—Hijo por favor váyanse con cuidado. —le pide su madre mientras lo sigue escaleras abajo.
Carlos carga con dos maletas. Termina de bajar las escaleras y se gira para encarar a su madre.
—Mamá. —la llama su hijo. Mantiene una media sonrisa en el rostro. —Estaremos bien. Descuida
—Son muchas horas de camino —alega ella, colando una mano en el hombro de su hijo
—Y más horas de aventura —añade Carlos. Muy risueño
—En verdad te emociona esto. —dice su madre. Lo mira con curiosidad. —No te había visto tan emocionado en años
—Bueno pues lo estoy madre. —argumenta y su sonrisa se explaya. —Serán alrededor de tres horas de camino. Manejaré con cuidado no tengas pendiente
—No eres tú quien me preocupa. —responde ella, con semblante cabizbajo. —La delincuencia está muy desfazada hoy en día
—Mamá lo estás desanimando. —opina su hermano Cornelio, entrando en su conversación. —No ha salido en años y ahora que pretende hacerlo te estás empeñando en bajarle los ánimos
—Esa no es mi intención. —esclarece ella mirando a Cornelio. —Solo me preocupo —mira de nuevo a Carlos
—Y lo agradezco madre. Pero estaremos bien. —dice despreocupado. La mira a los ojos. —En verdad no tienes de qué preocuparte —ella resopla
—Me sentiría más tranquila si te acompaña tu hermano —dice y mira de reojo a Cornelio
—Mamá. —Carlos agradece el hecho de que haya sido su hermano el que expulsara el sonido desaprobatorio. —Carlos quiere pasar tiempo a solas con sus hijos. De no pretenderlo seguramente nos haya invitado. —le dice este directamente a su madre. —Ya deja de ponerle tantas trabas y dale tu bendición. Recuerda que si se va sin la bendición de su madre puede ser como un soldado en la guerra sin fúsil
—No digas esas cosas ni de broma —le reprime su madre con voz rígida, pero a ambos chicos les causa una leve carcajada
—Bueno pues ya dale tu bendición o se te va a juntar la chamba. —dice Cornelio para inmediatamente elevar un poco su mirada. —Ahí vienen los otros dos —agrega y todos se giran en dirección a las escaleras
—Y recuerden decirle a su padre que les tome muchas fotos. —le dice Casandra a Edward, mientras bajan de las escaleras. Ella lo carga en brazos. Y ha mirado a Carlos al momento de pronunciar su argumento.
—Y no lo vayan a dejar dormir mucho. Se supone que van a conocer no a dormir. —añade Cecilia. Ella carga a Cédric y también ha mirado a Carlos al hablar. Carlos sonríe.
—Sí tía. —responde Edward con emoción al momento en que aterrizan en la estancia principal y llegan a ellos.
— ¿Listos? —le cuestiona su padre con una crecida sonrisa
—Sí —responden ambos al unísono
— ¿Se irán sin despedirse de mí? —inquiere su abuela simulando ofensa. Los mira directamente y se coloca sus manos en la cintura
—No abuela —responde Edward. Sonríe dulcemente y gira una vez su cabeza
—Bueno pues acérquense para darles la bendición entonces. —Casandra y Cecilia dan un paso hacia adelante para ponerles a sus nietos a su frente. —Que la señal de la santa cruz te acompañe en todo momento. —dice al tiempo en que coloca la mudra de cruz en la frente de Edward. —Que Dios padre penetre en tu corazón y lo llene de amor. —se mueve al pecho del niño y descansa ahí. —Que la Virgen María extienda su manto sobre tu cuerpo y te proteja. Y que el espíritu Santo descienda sobre ti, —la señal se desplaza al lado izquierdo—e ilumine tu camino. —se mueve al otro extremo y luego a sus labios. —Amén. —pronuncian al unísono (la abuela y el pequeño Edward).
Abraza al niño y besa su mejilla; lo abraza muy fuerte. Posteriormente repite el mismo acto con Cédric.
—Cuídense muy bien mis niños. —les habla a ambos. —Recuerden lavarse los dientes, rezar sus oraciones antes de dormir, asearse y
—Y ya está bien mamá. —le interrumpe Casandra con humor. —Me parece que Carlos sabe lo que se debe hacer —mira de reojo a su hermano. Su madre sonríe a final de cuentas
—Bueno prométanme que lo harán —toma las manos de los pequeños
—Sí abuela —responden ambos niños. Muy animados
—Y cuiden a su padre —añade mirando a Carlos
—Madre te recuerdo que yo soy el adulto —expone Carlos
—Por eso mismo. —responde su madre y saca carcajadas a flote. —Los voy a extrañar mis niños —se acerca y besa las frentes de ambos
—Y nosotros a ti abuela —le contesta Edward
—Mujer no se van a mudar —dice el señor Claudio llegando a la pieza
— ¿Verdad? —añade Cornelio. —Es lo que le he estado repitiendo desde hace un buen rato
—Ya mujer. —le dice su esposo. —Tres de tus chicos estarán perfectamente bien. —sonríe el hombre al decirlo. —Hijo ya he checado el auto. Parece que todo está en orden
—Bueno eso fue lo que yo te dije papá —responde Carlos con algo de humor
—Bueno Carlos es que no es como que se pueda decir que eres el mejor en mecánica —opina Cornelio. Cómico