Pasan las semanas, el otoño da paso al invierno, pero todo sigue igual. Silvia y yo, casi no hemos vuelto a dirigirnos la palabra desde aquel día. Cada vez más estúpida y creída, como si el imbécil de su novio le hubiera contagiado la tontería. Ahora es lo que se suele llamar "popular", y se contonea por los pasillos como una reina entre los plebeyos.
Yo me he acostumbrado a estar sola, no se puede decir que disfrute siempre de ello, pero he llegado a encontrarle el encanto y lo que tengo más claro aún, es mejor estar sola que mal acompañada, con gente tan falsa e hipócrita como ella. He cambiado su egocéntrica conversación por la música en mis airpods, las novelas románticas, y mi afán por desgastar las suelas de mis zapatillas. Puede ser un poco patética tanta soledad y quizá debería buscar amigos nuevos, pero sinceramente, creo que he salido ganando.
Me he acostumbrado a mi rutina diaria. Llegar a clase adormilada, desplomarme en mi asiento, aislarme de todo y esperar como siempre, que la mañana pase rápido, para volver a casa, hacer los deberes y esperar al siguiente dia.
El tiempo pasa despacio, demasiado despacio. Como una película lenta y aburrida, en la que nunca pasa nada. De vez en cuando Noah entra en clase, con claros signos de haber pasado la noche fumando algo, quita esa cara de killer y
se pone en plan bromista. y aunque no me gusta nada verlo así, tengo que admitir que me hace reir.
Hoy es una fría mañana de invierno y al despertar puedo sentir los primeros indicios de una tormenta que se avecina. El cielo gris plomizo y la humedad en el aire son claros signos de que la lluvia estará presente en poco tiempo. Sin embargo, tengo prisa y decido salir sin un paraguas, confiando en que pueda llegar antes de que la tormenta comience.
Las nubes se ciernen sobre mí, amenazantes y el viento sopla suavemente, trayendo consigo el aroma de la lluvia inminente.
Las calles están prácticamente vacías, solo algunas personas abriendo sus paraguas, con la caída de las primeras gotas de lluvia fría que resbalan sobre mi rostro. Subo la gruesa capucha en un intento desesperado por mantenerme seca.
A medida que avanzo corriendo, las gotas se intensifican y se vuelven más persistentes. Mis pies resbalan un poco en las aceras mojadas, pero continúo mi carrera con determinación, hasta que al fin llego a mi destino, jadeando y con la ropa un tanto mojada.
Tomo asiento, y a través del cristal de la ventana, veo que pequeñas gotas de lluvia lo golpean suavemente, creando
una sinfonía rítmica y melodiosa en mis oídos, que se funde con la música de mis auriculares y me traslada lejos de allí. A otro lugar, lejos de estos pupitres, donde la gente baila por la calle bajo la lluvia y la vida es una fiesta.
Los truenos retumban en la distancia, rompiendo el silencio y los relámpagos iluminan brevemente el cielo gris, revelando la ciudad envuelta en un manto de lluvia.
Poco después, Noah cruza el salón despacio, dejando sus botas un fino reguero agua en su camino. Me saluda con una sonrisa a lo que contesto con un ligero movimiento de cabeza, y sigo observando las gotas resbalando por el empañado cristal de la ventana.
- Tengo algo para ti -. dice, apartando uno de mis cascos, estropeandome el estribillo del último éxito de Harry Styles.
Le miro sorprendida, y él, sintiendose importante, apoya su trasero en mi mesa y abre la mochila, ante mi mirada expectante, haciéndose de rogar. Saca una carpeta, la abre despacio y me entrega un folio del revés.
Le miro curiosa, preguntándome que es aquello de lo que me hace entrega. Bajo la cabeza y lo volteo, quedándome fascinada ante el pedazo de papel que descansa en mi pupitre. Intento decir algo, pero las palabras se quedan atascadas en la garganta.
- Esto es ... - solo un hilo de voz sale de mi garganta. - ¿Es para mí?.
El sonríe, satisfecho ante su obra. - Si no lo quieres me lo guardo. - Dice agarrándolo, sabiendo a ciencia cierta que no se lo permitiré.
- ¡No, no! Si, si lo quiero. - digo tajante arrancándoselo de las manos, sintiendo que mis mejillas empiezan a arder.
- Espero que no te haya molestado que ...-.
- ¿Que? No... Para nada. Todo lo contrario. Esto es...¡WoW! Es precioso. ¡Joder! Gracias. No se que decir en serio. Es increíble, ¿Esta soy yo? -. Pregunto incrédula, al ver mi imagen mejorara plasmada a carboncillo. Las palabras salen disparadas, sin orden ni sentido. Recibir ese detalle es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo y él lo sabe.
- Eso es mas que suficiente, me alegro que te guste-. me dice con una amplia sonrisa.
Sigo admirándo unos segundos mas, sin poderlo creer. «En que momento lo ha hecho? Pero ¿Por qué? » Estoy realmente impresionada. Me pierdo unos instantes contemplando el sencillo pero perfecto retrato que me ha hecho. Por una parte realista, con mi mirada perdida a través en la ventana como cada mañana y con el cabello desordenado, pero que de alguna manera se ve perfecto. Como si hubiera plasmado todos mis defectos pero los hubiera convertido en algo hermoso. Y debajo de ello, su firma.
- ¿Como no me va a gustar? ¡Estoy mucho mas guapa que en la realidad!. Has... Has conseguido que se vean bonitos todos mis defectos - Mi sonrisa se vuelve amplia, y mis mejillas arden.
El niega con la cabeza.
- No, no creo. Es solo un boceto pero soy bastante realista cuando dibujo - Dice quitándose importancia.
- Pues te aseguro que mi espejo no opina lo mismo. - contesto con una carcajada, recordando la chica ojerosa del espejo de esa misma mañana.
- Bueno... Entonces, tu espejo es el problema. Que miente -. Afirma coqueteando.
Mi cara vuelve a arder, y una sonrisa tonta se dibuja en mi cara.
-- Y... ¿Por qué... Lo has hecho? - no entiendo por que se ha tomado la molestia, ni siquiera somos amigos, aunque me encanta verle aparecer cada mañana.