límite. Malkor lo sabía todo. Y había elegido mentirme. Jugar conmigo. Destruirme desde dentro.

Me mordí el labio con fuerza para no hacer ruido, para no gritar.

—Y si activa el sello —preguntó el encapuchado—, ¿estás seguro de que puedes contenerla?

Malkor no respondió de inmediato. Su voz llegó, al fin, más baja, más oscura.

—Si no puedo… nadie podrá.

El encapuchado asintió una vez más, luego se desvaneció entre los árboles como si nunca hubiese estado allí.

Malkor se quedó solo unos segundos, mirando hacia el lugar donde había caído la piedra. La vió y la cogió y se la llevó al bolsillo con una sonrisa siniestra en la cara.

Me tuve que agachar más, encogiéndome, sin moverme, sin respirar.

Finalmente, Malkor se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso hacia el edificio, con paso rápido, decidido. Ya cuando estaba segura de que se había ido, salí de mi escondite. Miré hacia el punto donde habían estado y luego hacia el cielo encapotado.

—¿Manipularme…? Vas a ver, Malkor. Si querías una prueba… la vas a tener tú también.

Vuelvo al edificio sin ser vista, tomando el camino más largo y oculto, por los pasillos traseros y escaleras de mantenimiento. Tuve que esquivar a varios guardias pero gracias a las sombras de este lugar no me fue relativamente dificil. Cuando llego a mi cuarto, cierro con cuidado. Me descalzo, y me metió bajo las mantas con la cabeza llena de planes, de rabia, de fuego.

Solo pude dormir un par de horas. Pero bastaron. Porque al amanecer, ya no era la misma. Unos golpes torpes e insistentes sacudieron la puerta.

—¡Faelina! —La voz de Kareth sonaba ronca, como si acabara de despertarse también—. ¡Despierta! Nos queda poco tiempo, ya deberíamos estar vistiéndonos para el desayuno! ¡Vas a llegar tarde!



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En el texto hay: romantasy, cursedking, sacrificeandlove

Editado: 18.07.2025

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