Hoy era un día especial. Luego de varias semanas, entre entrevistas, y demás protocolos, finalmente elegiría a su donante.
Si todo marchaba según lo planeado, sólo en tres días se haría la inseminación, ya que ella entraba en su etapa fértil.
—Te mostraré algunas fotos y videos de nuestros-
—Tienen las características que te pedí ¿Verdad? Es que no me imagino un bebé feo —sonrió, ingnorando la sonrisa falsa de la vieja.
Es que sí, su bebé debía ser el más precioso de todos... Le estaba por salir una buena suma de dólares conseguirlo.
—Así es, señorita Mills, además, hemos seleccionados a los muchachos más-
—¿No hay posibilidad de que nazca gemelos o mellizos? Sería interesante.
—Bajas, las posibilidades son bajas, ya que no es una inseminación invitro, con la implantación del-
—Oh sí, cierto —sonrió dándose una palmada en la frente—. Olvidé que yo misma me voy a inseminar.
—Porque así lo dispuso, nuestros médicos podrían ayudarla con el procedimiento.
—No, me agrada la idea de hacerlo sola, con Manuel claro —sonrió divertida.
—Como le decía, aquí tenemos un catálogo de muchachos elegidos en base a sus espectativas.
—Okay, veamos cuál es mi lechero —sonrió emocionada, sentándose.
—¿Lechero? —preguntó curiosa la señora, de unos casi sesenta años.
—Pues sí, ya sabe, la "leche" de los hombres, donde nadan los bebitos —pronunció divertida—. ¿No se le decía lechero a lo repartidores de leche?
La mujer frunció el ceño y volvió su vista al ordenador. Daiana continuó sonriendo de todos modos, no le importaba la vieja anticuada, con cara de haber chupado limón, ella estaba feliz.
¡Faltaba mucho menos para la llegada de su bebé!
Escuchó a Clarisa hablarle de los muchachos, sólo lo que podía saber, peso, altura, color de ojos, cabello, piel. Sus estudios, aspiraciones, bla bla... Y entonces.
—¡Ese! ¡Ese de ahí! —exclamó ansiosa, señalando la pantalla—. Sí, sí, definitivamente quiero la leche de ese.
—Señorita Mills, le agradecería que no usara esos términos tan-
—De acuerdo —la interrumpió, una vez más, típico en ella, en un tono aburrido—. Quiero que ese muchacho de ahí, sea mí donante.
—¿Está segura? Aún no llegamos a su descripción.
—No la necesito, mí útero está gritando que quiere alberga la semillita de ese hombre —sonrió traviesa.
Lástima que no pudiera beber la leche desde la misma botella...
🍼🍼🍼
—Una semana después—
—A ver, espera un momento —le dijo su hermana, desconcertada—. ¿Qué vas a hacer qué?
—Pues ya lo hice —sonrió, bebiendo un poco de batido de fresa—. Quiero ser mamá.
—¿Pero soltera? ¿Mamá soltera? ¿Estás loca, Daiana?
La rubia rodó los ojos, ante aquella pregunta.
—Ya no sé cuántas veces escuché esa pregunta, creo que si mí vida tuviera un libro, lo llamaría "¿Estás loca, Daiana?" ¿Por qué la gente tiene que ser tan exagerada? Hay millones de madres solteras, la diferencia a muchas, es que yo estoy eligiendo serlo.
—Pero tendrás un hijo de un desconocido, mujer ¿Qué le dirás al niño cuándo quiera saber quién es el padre? ¿Cómo le explicarás que no existe?
—Claro que sí existe, será el hijo del lechero —sonrió divertida, guiñándole un ojo.
...
Editado: 20.10.2019