Subo las escaleras, lo mas rápido que puedo. Quiero encerrarme en casa y no salir hasta el lunes. Las lágrimas empañan mis ojos, nunca me había sentido tan ridícula.
- ¡Auri! ¿estas bien? - Pregunta Eli con voz dulce al cruzarme con él. Ni siquiera me había dado cuenta de su presencia.
Elías es mi vecino de toda la vida. Amigo de la infancia, casi dos años mayor que yo. Durante mucho tiempo, habia sido como un hermano. Antes, siempre estábamos justos, en su casa o en la mia.
Pero crecimos y... Supongo que la vida nos distanció, ahora solo me lo cruzaba de vez en cuando por la calle, y las largas horas juntos se habían convertido en escuetos saludos. El empezó el instituto y a salir con sus amigos y yo con mis amigas. Así es la vida.
Siempre me pareció muy guapo, hasta hubo un momento en mi preadolescencia, que estaba colgadita por él. Pequeño y escurridizo como una lagartija. De pelo rubio siempre alborotado y ojos miel, capaz de cualquier cosa por hacerme reir. Pero dió el estirón, y ahora me saca casi una cabeza, y ya no tiene cuerpo de crió, si no todo lo contrario.
- Si... Estoy bien. Solo que... No he tenido un buen día. - intento pasar por delante de él, pero no parece dispuesto a dejarme paso. No hasta que le dé alguna explicación. - No te preocupes, estoy bien, solo que he discutido con Silvia y definitivamente, ya no somos amigas... -Me invento la primera escusa que se me ocurre, para no dar más explicaciones. Realmente no tengo ganas de hablar.
- Pues siento que estés así por ella, pero me alegro. Nunca me gustó esa chica, demasiado... Prepotente - Dice apoyando la bolsa de deporte en el suelo. No entiendo por qué dice eso, por qué apenas la conoce, pero ahora mismo creo que tiene razón.
- Gracias. - contesto abriéndome paso. Subo un par de escalones, cuando habla de nuevo.
- Y ahora... Quiero decir...¿Tienes más amigos no? - pregunta, recordando que nunca me ve con nadie más.
- Eh... Bueno, si claro.- Miento, no quiero que se de cuenta de lo realmente patética que soy, aunque no sé si he conseguido que se trague la enorme trola que le he contado.
- Ok. Aunque, no sé, quizá un día de estos, te apetezca dejarles tirados quedar un día, te caerían bien mis colegas.- dice burlándose.
Sonrío - Si, quizá un día - contesto dándole largas
- Quien dice un día, dice esta noche. Estaría bien recordar viejos tiempos. ¿No crees?
-¿Esta noche? Creo que no. Quizá otro dia... - le digo. - No tengo muchas ganas hoy de salir.
Arquea una ceja. Siempre me hizo gracia esa cara entre incredulidad y locura que pone.
-¿Que no te apetece salir? ¿Un viernes? ¿Pero de dónde te has escapado? Tu no eres Auri, ¿Que has hecho con mi amiga? - dice zarandeandome por los hombros como si hablara con un alienígena. Oírle llamandome amiga, apesar de todo el tiempo que a pasado, se siente como una pequeña tirita en mi corazón roto -¡Venga animate!
- En serio... No creo que... yo que pinto ahi con tus amigos.
Me mira con cara de cordero degollado. Y suspira.
- Pues mi plan no era ir a pintar nada, pero si te apetece, te llevo un librito de esos de colorear. - Se rie. - Si lo prefieres, paso yo también de ellos y salimos a tomar algo tú y yo. - sonrío al recordar aquellos tardes que pasábamos hablando y escuchando musica, cuando aun no tenia ni pelusilla en el bigote. - Déjame tu móvil. Te doy mi número y si te animas... Me escribes ¿Vale? - dice guiñándo un ojo.-
- Vale...- le digo solo con intención de que me deje ya. Le entrego el móvil, teclea el número, y me lo devuelve rápidamente.
- ¡Me voy! ¡Se me hace tarde! Tengo que ir a clase y después al gym...- anuncia como dándome explicaciones, mientras baja de dos en dos las escalones. -¡Como no me llames, te saco de casa de los pelos!- añade ya casi en el portal.
Me siento mejor después de ver Eli, siempre me hace sonreír. Puede que tenga razón, debería salir, llevo meses sin hacerlo. Seguro que es hora de dejar de lloriquear, olvidarme de todos por un día e intentar divertirme. Pero no creo que hoy pueda hacerlo.
Recobro la compostura, sabiendo que mi madre hoy se encuentra en casa, no quiero que empiece con sus absurdas preguntas, de como estoy, que me pasa y termine regañándome, diciendome que no puedo ahogarme en un vaso de agua, y escondiendome cada vez que un niño me llame fea. Como si ese continuara siendo el problema.
-Hola mamá,- saludo dándola un beso al entrar en la cocina donde está atareada. Dándome rápido la vuelta para que no note que he estado llorando.
- ¿Que tal has pasado la mañana, cariño? ¿Mejor?
- Si mamá estupendamente.
- Ha llamado tu hermana hace un rato, vendrán mañana a comer. Así que recoge, por favor, tu habitación. No quiero que su novio piense que eres un desastre.
Odio cuando viene Shara. Cuando ella está, da igual lo que yo haga, que ella siempre lo hace mejor que yo. Más guapa, más lista, más simpática... y su novio, un informático con complejo de cómico, que me trata como a un bebé, y se cuela en mi habitación a instalarme programas en el ordenador, que ni le pido, ni se para que sirven.
- Ok mamá. Ahora mismo me pongo a ello. - acepto, teniendo la escusa perfecta para encerrarme en mi cuarto
- La comida estará en cinco minutos. Así que cambiate, ya lo harás después.
Entro en mi cuarto, más enfadada que triste. Frustrada, con ganas de atrincherarme sola entre estas cuatro paredes y no salir de aquí hasta el lunes, pero como siempre, tiene razón mi madre, este cuarto parece una leonera, desordenado como mi cabeza.
«Esta bien recógeme luego 😜 » tecleo al rato, esperando que Eli, venga a rescatarme, como príncipe en su caballo blanco.
No espero contestación tan rápido, así que dejo el móvil en la mesa de noche, y me cambio. Llevo días, que la comida me da asco, pero me obligo a probar el guiso de carne con verduras, que mi madre acaba de preparar. Me fuerzo a ingerir, cada trocito hasta que, el que era un humeante plato se queda frío y no puedo continuar. Mzi madre cansada de repetirme mil veces que coma, se da por vencida y me hace recoger la mesa. Después de hacer todas las tareas encomendadas, me recuesto en el sofá, y con el mando de la tele en la mano, me quedo dormida.