El otoño se abre paso tras el verano. Trayendo con él, las doradas hojas que el viento empujan y caen al suelo formando mantos de hojarasca. Me gusta esta época, justo antes de que venga el frío. Es un momento de calma, reposo. Aunque siempre me invade un poco la melancolía y la pena. Como si yo, también me quedara desnuda, apagada y más sola que nunca.
Transcurren las semanas, día tras día tachandolos del calendario, esperando con ansias que llegue el fin. Lucas sigue ridiculizándome, insultándome y humillándome cada vez que tiene ocasión, mientras la que se supone que es mi amiga, le ríe la gracia como si fuera solo una broma inocente.
Con mi "querido" compañero apenas he vuelto ha hablar, supongo que ya se ríe lo suficiente escuchando con las tonterías de Lucas, como para perder su tiempo en humillarme el también, aunque sigue mirándome como si yo fuera la causante de todos sus problemas. Sin embargo, ninguno de los dos hemos abandonado nuestra posición, como dos guerreros defendiendo nuestros territorio, sin flaquear ni ceder. Claro, que creo que los dos somos tan antisociales que el ignorarnos mutuamente se nos da de maravilla.
Viernes por la mañana, y como cada día, recojo a mi amiga en su casa, y nos dirigimos al instituto, donde un día más, volverá a dejarme de lado. No sé por qué sigo haciendo esto, asi que ni me lo preguntéis.
Después de una más que aburrida clase de biología, Salimos a la cancha de baloncesto. Odio educación física. Si, es raro, lo se. Ya se que hace un rato he dicho que solía salir a correr, pero esto es diferente. Uno, no se me dan bien los deportes de equipo y menos el baloncesto. Dos, Fernando, el profesor, tiene más pinta de pasar su tiempo libre tirado en el sofá viendo el fútbol y bebiendo cerveza, que practicando cualquier tipo de deporte. Y tres, es bastante incómodo hacer cualquier tipo de actividad, teniendo al retrasado de Lucas haciendo continuos comentarios sobre mi enorme trasero.
Como cada día, empezamos corriendo para calentar. Hace calor, aunque el día amaneció encapotado. Me desabrocho la sudadera y la ato a prisa al rededor de mi cintura sin dejar de correr.
– ¡Ni con esas consigues disimular tu enorme culo! – Grita el imbécil, desde el otro lado de la cancha, haciendo que sus amiguitos se partan de la risa.
– ¡Lucas! Deja ya tus bromistas. – amonesta Fernando, sin darle más importancia. Y el muy hipócrita de Lucas con cara de no haber roto un plato se disculpa.
– ¡Todos en fila! – ordena después de varias vueltas. – ya hemos practicado los pases, y los tiros a canasta. Así que vamos ha hacer dos equipos, a ver qué habéis aprendido. Los dos primeros en encestar tres veces, serán los capitanes y elegirán los miembros de su equipo.
Y ya tengo claro que Oliver será el capitán de uno de ellos y sea quien sea el otro yo que seré la última en salir elegida.
– !vote, vote y tiro! Vamos más rápido.
De uno en uno vamos probando suerte, y poniéndonos de nuevo en la fila a esperar nuestro turno. Algunos lo intentan seriamente, otros como Noah, ni siquiera miran la canasta. Al llegar a mi turno, solo Oliver a encestado. Me concentro, voto, voto, encuadro, tiro y... Obviamente fallo. ¿Que esperabas?
Y obviamente, Lucas hace un nuevo comentario con el que todos se ríen.
Primera vuelta, y menos de la mitad consiguen encestar.
Otra vuelta, y Oliver vuelve a encestar. Le toca a Noah, que de nuevo no parece, tener intención de intentarlo. Vota, vota...
- ¡Venga falla ya y quitate de enmedio! - vuelve a burlarse.
Noah le mira, y hace el amago de tirársela a la cara, haciendo que este
de un paso atrás por instinto.
- Pringao –musita Noah con sonrisa socarrona justo antes de encestar, sin hacer el más mínimo esfuerzo.
Siguen las rondas, Oliver ya lleva tres. Y Noah, Lara y Julián, empate a dos. Si alguno de lo tres encesta en esta ronda, sera el otro capitán. Y yo cruzo los dedos por qué sea Lara. Ella es exageradamente alta, pelo corto y rosa, y aunque no es precisamente popular, se lleva bien con toda la clase, sin entrar ni salir en debates.
Julián es ... en realidad creo que nunca he cruzado más de dos palabras con el, así que no puedo opinar. Tiene su grupito de amigos y no se mete con nadie. Así que si sale el de capitán supongo que tampoco será malo del todo.
Aunque la cosa puede ser muy diferente si es Noah el que encesta primero. No quiero ni pensarlo. Creo que preferiría romperme una pierna antes de jugar en cualquiera de los dos equipos. Pero como no, si algo puede salir mal, saldrá mal. Y lo peor que podía suceder, sucede.
Oliver, comienza pidiendo, primero su amigo del alma, y después a Silvia. Noah no parece tenerlo tan claro, pero inteligentemente elige a Lara y a Julián.
Lucas, que como siempre, usa a su títere para sus enrevesados planes, comenta algo al oído de Oliver y este se empieza a reír.
- ¿Enserio?- le pregunta al otro imbécil. - Que si, que si.- contesta este muerto de la risa.
- ¡Auri!- me pide Oliver, para mi sorpresa. No se qué demonios estarán tramando, pero no puedo hacer más que darme por vencida, y voy hacia ellos arrastrando mis pies hasta colocarme junto al resto de mi equipo. Por suerte, la clase se termina al poquito de formarse los dos bandos, sin darnos opción apenas a jugar.
El viejo profesor de literatura, cautiva la atención de algunos, envolviéndonos como por arte de magia, en la nostálgica vida de los escritores españoles, exiliados durante el franquismo. Paseando entre las mesas, mientras relata vivamente, como un anciano, hablando de su pasada juventud.
- ¿Que tal con tu equipo? - pregunta Noah para mí sorpresa, desconcentrandome. No se qué contestar a eso, así que solo me encojo de hombros, conformándome.
- Enhorabuena, por cierto. Tienes un gran equipo.– afirmó volviendo la vista a la pizarra.
– Si, cierto. Te habría pedido, para que jugaras con nosotros, pero ese gilipollas se me adelantó. Así que perderéis. Lo siento. - afirma bastante confiado volviendo a prestar atención en la clase. ¿En serio se había planteado pedirme en su equipo o solo lo ha dicho para burlarse de mi? Juego fatal al baloncesto, y por amistad obviamente tampoco seria. Creo que esta es la conversación más larga que hemos mantenido en lo que llevamos de curso, lo que me hace reir. Pero fuera como fuere, yo estoy en un equipo y el en otro. Y posiblemente Lucas me ayude a romperme las piernas.