En el vasto abismo de la tristeza,
entre las sombras de la soledad,
anida el dolor de una partida,
y en el corazón, la añoranza invade sin piedad.
Un amor que era luz y esperanza,
hoy se desvanece como el alba fugaz,
dejando tras de sí una estela de dolor,
y una herida profunda que no cicatriza jamás.
Pero en la oscuridad se esconde la resiliencia,
esa fuerza interna que nos empuja a seguir,
aunque el corazón roto sangre de tristeza,
la esperanza se alza para reconstruir.
Duelo tras duelo, herida tras herida,
aprendemos a sanar, a dejar partir,
porque el amor no siempre es eterno,
y debemos aprender a aceptar y asumir.
El camino de la superación es difícil,
con lágrimas de nostalgia y amargura,
pero en cada paso, hallaremos la fortaleza,
para elevarnos entre cenizas y amanecer en altura.
Así que levanta tu mirada, alma valiente,
y enfrenta la pérdida con coraje y tesón,
saborea el sabor de la libertad que se avecina,
y déjate llevar por la luz de una nueva canción.
Porque si bien se pierde un amor en el horizonte,
la vida nos brinda el regalo de renacer,
y en cada adiós, hay un hola esperándonos,
una historia por escribir y un corazón que merecer.
Así que alza tus alas rotas y vuela alto,
en el cielo infinito de posibilidades sin final,
pues el amor que se pierde, nos hace más fuertes,
y nos enseña que siempre hay un nuevo amor esperando al final.